El campeón se quita el título a sí mismo

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William Carvalho y Aitor celebran el tanto del portugués.. Kiko Hurtado
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La ambición tropieza muchas veces con las capacidades. Los errores pueden estropearte el sueño. El campeón se quitó el título de ídem a sí mismo. El CA Osasuna hizo méritos para ello, pero fue el propio Real Betis quien se inmoló en el partido de cuartos de final de la Copa del Rey. Cuando lo tenía todo liquidado para seguir abriéndose paso en busca de más plata, se dejó empatar en el descuento y luego volvió a hacerlo en la prórroga, en ambos casos en jugadas más propias de otro Betis que de éste. El colmo llegó en los penaltis, con dos errores y el definitivo mediando un resbalón. Más cruel, e innecesario, imposible. Pellegrini, una vez más certero, cambió la arquitectura del partido con sus cambios, principalmente con Borja Iglesias y Aitor Ruibal. Ambos le metieron corriente a un Betis plomizo y auparon a lo que parecía un triunfo hecho. No terminó de abrocharlo y luego lo pagó tras dar demasiadas facilidades. Todo ello en un partidazo que fue de menos a más, con una primera parte roma y otra llena de aguijones por las dos partes, continuada en una eléctrica prórroga. En los penaltis A quienes auguraban que el sorteo había sido benévolo con el Betis habría que ponerles algún partido del Osasuna de esta temporada. Lo de afrontar el partido en Villamarín, por supuesto; lo del rival...no pareció precisamente una perita en dulce. Porque el conjunto navarro no está 7º clasificado en LaLiga Santander y a un punto del Betis por casualidad. Arrasate se ha ganado el mando en plaza en el banquillo y, a partir de ahí y sabiendo beber de la cantera, ha confeccionado un bloque compacto, casi impenetrable y que, además, sabe y quiere jugar a la pelota.

Ni Fekir...ni Canales

Y valiente, pues no se resignó a jugar sin su público y se fue desde el pitido inicial a pleitearle el triunfo a los de Pellegrini. Como parece que sólo se puede hacer: quitándole el balón. Lo fue enredando en su maraña táctica de ayudas e intensidad hasta casi aburrirlo. Por momentos lo dominó, si bien no supo luego materializarlo en ocasiones. Tampoco dispuso de muchas el Betis, privado de la magia de Fekir y sin encontrar a Canales, por mucho que el cántabro se tiñera el pelo de rubio platino. La afición lo echa de menos. Pero mucho más sus compañeros.

 Canales lució un nuevo look ante el Osasuna, aunque el brillo no llegó a su juego.

La única y verdadera ocasión de peligro la tuvo Willian José en una falta lejana al borde del descanso. La cosa hubiera cambiado mucho de haber valido el golazo de Luiz Henrique, pero el VAR consideró, a cuenta de alguna imagen mejor que la que se pudo ver en televisión, que el balón rebañado por Rodri había salido completamente por la línea de fondo. Sin ser el Betis habitual, al menos no se despeinó casi para no sufrir. Igualó la intensidad y el ritmo de los pamploneses, pugnando en una contienda abierta aunque descafeinada en las áreas. Las hostilidades se dejaron para la segunda parte, como si de pronto se hubieran plantado en el césped dos porterías. Y los dos equipos salieron a mirar la del rival más que al propio rival. Pese a que Rodri estaba participando en lo mejor del Betis y Willian José había hecho por fin algo bien justo unos segundos antes, Pellegrini los sustituyó por Ruibal y Borja. Lo segundo, mucho más comprensible que lo primero. A priori, claro...

Pellegrini (casi) siempre tiene razón

 Guido Rodríguez pugna con Oroz en un lance del choque copero.

Dos minutos tardó el técnico chileno en tener la razón. Por eso es El Ingeniero y no El Escayolista. Aitor y Borja propiciaron una jugada en el área de Osasuna que, tras dos rechaces, acabó con William Carvalho resolviendo el entuerto con el primer gol. El portugués no siempre puede hacer las virguerías que le hizo a los navarros la pasada temporada con aquel gol de fantasía de la pisadita al portero, pero también sabe pegarle fuerte y al sitio. Los cambios trajeron la llave para abrir la puerta de los cuartos de final y un soplo de tranquilidad para el Betis. Tanto Aitor como Borja tomaron gran parte de la iniciativa ofensiva junto a Loren, reciclado como exterior en banda izquierda tras su genialidad de tacón en la Supercopa de Arabia. El Osasuna no se quiso lamer las heridas, si bien sus andanadas tenían más mecha que pólvora. El cuadro bético se reencontró con su fútbol, asociándose, recuperando y saliendo con velocidad. Defendiendo con solvencia. Tocando y tocando cuando tocaba. No fue el final del partido un jardín de rosas bajo los pies del campeón, pero estuvo mucho más cerca de ampliar la ventaja que encajar. Hasta que la espina se clavó en la garganta de los béticos en el descuento. Loren perdió un balón innecesario junto a la línea de fondo del Betis y el centro lo remató a gol David García mientras Sabaly se distraía con el cielo estrellado. Error grave, puñal en el corazón del campeón.

Una prórroga bella y endiablada

¿Hubiera sido una sentencia de muerte para otro Betis? Probablemente. ¿Para éste de Pellegrini? Ni de guasa. Como si nada hubiera acontecido en contra, el conjunto verdiblanco se lanzó a por el triunfo a lomos de Borja y Aitor, los auténticos removedores del corazón futbolístico bético esta noche. Acabaron contagiando a Canales y al grupo, que recuperó la pujanza con un gol de equipo con el que Sabaly pudo resarcirse.

 Pellegrini da indicaciones a Claudio Bravo y William antes de la prórroga.

Debutó Abner con buenas maneras. No obstante, Arrasate también acertó con los cambios. Kike Barja y el Chimmy Ávila revolucionaron igualmente a los suyos. El choque se endiabló en una prórroga bella, acelerada, a fondo perdido. Ninguno se guardó nada. Ni goles, porque el Osasuna aprovechó otra jugada de blandura defensiva del Betis para empatar de nuevo. Ambos lo siguieron intentando pero las papeletas de cada uno acabaron concentradas en la lotería de los penaltis. Ahí el Osasuna no falló nada ni Claudio Bravo acertó. Tampoco lo hizo Canales. Ni Guido, quien se resbaló. Y el Betis le dijo el adiós a su condición de campeón de la manera más cruel.