En pleno mes de agosto, con más de 30º a las nueve de la noche, el Sánchez Pizjuán se quedó frío. Se congeló con el empate del Celta ante un Sevilla que parecía haber hecho lo más difícil, marcar. Se congeló cuando ocurrió lo más improbable, encajar un gol. Hasta entonces el Celta ni había visto la cara de Vaclik. Aunque el Sevilla en la segunda mitad tampoco había visto casi a Rubén Blanco. Pero no solo por esas dos acciones se quedó frío Nervión. También porque tras dos primeras jornadas repletas de virtudes, de argumentos, en la tercera florecieron las carencias, los defectos que a día de hoy tiene el Sevilla, y que claro está son muy subsanables, ya sea con el mercado (quedan dos días), ya sea con el trabajo diario, pues el proyecto de Lopetegui sigue siendo incipiente, sigue estando en pañales y acaba de echar a andar. Lo más patente y claro es que falta arriba más gol. Pero no solo en De Jong, que puede que también. Sino porque lo que genera el Sevilla, en la primera media hora de partido bastante, no acaba en situaciones de peligro claras. Los jugadores decisivos no suelen gozar de ventajas en zonas clave del campo. Pasó en esa primera media hora de partido en la que el Sevilla lo hizo casi todo bien y agobió y abrumó al Celta, pero sin marcar. Y a la postre eso fue decisivo para el partido, porque tras esa media hora el equipo de Lopetegui fue encendiendo poco a poco el piloto de la gasolina. Y se fue agotando y agotando. El Sevilla arrancó de cine. Metido en campo contrario, con la presión altísima, característica ya del equipo de Lopetegui, recuperando rápido y moviendo la pelota bien, rápido y con sentido. Seguramente mereció en esos primeros 20 minutos algún gol. Aunque es verdad que a pesar del buen tono y el buen juego no llegaron ocasiones demasiado claras. En parte porque el equipo nervionense perdía brillantez en los metros finales, en los decisivos, y en parte porque la defensa de centrales del Celta estuvo bastante firme. Banega, Jordán, Fernando... movían bien la pelota y hacían entrar en acción a Navas y Reguilón por las bandas, pero luego por dentro no había ni tanta movilidad y De Jong se veía demasiado agobiado entre la zaga celtista. El caso es que salvo un disparo mal perfilado de De Jong, no hubo grandes oportunidades ni Rubén sufrió salvo en un par de cabezazos del holandés y otro de Munir. Pasados los minutos, el Sevilla perdió frescura, ritmo y velocidad. Lógico por otra parte con el calor, más de 30º, que reinaba en el Sánchez Pizjuán. Por entonces empezó a asomar el Celta, que casi no había aparecido por campo contrario. Tuvo un par de posesiones largas que cortaron ese ritmo y ese dominio del Sevilla y equilibraron las fuerzas. Tanto que la primera mitad ya acabó de forma diferente a como empezó el partido. Si empezó el Sevilla con ímpetu la segunda mitad, se apagó pronto. No fue la misma tónica. El equipo de Lopetegui ya no presionaba ni tan intenso ni tan arriba, y el Celta se encontró más cómodo con y sin balón. De hecho, aunque Vaclik estuvo inédito casi toda la noche, tampoco arriba hacía cosquillas el conjunto hispalense. El centro del campo perdió pujanza y los hombres de banda, desequilibrio. De ahí tiró Lopetegui para intentar variar el encuentro. Salieron un flojo Munir y luego un venido a menos Nolito, y Jordán, por Bryan, Lopes y el Mudo. El partido no cambió en su desarrollo con los cambios. El juego, el partido, siguió igual. Pero sí que resultó trascendente el Mudo Vázquez, que remató de forma impecable de cabeza una falta de Banega. Parecía que el Sevilla había encontrado el tesoro de forma definitiva. El Celta no se había acercado hasta entonces y arriba había llegado el gol en lo poco que había generado en la segunda mitad... Pero al Celta, casi a continuación, le dio por hacer lo que no había hecho en todo el partido. Tocar y llegar. Y en una gran jugada marcó el Celta. Gran asistencia de Mina y gol del exsevillista Denis Suárez. El gol remató el partido. Porque pese a los intentos el Sevilla estaba agotado, y no tenía ni llegada ni acercamientos. Tampoco que el Celta se quedara con diez por un mareo de Olaza cambió nada. El Sevilla desgastado tampoco puso en apuros al Celta y así se fueron los primeros puntos de Nervión y se fueron los primeros puntos del Sevilla, que en esta tercera jornada sí dejó patentes carencias, sin olvidar sus virtudes.