Diego Carlos 32´,
L. Ocampos 66´,
R. Mir 93´,
Papu Gómez 99´
D. Machís 23´,
Víctor Díaz 88´
A Viernes de Dolores y ya salió resucitado
El Domingo de Resurrección visitará el Sánchez Pizjuán el Real Madrid. Pero para entonces el Sevilla ya estará levantado. Porque no ha querido esperar a la semana de Pasión para recuperarse, para reencontrarse con el triunfo y recuperar sus constantes vitales. Da igual el que estuviera enfrente del equipo de Lopetegui este Viernes de Dolores. En realidad el Sevilla tenía ante sí muchos más fantasmas que rival. Los fantasmas de los empates, los fantasmas de la impotencia, los fantasmas del VAR, que estos aparecieron pese a todo. Por eso este triunfo es más que un mero triunfo previsible. Porque se complicó y mucho el partido (2-2, m. 88), pero en el descuento, bien dado esta vez por el colegiado, de 9 minutos, se rehízo el equipo nervionense hasta lograr dos goles más para zanjar el partido, recuperar el sabor de la victoria y rehacerse de unas últimas semanas que habían mermado la confianza de un equipo que sigue teniendo argumentos para, al menos, estar entre los cuatro primeros. Fue un partido, raro, mal jugado de inicio, bien leído desde el 0-1 y luego muy penalizado. El Sevilla no anda bien en muchos aspectos y el Granada, o el que estuviera enfrente, podía aprovecharse, como hizo el conjunto andaluz. Pero encontró el equipo nervionense la reacción y los goles. Reacción en el campo y en el banquillo, pues los cambios fueron vitales (Papu, casi asistencia y gol, Mir, dos goles, uno anulado). El caso es que este Viernes de Dolores lo que más importaba de todo era ganar, y ganó, y se permite el Sevilla recibir al Real Madrid el Domingo de Resurrección con vida y con tres puntos más en la clasificación, que falta hacían. Fue el Sevilla en la primera parte uno antes del gol del Granada y otro tras el gol del Granada. El equipo que saltó al campo recordaba a las peores versiones, a las más lánguidas, a las más lentas y previsibles. Muy estáticos los sevillistas, un ataque lento, demasiado posicional, que no sorprendía ni desbordaba a la poblada defensa del Granada. En esos minutos solo Martial, a veces alocado, a veces frío, rompía la monotonía con sus disparatados, pero por ello fuera de lo común, intentos. Conducciones imposibles, slaloms arriesgados, que sin embargo agitaron algo al Sevilla. Pero por lo demás, nadie en el equipo local conseguía inquietar a los nazarís, que estaban cómodos e incluso se atrevían a salir viendo como veían que robaban la pelota fácilmente, casi sin esfuerzo. Con poca presencia física en el centro del campo y pocas ayudas, Rakitic y Jordán casi se veían desbordados. El caso es que un agujero en unas de esas acciones en el centro de la defensa, un desajuste con una mala salida de Diego Carlos y una pared de Machís, el mismo venezolano, que entró solo y cómodo hasta la frontal, clavó el 0-1 con demasiada facilidad y puso a los sevillistas en una situación realmente difícil... aparentemente.
El 0-1 despierta al Sevilla
Porque en realidad, viendo el encuentro, el gol en contra pareció venirle hasta bien a un Sevilla que no acababa de arrancar ni en el encuentro ni en los últimos partidos. Pero el 0-1 tocó el orgullo del equipo y también tocó algo en Julen, que se atrevió a subir mucho más los laterales, que metió a Martial más en el área con en En-NEsyri, y a Tecatito y a Ocampos más por dentro. Así consiguió poco a poco el Sevilla ir ahogando al Granada, que no saltara tanto a la presión y generar espacios para los laterales, que conseguían, sobre todo Navas gracias a las subidas de Koundé, situaciones de pase, por fin, y hasta de algún uno contra uno. A raíz de esas acciones, ya fuera porque terminaban en balones al área con muchas más opciones, o porque desde ese punto en los costados se generaban alternativas, el Sevilla por fin empezó a crear peligro, incluso antes de que Diego Carlos hiciera bueno el enésimo pase de Navas desde la derecha. Fue el 1-1 pero pudieron llegar más en remates de Ocampos, Agustinsson y Martial, entre otros. El Sevilla la verdad es que jugó más o menos bien la segunda mitad. Agobió al Granada desde la salida de vestuarios, con oleadas intensas de juego en campo rival, con algunas oportunidades, aunque es verdad que el 2-1, de Ocampos, llegó cuando más espeso parecía el equipo de Julen, que de hecho preparaba en la banda un triple cambio cuando el VAR validó la posición de Corona, asistente al argentino. Pero aún con el 2-1 no vinieron mal las entradas de Mir y Papu, que dieron mucho más definición arriba. Vino peor la salida por molestias de Diego Carlos, y lo notó el equipo en el córner del 2-2 en un cabezazo de Víctor Díaz. Con todo, el Sevilla había perdido mordiente y posiciones en los últimos minutos, hasta conceder claras ocasiones, una de ellas la que originó el córner. El 2-2 pareció tocar la moral del equipo de Lopetegui, que en el campo parecía tocado. Pero por una vez el colegiado, Ortiz Arias, que invalidó un gol de Mir para el 3-1 tremendamente polémico por un choque fortuito, estuvo bien en el descuento de 9 minutos. Pareció eso alentar al Sevilla, que no solo logró el gol de Mir y el postrero del Papu (cómo se nota el Papu), sino que pudo hasta gozar de más llegadas de peligro. Fue el 4-2 justo premio a un Sevilla que debe tomar aire, venirse arriba y llegar al Domingo de Resurrección, resucitado.
