Al Málaga CF le dio por mostrarse asintomático un día que no tocaba. Con la opción real de mandar al olvido virtualmente la temporada, lo que debería haber sido un impulso emocional, el equipo completó una actuación que olió a exceso de confianza por el triunfo de la última jornada. Como si la papeleta estuviera resuelta. Error, de bulto además. Lo único que consiguió fue que le rebrotaran todos los problemas y las dudas de golpe porque el Sporting, a expensas sólo de una rocambolesca combinación para poder jugar el play off, se comió el partido y al Málaga por ganas (2-1). Sin más. Cuesta entender que pudiendo dar el zarpazo definitivo los de Pellicer regalaran la primera parte como lo hicieron. Tocará seguir sufriendo. Porque desde el inicio se vio que el equipo no estaba. Tras cinco días de descanso no hubo forma de arrancar. Y al ralentí, no vamos a descubrir nada, cualquiera te puede pintar la cara. Sólo hicieron falta tres minutos para que un buen pase de Pedro Díaz desnudara la línea de tres centrales -el balón se coló entre Diego y Juankar- y Unai Medina hiciera el primero por el palo de Munir. La primera, a la cazuela. Lejos de reaccionar, el Málaga siguió cediéndole terreno y opciones a su rival, que fue creciendo a medida que las dudas de los de Martiricos se hacían más grandes. Al filo del 25', Juande le quitó a Álvaro Vázquez la opción del gol al rescatar a Lombán en un uno para uno que perdió el de Avilés. Pero el delantero del Sporting, incisivo, tenía ganas de mambo. En esas sacó partido del solar que quedó a la espalda de Cifu y Juande superada la media hora, recibió y encaró tras un pase en largo y acertó resolviendo al palo más alejado de Munir. El asistente, sin presión. El goleador, con decenas de metros por delante. Imposible conceder más. Y si al menos en ataque hubiera existido presencia, aún se podría destacar algo positivo. Pero no, Mariño no tuvo que actuar en toda la primera mitad y Cifu fue la única baza ofensiva. Difícilmente Djukic, que tuvo que realizar dos cambios por lesión en el 36' (Unai Medina y Pablo Pérez), se hubiera esperado una primera mitad tan plácida. Pellicer agitó el árbol al descanso, entraron Tete y Adrián por Benkhemassa y Juankar. Los movimientos tuvieron consecuencia directa en el esquema, pasó el equipo a jugar con cuatro atrás haciendo Diego las veces de lateral zurdo. El cambio de piezas también lo fue de actitud, y después de un robo muy arriba de Hicham, el marroquí pudo acortar con un tiro de rosca, de esos de pulsar el gatillo en el FIFA, que salió rozando el poste. Mejoró el Málaga, mucho más parecido al Málaga del día del Dépor. Llegando arriba con más soltura, más combinación, aunque no se puede negar que el Sporting se mostró cómodo viéndolas venir con la ventaja que mostraba el marcador. Porque la posesión no conllevó a enfatizar el dominio sobre la portería de Mariño. Mucho 'lirili' y poco 'lerele' en el balcón del área, volvió a faltar pegada para descontar y poner en un apuro al Sporting. Sí tuvo una más, y clara, Álvaro Vázquez. Por fortuna, estando solo en el punto de penalti, le pegó mal a la pelota con todo a favor. Hubo tiempo aún para que Keidi se jugara la roja -vio una amarilla más- por una entrada totalmente desproporcionada antes de anotar el 2-1 con sólo dos minutos por jugarse. Un centro al área, un mal rechace del Sporting y un remate con la caña del albanés. Llegó muy tarde el gol, al igual que la reacción de un Málaga empeñado en complicarse la vida hasta la última jornada.