Ya nadie quiere a Mendilibar

Como decía Caparrós, en el fútbol se pasa “de puta a monja” en un minuto.
Ni su campechana forma de ser tan alabada a su llegada parece convencer ya a nadie.
SevillaAllá por el mes de mayo -ojo, la final de Budapest acabó ya en junio- todo el sevillismo clamaba por la continuidad de José Luis Mendilibar en el banquillo, el hombre que había dado normalidad futbolística y humana al manicomio que había comenzado a construir Lopetegui y culminado Sampaoli. Luego fue campeón de la séptima UEFA Europa League y, pese a las reticencias de muchos, el club no tuvo más remedio que renovarle un año más. Había encarnado, junto a Bono, la figura de héroe del equipo que olía a Segunda y acabó siendo campeón. El Sevilla FC no ha comenzado bien la temporada, hasta hace un cuarto de hora era colista y el equipo solo juega bien a rachas y/o por zonas. Este domingo logró la primera victoria, sufrida, ante la UD Las Palmas, en un partido vertiginoso en el que se mostraron demasiado los defectos del equipo y, también, las posibles virtudes que los recién llegados pueden añadir a un cuadro que el año pasado cuajó una de las temporadas más extrañas que se recuerdan, con meses lamentables, no lo olviden, y un epílogo glorioso. Los problemas del Sevilla en el campo son evidentes. Muchos de los jugadores no se encuentran en este momento para ese fútbol de ida y vuelta, sobre todo de ida, que propone Mendilibar, y hay piezas que no parecen preparadas en este momento. Exaspera que el vasco insista en saltar al césped sin un mediocentro defensivo específico, y por ahí vienen casi todos los problemas de un equipo llamado a correr mucho hacia adelante y hacia detrás, que en estos momentos corre más hacia su propia portería y con poco criterio. Fernando estuvo out en la Supercopa y en el partido ante el Girona, pero ya estaba disponible junto a Soumaré, fichaje del último día, por lo que no se entiende demasiado que ese rol esté ausente. Por otro lado, para el fútbol que propone el vasco es fundamental la presencia de En-Nesyri, que no lo puede jugar todo, pero que da sentido a la idea de Mendi como gran referencia arriba, como se pudo comprobar en la media hora que jugó ante Las Palmas. Si se le junta a un hombre con solvencia en las segundas jugadas como podría ser Mariano, puede dar muchas alegrías.

Como defendía Caparrós, en el fútbol se pasa “de puta a monja” en un minuto. En un resultado. En una acción desafortunada. Y Mendilibar parece haber tomado el camino del convento al club nocturno para buena parte del sevillismo, especialmente la eternamente descontenta. El mismo sevillismo que se iba con él a Budapest y que ahora no entiende nada y afirma que el Sevilla, ese al que hizo campeón en las circunstancias más difíciles de su historia reciente, le viene grande. Como si fuera un traje o un jersey que ha ensanchado de pronto.
Como decía Caparrós, en el fútbol se pasa “de puta a monja” en un minuto. En un resultado. En una acción desafortunada. Y Mendilibar está tomando ese camino para buena parte del sevillismo, especialmente la eternamente descontenta.
Ni su campechana forma de ser tan alabada a su llegada parece convencer ya a casi nadie, ni que, como prácticamente todos los entrenadores que recuerdo por Nervión -verbigracia, otros vascos como Emery o Lopetegui-, quiera esperar a que los nuevos se vayan adaptando un poco a su forma y manera para empezar a darles la cancha que seguramente acabarán encontrando. Miren a Lukebakio, casi un mes ha tardado en debutar y cuando le ha tocado lo ha hecho a la perfección. Ya nadie quiere a Mendilibar. Y eso que ya ha ganado.