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Tarde, muy tarde... para todo

El primer gol de Guedes.. Kiko Hurtado
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Fue amor propio, porque no había más. Un arreón de verdad, sin premio, pero al menos fue de verdad. Era lo único que podía parar una sangría. Ese arreón que acabó en derrota pero al menos con el alma herida. Pero fue tarde. Muy tarde. Tarde en todo, tarde para todo. Tanto que al Betis se le va Europa poco a poco, mucho a mucho. Y si se le va, la grada ya tiene un culpable. Tras el 0-2 y al final del partido la grada del Villamarín fue clara. Ese "¡Quique, vete ya!" quiere decir mucho, como el aplauso final a los jugadores que dieron la cara. Ese cántico contra el entrenador que esta vez no fue pitado como el día del Getafe. Pero ya parece tarde. Muy tarde. Fue una historia diferente, aunque la de siempre al fin y al cabo. El cambio de sistema de Setién bloqueó a Marcelino y sus jugadores tardaron en darse de lo que tenían por delante. Fue salir Rodrigo al campo y el choque cambió. Que sí, que el Betis tuvo mucho control, pero sin pegada es imposible. Y no vale con tener ocasiones. Si no tiras, por mucho que llegues al área del rival, no vas a marcar. O sí si eres bueno. Y el Valencia, sin hacer nada, pero nada de nada, se fue al descanso por delante. Un zapatazo de Guedes desde la frontal del área se coló por el poste derecho de Pau López. El portero se tuvo que sentir culpable porque se quedó mirando en el videomarcador cómo fue la jugada. Y sí, pudo hacer mucho más. Fue un golpe duro, casi tanto como el arbitraje de Sánchez Martínez, de todo menos casero. Desesperante, con una visión diferente según el color de la camiseta del jugador. Setién no daba crédito. Hasta entonces el Betis había sido mejor, si entendemos por mejor llevar el control del partido y apretar al rival. Tello se topó con el poste y Mandi olió el gol en un remate de cabeza. Pero nada. Otra vez nada. Jesé, por mucho que quería, apenas daba pie con bola. No puede ser el nueve de este Betis. No puede ser el nueve de muchos equipos. Más que nada porque no es nueve. Marcelino apenas celebró el gol porque no estaba contento con su equipo. Digamos que por dentro estaría eufórico, cada vez más cerca de la Champions. Una forma perfecta de gestionar una plantilla, entres competiciones hasta el final. Aquella mala racha de la primera vuelta, que casi le cuesta la cabeza, es historia. Vaya si es historia.

Derrumbe... y resurrección

Empezó la segunda parte y fue como en los ordenadores: control C, control V. Guedes cogió el balón fuera del área, tiró y otra vez sorprendió a Pau. Dos tiros, dos goles: eso es el fútbol. El resto es todo mentira. El Betis se derrumbó, comenzaron los cánticos contra Setién en la grada y el Valencia empezó a nadar y guardar la ropa. Ya se estaban viendo con el triunfo y un ojo en el Atlético. Y la Champions. Y la UEFA. Y la Copa otra vez en el Villamarín. Pero llegó un arreón. Con Loren y Sergio León en el campo. Con Jesé, muy pitado, fuera. Con Joaquín de lateral derecho. El portuense provocó un penalti por manos de Gabriel Paulista y Lo Celso no falló. La grada apretó, porque no le hace falta mucho para apoyar si en el césped hay fuerza. Tello asustó a Neto, Feddal rozó el empate y poco después Rodrigo vio la roja. Fue un final de infarto, como en la Copa, como si el Betis se jugara. Porque se estaba jugando mucho. El tren de Europa se estaba escapando y gracias a los rivales porque no se haya ido ya de verdad. Pero no dio para más. El Valencia se va y el Betis no fue capaz de aprovechar los pinchazos del Sevilla, Alavés o Athletic. Y que no mire hacia abajo. Porque ya va tarde, muy tarde.

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