[Crítica] Negociador

El cine español comienza a superar sus propios traumas, desafía los tópicos que se le creían eternos y aboga por la escapada hacia la calidad de sus productos cinematográficos. Comparando las películas que se hacían en el país hace no menos de una década se encuentra una notable diferencia en cuanto a temática, puesta en escena y capacidad de universalización de unas tramas que habían perdido todo gancho con el público.

Negociador responde a ese cambio de paradigma, una película que podría pasar por ser discreta pero que anida en la mente gracias a la mala uva con la que Borja Cobeaga analiza, de manera libre, las negociaciones entre un representante del gobierno español y un enviado de la banda terrorista ETA entre 2005 y 2006. Negociador es una comedia importante dentro de lo que supone rodear a la banda armada e intentar dibujar una situación tan políticamente comprometida. Cobeaga sabe salir airoso y ofrecer una película que desprende ese extraño humor negro del que en España abunda siempre en las peores situaciones posibles.