No molesten a Monchi

Cuando un equipo ha perdido tantísimo potencial en apenas dos años, resulta muy difícil que una afición mantenga el temperamento calmado. El Sevilla es el vivo ejemplo de un empobrecimiento bestial sufrido en muy poco margen de tiempo. Equipo totalmente venido a menos, vulnerable y por momentos hasta mediocre, con jugadores que no marcan la diferencia en ninguna de las líneas. La afición del Sevilla es soberana, al igual que lista. Aun con la plaza europea por enésimo año consecutivo, las protestas al término del último partido en Nervión se volvieron muy duras. El sevillismo sabe de la pésima planificación hecha en la recién acabada campaña, como igual de pésima ha sido la temporada. Por ello la exigencia se vuelve ahora intransigente, porque un club Pentacampeón en Europa y que viene de retozarse en la gloria no puede consentir una pérdida de poderío tan preocupante. El sevillismo siempre estará para animar, por encima de todo y de todos. Pero también está para oler el mal presagio, advertir de malos rumbos, prevenir el derrumbe y recordar cuál es el lugar que corresponde al Sevilla Fútbol Club. La depreciación del equipo es una evidencia pasmosa, por eso la llegada de Monchi debe ser de nuevo la piedra donde se sustenten cimientos renovados. De momento, se percibe un aire distinto del Monchi que se fue al de ahora. Puede parecer insignificante, pero fíjense en su rostro la próxima vez que tengan ocasión. Se ve a un Monchi con hambre voraz, más astuto, más experimentado, con ganas de volver a sentar cátedra en el mundo de los despachos. Recuperar a un Sevilla ganador dependerá de él. El club necesita una altísima dosis de acierto. Desde la esencial elección del entrenador hasta el último fichaje que firme en agosto. La planificación debe rozar la perfección para equilibrar la balanza de fracasos de los últimos veranos. Y, señores, ahí juega un papel importante la afición del Sevilla. No es fácil mantener a raya los impulsos opinativos en un mundo en el que todo el mundo quiere opinar. Pero, por favor, intenten controlar el bombardeo dañino. Dejen a un lado el jugar a ser directores deportivos. Monchi trabajará de sol a luna con el único objetivo de fabricar una plantilla de máxima élite. Claro que habrá errores, todos en este mundo somos humanos, pero al final los vientos siempre responden si el barco va a favor de corriente. Dejen trabajar a una de las mejores secretarías técnicas del continente y confíen ciegamente en aquel que un día llenó de plata las vitrinas de Nervión.