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Y fue azotado, otra vez

Los jugadores del Betis reclaman un golpe a Rui Silva. EFE
  • El Girona gana 3-2 al Betis

  • Stuani marcó en el descuento

  • Cuatro derrotas consecutivas

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Sevilla"No busquéis entre los muertos al que vive". Así quería esbozar sus primeras líneas este que escribe. Pero no. Eso solo era una fantasía para el que osaba desconocer la realidad. Este Real Betis aún no ha resucitado. Ni siquiera ofreció señales de poder hacerlo. Él pudo vivir... y él solito se mató. Los clavos impuestos siguen ahondando sus heridas. El particular calvario que tanto ha castigado a los sevillanos esta semana brindó la lanzada definitiva. Un nuevo golpe que parecía negar cualquier atisbo de expiración. El azote fatídico a un plantel que pretendía explorar el sol en Montilivi, donde no perdía desde 1940, pero apenas halló tinieblas y espinas. Fue condenado por sus propios errores, por su indolencia y la incapacidad para generar peligro. Esa misma que debe ser inherente a un equipo que pelea por Europa, pero que ahora no tiene. Buscaba la paz, social y deportiva, pero solo encontró amarguras. Isco, como el Señor, no siempre puede hacer milagros. No es su año, no. Partía con Fekir, Ayoze, Isco y Pablo Fornals de inicio. Lo que todo el mundo anhelaba. El edén que muchos vendieron. Pero a este Betis lo han despojado de su propia alma. Sus propios jugadores. Indolentes. Impasibles. Erráticos a más no poder. Entre la mano de Chadi Riad y las desconexiones en defensa. Es para rasgarse las vestiduras. Hay quien ya lo niega. Una, dos y tres veces. Esto parece estar sentenciado.

La nueva lanzada al Betis

Ojalá se equivoquen como hiciese San Pedro. O que el Athletic, del que "todos somos un poquito", como dijo Manu Fajardo en la previa, haga los deberes que el Betis no ha sido capaz de realizar. No queda humildad ni paciencia. Normal. Hay cosas difíciles de justificar. Hoy, el Girona devolvió el atisbo de reacción al subterráneo más absoluto. Las estrellas no aparecieron -solo Isco. A Fekir ni se le espera- los cambios del redentor no cambiaron un ápice, y la pena volvió a apoderarse del beticismo. Y con razón. Ni ellos, las Marías que siempre hallan consuelo, son capaces de socorrer esta amargura que el plantel ha brindado en el último mes. Y ahora solo queda rezar. Porque los jugadores, como semana tras semanas prometen, hagan reflexión y autocrítica. Que se pongan las pilas de una vez. Porque como en la religión, el Betis siempre ha demostrado saber levantarse. Quedan ocho jornadas por delante. Ojalá la reacción no llegue tarde. Que el santo entierro de Manuel Pellegrini que tantos desean nunca llegue, pues hallado el sepulcro cuesta más ver el sol. Y sin él se instaurará el duelo. Guarden estas palabras. Por el bien del club, que las llagas se curen, que la divina providencia calme los dolores actuales. Y que resucite, para regocijo de los que piden por él. Con la ilusión de sentar las bases de un club mejor. Que todo termine con el Buen Fin.

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