El Sevilla acabó con su racha. Y leen bien, fue el Sevilla el que acabó con su racha más que el Granada, equipo que se llevó los tres puntos en el encuentro. Porque un encuentro igualado al máximo, tenso, intenso, fue desnivelado por un detalle que mermó al equipo de Julen Lopetegui en ataque y en defensa. Una auto expulsión absurda de Joan Jordán al filo del descanso, con dos amarillas en un minuto, determinó un partido cerrado, un encuentro equilibrado, de los que tenía pinta de no definirse. Encontró el gol el Granada en los últimos minutos, y el Sevilla en realidad se había defendido bien hasta entonces, pero la inercia del partido fue aculando al conjunto nervionense más y más, en inferioridad, y fue cortando las opciones ofensivas, por más que Lopetegui sacara a todos los delanteros al campo y no le perdiera la vista a la victoria. Pero el conjunto del exsevillista Diego Martínez tiene pocas fugas y mucho orden. Y con uno menos no encontró resquicios el Sevilla ni para hacer cosquillas a Rui Silva. Apenas una ocasión en cada tiempo, un cabezazo fatal rematado de Jordán, un tiro al palo anulado por fuera de juego de Munir, fue el bagaje ofensivo sevillista. Ya decimos, el partido no fue ninguna floritura, ningún catálogo de opciones de vanguardia, fue un encuentro aguerrido, de pierna dura, cerrado, equilibrado, de pocas, muy pocas ocasiones, que acabó desnivelándose por la inferioridad del equipo. Esa inferioridad sacó a la luz algunas debilidades. El Granada entró por su derecha, buscando un Acuña aún blando (salió por la lesión de Escudero), por ahí sacó más frutos y peligros, como la asistencia de Foulquier a Herrera. También evidenció esa inferioridad numérica las pocas opciones ofensivas sevillistas, además limitadas por el cansancio de algunos jugadores, o por las pocas prestaciones al tener menos opciones. Rakitic se difuminó con sus carreras en defensa, Ocampos, que entró al descanso, estuvo impreciso, Suso antes, igual, Navas tuvo que sacrificarse atrás, y De Jong, En-Nesyri... no supieron ni pudieron sacar lo máximo ante el orden granadino. Fue Munir quien más desestabilizó al conjunto nazarí, pero acabó fundido. Lopetegui intentó no perderle la cara al encuentro, intentó darle recorrido y llegada a su equipo, pero el Granada encontró su gol por acumulación más que por claridad, y ahí ya ni hubo margen de reacción para un Sevilla que cayó tras 18 partidos. Cayó, sí, pero también es cierto que sin perder la identidad, sin perder la cara y la competitividad. Perdió en la experiencia, la falta de ella más bien de Jordán, y perdió algo de crédito en algunas rotaciones, son detalles que completar para hacer aprovechable derrotas un tanto accidentales como la de Granada.