El primer derbi de 2021 y de esta temporada acabó en tablas en el marcador pero con la sensación de que el Betis fue el que debe lamentar la pérdida de dos puntos. Si bien a priori la igualada no habría podido verse mal en bando verdiblanco, por las bajas, por la tendencia, por la clasificación, en el campo todo fue muy distinto. El conjunto de Pellegrini dio la talla, fue valiente y realmente mereció más que su rival, que además puede dar por bueno el empate porque incluso Bono paró un penalti que habría significado el 2-1. El Betis reapareció, se reencontró, pero dejó sobrevivir a un Sevilla bastante venido a menos. [video_laliga id="CtvV2QNp"] El Betis se quitó los complejos, se fue arriba, fue intenso, fue mejor con la pelota, sin ella, pero no tuvo el instinto de rematar a un Sevilla timorato, errado en el planteamiento inicial, que tiró los primeros 45 minutos y que en ningún momento fue a buscar a un rival cuyo punto débil es el defensivo. El sevillista lamentará más arrojo, más valentía, más instinto asesino, pero quizás ese no sea este Sevilla triunfante. Sería otro. Y el bético lo que debe echar de menos es más acierto y más continuidad en este fútbol, que le valdría para más altas peleas de las que disputa ahora mismo. El Betis fue el valiente, el que salió de primeras con la idea de ir a buscar el partido, al rival, el que arriesgó pero lo puso todo en el campo. Tiró la defensa muy adelantada, cerca del mediocampo, apretó de lo lindo la salida del Sevilla y lo forzó a continuos errores no forzados en todas sus líneas, defensa, centro del campo, extremos... El equipo de Pellegrini redujo el campo sin la pelota y lo amplió con ella. Presionó y achicó espacios sin que el Sevilla supiera como salir del embrollo. Porque los mediocampistas sevillistas tenían siempre jugadores del Betis cerca, porque los de rojo jugaban demasiado al pie y casi nunca rompieron en velocidad a una defensa adelantada y porque la intensidad era verdiblanca. El Betis sin la pelota actuaba con orden y disciplina, no sufría. El Sevilla ni se acercaba. Pero con ella además hacía daño. Con transiciones rápidas de banda a banda consiguieron en varias ocasiones que la pelota llegara en un dos a dos de Emerson y Lainez ante Ocampos y Acuña, y ahí los béticos salieron triunfantes casi siempre, hasta el punto de que por ese banda llegaron dos ocasiones no claras, sino clamorosas, que Fekir y Canales erraron. Raro, porque en esas posiciones de disparo son de los que suelen hacer daño. Mientras el Betis ejecutaba su partido con acierto y superioridad, el Sevilla no sabía por donde salir de la gatera que se encontró. De Jong venía a recibir, pero con pocos apoyos cerca. Y además con el holandés, sin la posesión, se merman las opciones ofensivas porque casi nunca va ni puede ir al espacio. Ante eso, Suso y Ocampos se ofrecían como soluciones, pero se equivocaban. En lugar de dar salida al equipo lo encerraban. Casi nunca tocaban a la primera, facilitaban que les encimaran y luego la salida de la pelota del Sevilla se complicaba... hasta perderse. En definitiva, el planteamiento de Lopetegui no iba acorde al partido y los jugadores en el césped tampoco supieron leer el duelo. El Betis fue notablemente mejor en esos primeros 45 minutos en los que mereció bastante más por fuerza, empuje, intensidad y fútbol. Lopetegui tenía que reaccionar y lo hizo. El partido estaba para primer toque y desmarques, y presión más adelantada para buscar el error del rival. Dos veces lo hizo en los primeros minutos tras la reanudación y el bagaje fue fructífero. De hecho a la segunda la fe de Ocampos provocó un rebote en la salida de pelota de Mandi que en En-Nesyri convirtió en asistencia a Suso, que a la primera la coló imposible para Bravo pese a su estirada. El Sevilla recibía un premio tempranero, apenas lo buscaba, pero no le dio tiempo ni a madurarlo. El Betis sacó provecho de su banda izquierda con un Aitor Rubial retando a un mermado Navas. Dos veces lo intentó y a la segunda sacó un pase atrás que fue el anticipo del polémico penalti del empate. Canales lo transformó con maestría y volvieron los relojes a cero. El Betis seguía jugando mejor la pelota ante un Sevilla con poco rumbo, con poca posesión y poco sentido ofensivo del juego. Solo en la presión generó problemas. Además el equipo nervionense a menudo se rompía al buscar esa presión que ejecutaba de manera poco uniforme. Y el Betis lo leía y aprovechaba a la perfección, es lo que pasa con Canales en el campo. Él abrió la pelota perfecta a Fekir, que buscó a Acuña para desafiarle y sacarle un claro penalti, más que el primero. Quiso tirarlo él mismo, pero el desafío a Bono no fue tan bien. El meta paró y evitó el gol del francés. Lopetegui quiso aprovechar el arreón anímico del penalti e hizo cambios ofensivos. Óscar y Munir salieron al campo para intentar buscar más espacios en un partido cada vez más roto en ambos bandos. Ya sin Canales en el campo, con el Betis, que había sido mejor, agotado y el Sevilla, que nunca se ubicó, hastiado, el partido dio poco más de sí en ocasiones. Se fue el derbi con la sensación que en todo lo que no fue el campo el Sevilla perdió dos puntos pero que en el campo quien quiso los tres y hasta mereció más fue el Betis.