Pedro Díaz 36´,
Aitor García 81´,91´
J. Salinas 12´,
Jofre Carreras 25´,
Óscar Pinchi 48´,
Juanlu Sánchez 56´
Pese a la reacción final... Bochorno, esperpento y vergüenza
La temporada del Real Sporting ha abrazado definitivamente el esperpento. Y lo peor es que ya parece un mal endémico del club que no atiende a jugadores, entrenadores o propietarios. La propuesta de Miguel Ángel Ramírez, vistosa y atractiva en la teoría, no sé si tiene ya algún adepto en El Molinón, que una vez más pitó a su equipo. Y esta vez de manera muy sonora. Pero es que a la luz de lo que se ha visto este domingo, razones tenían más que de sobra. Y ojo, que la puesta en escena del equipo rojiblanco no fue para nada mala. Pero todo se diluyó como un azucarillo superado el minuto diez de partido. Un Mirandés que se plantó en El Molinón con cinco defensas y la intención de minimizar el potencial ofensivo rojiblanco aprovechó al máximo los groseros errores que cometió la zaga para golear. Pero eso no disimula tampoco los clamorosos errores defensivos que ellos también cometieron y que supusieron ¡dos! goles de Aitor García en los minutos finales. Dos tantos que jamás dieron opciones al sportinguismo de pensar en la épica, en la igualada. Cuatro fueron los goles que el equipo jabato marcó en un campo que debería ser inexpugnable. Más aún viendo la imagen que se viene ofreciendo fuera de casa. Y pudieron ser más si no fuera por el Pichu Cuéllar y por la poca puntería del rival en ocasiones concretas. Cuatro goles, a cuál peor y más calamitoso que evidenciaron que, con estos jugadores, no se puede jugar a sacar el balón jugado. Y tanta culpa tiene en esto los jugadores como un entrenador obstinado con su idea y que debe simplificar su propuesta para sacar resultados. La única noticia positiva la puso Pedro Díaz, con un auténtico golazo que recortó diferencias y que permitió al equipo llegar al descanso con alguna esperanza de al menos empatar. Pero el paso por vestuarios le sentó verdaderamente mal a los de Miguel Ángel Ramírez, que encajaron otros dos goles que vinieron precedidos de una pérdida de Rivera por puro descuido y de una acción en la que la zaga demostró falta de entendimiento y a la que Cuéllar puso el broche haciendo la estatua.
Reacción tardía e inútil del Sporting
Con los cambios Ramírez consiguió cambiar la imagen del equipo. Y eso que lo tenían verdaderamente fácil. Al Sporting se le vio algo mejor y mucho menos pasivo que en la primera mitad. Jony le puso ganas entrando desde el banquillo y Aitor García marcó dos goles en los compases finales del partido para maquillar el resultado, pero El Molinón nunca creyó en la remontada. ¿Servirá esta derrota como catarsis? ¿Veremos otro Sporting a partir de ahora? Lo que está claro es que urge hacer autocrítica ya y no quedarse con esta reacción final, sino con los cuatro goles encajados.
