Y. En-Nesyri 61´,
Isco 88´,
G. Montiel 92´
Es solo un triunfo, pero no es un triunfo cualquiera
Se ha hecho esperar la primera victoria del Sevilla en el Sánchez Pizjuán. Habría sido difícil de suponer a comienzos de temporada que tardaría casi tres meses en llegar, pero la realidad es que ha llegado, y es el momento de saborearla. Porque además no es un triunfo cualquiera, es un triunfo de alivio que amortigua la decepción europea, y la amortigua mucho, porque el equipo nervionense al menos se asegura seguir en Europa allá por febrero en la Europa League, en su Europa League (y puede que llegue a la última jornada con opciones, a la espera del resultado del Dortmund-City). Las reacciones tras el partido en directo No es un triunfo cualquiera porque además de ser el primero en Nervión, es el primero por una diferencia considerable de goles. Hasta ahora, un 2-3 y un 0-1, todo por la mínima, todo sufriendo. No es que no sufriera el Sevilla ante el Copenhague, dos palos en la meta de Dmitrovic dan fe de ello. Pero sí que tuvo tiempo la afición nervionense de al menos mirar el reloj con cierta calma al final del encuentro gracias al golazo de Isco y al de Montiel. No es tampoco un triunfo cualquiera porque, precisamente, fue el primero en el que fue colaboracionista principal Isco. El malagueño tiene una calidad fuera de categoría, y hasta ahora no se había materializado en gol. El que marcó ante los daneses fue marca de su factoría, rosca excelsa y calma para las gradas. No fue un triunfo más porque, que no se olvide, ganar son en la Champions millones, y millones para poder invertir en refuerzos, por ejemplo, que harán falta en enero. Tampoco fue un triunfo cualquiera porque llega en una semana clave. Todas lo son. Pero tenía el Sevilla, aún tiene, dos retos fundamentales. Uno asegurarse Europa. Conseguido. Otro sacar por fin un triunfo en LaLiga ante el Rayo. A ese partido llegará el equipo de Sampaoli con más moral, más calma y más confianza, después de verse capaz de reconciliarse con su gente, con la competición, incluso con el gol. Porque honestamente, con sinceridad, tampoco es que fuera brillante el partido sevillista. La primera parte fue sencillamente horrible, con jugadores parados que solo querían la pelota al pie, que no sorprendían y que convertían al Copenhague en una defensa sencilla, en un muro montado con apenas dos nociones. Y con ellas bastaban para frenar a los locales. Suerte que en la segunda fue apurando, fue ambicionando más el Sevilla y además sumó efectivos a la causa ofensiva, sobre todo En Nesyri y Lamela por unos nulos Dolberg y Suso. El marroquí, que acabó lesionado, acabó con su gafe cuando el Papu por fin encontró esa finura en el toque definitivo para ponérsela a la cabeza. A partir de ahí, con la mínima ventaja, al Sevilla le costó de nuevo, mucho, dominar el partido. Un cabezazo al larguero, saques de banda bombarderos... hubo tiempo para la angustia, hasta que apareció Isco, peleón, sacrificado, y goleador. La coló por la escuadra para que el sevillismo por fin aplaudiera con calma e incluso disfrutara con el tercero de Montiel.
