Un ejercicio de frustración

La sensación que definirá al Sevilla de Pamplona será frustración. Por desperdiciar una oportunidad excelente para ganar con un penalti en el minuto 91, por desperdiciar una ocasión excelente de ponerse a un punto del Real Madrid, al menos hasta el final de la jornada, por tirar por la borda unos puntos que quizás no mereciera de forma clara, pero que los tuvo casi en el zurrón. Por todo ello el Sevilla y los sevillistas volverán frustrados de Navarra. Aunque la segunda sensación del partido nervionense tiene que ver con la desesperación. Porque no hizo un buen papel el equipo de Lopetegui, que tiró a la basura la primera parte y que solo se encontró a ratos en la segunda mitad. El Sevilla, de menos a más en el partido, acabó teniendo, eso sí, más ocasiones claras que Osasuna, mucho más claras. Además del penalti, un gris En-Nesyri falló una clamorosas y Tecatito otra bastante clara. Pero aún así no tuvo demasiada determinación el Sevilla, que se movió más en la indefinición. Las lesiones (Ocampos antes de empezar, Montiel nada más arrancar), los cambios de sistema (tres centrales, dos, uno por aquí, otro por allá) y la inclusión de Martial en el equipo tan reciente provocaron que el Sevilla solo se encontrara por fin con los cambios en la segunda mitad de Koundé y el Papu, que devolvieron al equipo una dinámica más lógica y natural. Pero Julen tardó en darse cuenta. Pese a todo, su equipo pudo llevarse el partido, en juego y desde el punto de penalti.
Espesos y atascados
Sin partido entre semana, tras el parón, dio sensación de ser el nervionense un equipo más espeso y atascado, con pocas ideas, aunque, insistimos, aún así pudo y debió llevarse el encuentro. El Sevilla firmó una primera parte que pelea con algunas semejantes para convertirse en la peor de la temporada. Fue realmente pobre en muchísimos aspectos. En intensidad, pues los jugadores locales se llevaron los balones divididos en alto porcentaje; en ideas, pues ni un jugador aportó soluciones individuales al problema colectivo de la salida de la pelota; en planteamiento, pues empezó Julen con tres centrales por la lesión de Ocampos en el calentamiento, volvió a línea de cuatro por la lesión de Montiel y luego, viendo que el partido era absolutamente plano, de nuevo acabó la primera mitad con tres centrales; y en acciones individuales, pues se echó en falta mayor precisión, más acierto en los controles, sobre todo en el juego de espaldas, y más rapidez en el movimiento de la pelota. Eso provocó que el partido fuera soporífero porque el Sevilla ni se acercaba al área rojilla, y que Osasuna solo aprovechara errores sevillistas para armar ataques que, salvo un disparo de Moncayola, también fueron bastante difusos y poco incisivos. La segunda parte no varió demasiado el guion de inicio, aunque los cambios de Lopetegui, que sacó al campo al Papu y a Koundé, permitiendo que Corona, que había salido por Montiel en el lateral, adelantara su posición, sentaron bien al equipo huspalense. El mexicano entró en acción de forma más habitual, y eso significa desequilibrio, aunque por ahora sin gol. Del mexicano vinieron las mejores ocasiones del Sevilla, además de la más clara en juego, de En Nesyri a pase de Jordán, que solo se la echó a las manos a Sergio Herrera. El marroquí estuvo en el partido de su regreso como si no estuviera, apenas intervino de forma trascendental, perdió muchos duelos aéreos y no estuvo afortunado en el remate. El Sevilla mantenía la posesión y el control, apenas sufría atrás, porque Bono era un espectador, y arriba con el Papu ganó en precisión y en movilidad. Sin hacer nada del otro mundo, el equipo de Lopetegui fue a más, aunque sin demasiadas ocasiones claras. Pero aún así, con la presencia en el campo contrario, el Sevilla generó aproximaciones, remates, aunque fueran alejados, y centros al área. En uno de ellos, un rechace peleado por Koundé generó la que sería ocasión y frustración del encuentro. El penalti, señalizado por el VAR, lo lanzó y falló Rakitic, que dudó demasiado y permitió a Sergio Herrera adivinar y parar.