T. Soucek 39´,
A. Yarmolenko 112´
El Sevilla se arrastra hasta caerse
El Sevilla, el Rey de la Europa League, ha caído con todo merecimiento en los octavos de final de la competición ante el West Ham. Lo hizo en la prórroga, tras un partido deplorable, sin alma, sin intensidad, sin plan, o con un mal plan, mirando siempre de reojo la portería contraria y sin ambición. El West Ham fue mejor en todas las fases del partido, aunque el Sevilla recuperara el aire en alguna con posesiones, aunque inocuas. Fue mejor en el choque, fue mejor en el remate, fue mejor en el posicionamiento en el campo, fue mejor en intensidad, en atención, fue mejor físicamente y fue mejor en definitiva. ¿Mucho mejor? Quizás no, quizás no tanto como para cualquier golpe de efectividad del Sevilla hubiera cambiado el rumbo. Pero no la tiene, es una de las cosas que este Sevilla ha perdido, la efectividad. Porque el Sevilla, que en Europa ha fracasado de manera rotunda cayendo primero en la Liga de Campeones en un grupo accesible y que ahora ha caído en octavos de final de manera sonrojante, ha perdido muchas facultades hasta convertirse en un equipo poco fiable, hasta convertirse en un equipo impotente y caído. Caído en lo material y en lo moral, porque a ver cómo se recupera de este golpe. El equipo nervionense se va de su torneo, que este año vive la final además en su estadio, con muy mala imagen, con una muy mala sensación, de cabo a rabo. Desde Julen, de nuevo con un planteamiento timorato, triste, poco ambicioso, hasta el retrato de una plantilla que por las lesiones se ha quedado en vacía, sin recursos. Por las ausencias y por el modo de uso del técnico, que va agotando los recursos hasta exprimirlos, porque cabe preguntarse por ejemplo por qué Acuña está hoy lesionado por unos minutos en Vallecas. El caso es que el palo de la Europa League retrata a un Sevilla que va este curso de más a menos, a mucho menos.
Desde el primer minuto
El West Ham salió agresivo y presionando. Algo muy previsible. Pero al Sevilla le costó responder a ese plan telegrafiado. No estuvieron finos en la salida Delaney, Rakitic y Jordán, muy errático, y el equipo inglés recuperaba rápido y cerca de Bono. Eso generó una sensación de agobio en los primeros minutos que dejó además alguna ocasión clara, como una de Antonio que salvó primero Bono y luego Gudelj. Al menos, pasado el primer cuarto de hora, con dos acciones de respiro por parte de En-Nesyri, que provocó dos faltas en la salida de la pelota, el Sevilla se desquitó algo de esa pegajosa presión, intentó armar jugadas y combinar. También sacó fruto de esa mejoría con algunas ocasiones, una falta cercana desperdiciada por Jordán pero sobre todo una clara oportunidad de En-Nesyri, tras magnífica combinación entre Martial, muy activo, y Augustinsson. La mano firme de Areola evitó el 0-1. En todo caso, esa reacción sevillista no tuvo continuidad, no era un patrón de juego de los de Lopetegui, que seguían teniendo muchos problemas a la hora de sacar la pelota (Koundé y Navas se sumaron a las imprecisiones), que seguían estando muy estáticos, jugando demasiado al pie y facilitaban que el West Ham jugara cerca de Bono. De hecho, a pesar de que los londinenses parecían perder comba y protagonismo en el partido, una nueva pérdida en el centro del campo permitió a Mijaíl Antonio ponerse de cara y generar una acción que acabó con pase suyo al segundo palo para que el gigantón Soucek se impusiera de cabeza a Augustinsson y marcara el tanto que igualaba la eliminatoria.
Sin reacción
Si la segunda parte debía comenzar de manera diferente... nada más lejos de la realidad para el Sevilla. Es más, el West Ham aumentó las revoluciones en el encuentro, tuvo varias ocasiones y de nuevo tuvo que emerger Bono para salvar a su equipo. Lopetegui no cambió jugadores, pero sí la disposición de los mismos, colocando a Delaney como tercer central y luego metiendo a Óliver por Rakitic para dar más dinamismo a su equipo. Pasado de nuevo un agobio monumental en esos primeros 20 minutos de la segunda parte, pareció el Sevilla recuperarse, encontrar la pelota. Aunque eso sí, sin ocasiones. Solo se llevó a la boca dos tiros muy desviados de En-Nesyri y Tecatito. Poco más. Al menos, eso sí, en los últimos 15 minutos vivió el Sevilla bastante más tranquilo en el campo, aunque eso conducía, sin peligro, a la prórroga.
La prórroga, también para el West Ham
Pero en la prórroga aparecieron los fantasmas, es decir, aparecieron el cansancio, el desánimo, la imprecisión, y un Sevilla muy venido a menos, muy cansado, que ni intentaba una carrera, salvo Mir, y se defendía como podía ante un West Ham que olía la sangre y se fue arriba. Una de Soucek clara de cabeza fue la materialización de esa superioridad inglesa. El partido se disputaba cerca del área sevillista, no había un jugador que sacara al equipo y ahí atrás se refugiaba el conjunto de Julen. No había capacidad de respuesta, no había ambición. Pregúntense porque Tecatito Corona buscaba perder tiempo cuando fue sustituido en lugar de buscar el cambio rápido, o pregúntense porque Bono perdía tiempo con la pelota al sacar en lugar de buscar rapidez en busca del gol... el Sevilla buscaba los penaltis como un animal apaleado, arrinconado, al que apenas le alcanza respirar. Perdido, lesionado, herido, caído.
