Cuando el fútbol no importa nada

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Raúl García en San Mamés ante el Spartak ruso.
  • Desmarcados: "De estar con pié y medio fuera, a quedar primeros"

  • Un sorteo complicado

  • Muniain: "La banda sigue de gira"

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No podía fallar el Athletic Club. Era el último clavo ardiendo de la ilusión, lo único que evita que aparezcan pañuelos o que la deserción de San Mamés sea mayor, la UEFA Europa League, que este jueves, con la increíble muerte de un ertzaina en los incidentes previos, ha deparado una noche infinitamente triste en la vuelta de los dieciseisavos de final ante el Spartak de Moscú. ¿Se debió parar el encuentro? El 1-3 en el Otkrytie Arena dejaba las puertas abiertas hacia el sorteo de octavos, pero había que traspasarlas. Se ha logrado con más verguenza que otra cosa, sufriendo ante 36.873 espectadores, con lesión incluida de Mikel Rico en la noche de la sinrazón que empaña este deporte y el adiós del gran Forges. Fuera la escoria del fútbol y fuera los que les financian y se lo permiten con reiteración. A todo esto los de Cuco Ziganda perdieron (1-2) con goles de Etxeita, y de Luiz Adriano y Melgarejo por parte visitante. Lo que es indignante es que la UEFA permite a estos 'cabestros' viajar ya que sus equipos disputan la competición liandola año tras año. Incluso les dan el Mundial de 2018, la tragedia ya no tiene marcha atrás, veremos encima si al Athletic le castigan por las bengalas que han encendido los moscovitas en la grada. ¿De verdad es necesario que el Spartak de Moscú juegue en Europa pese a todo lo que ello conlleva?Tras la resonancia magnética del mediodía, que ya anunciaba ElDesmarque Bizkaia, ha pasado en RMB de Pozas, Aduriz caía del once, tirando Ziganda de un equipo equilibrado y sin florituras, con Oscar De Marcos jugando arriba y Williams de delantero centro por delante de Rulo. La idea era no especular, los vizcaínos salieron a presionar arriba con idea de generar incomodidad a los rusos, pero su primer tiempo, a partir del cuarto de hora, fue muy flojo y acabaron desmadrados en los 4 minutos de prolongación. La presión no iba encaminada a que se lesionara Tasci, pero el hombre se tuvo que ir a la ducha en 6 minutos agarrándose el costado, fue poco antes de que el mediapunta de Zizur casi marcara en un gran cabezazo. La banda derecha bilbaína no dejaba de producir centros, vía Lekue y Demar, pero la falta de definición y un par de errores en la entrega fue dando paso a un claro control ruso del medio campo, con Promes (que suena para el Valencia CF) y Glushakov, de ejecutores cara a puerta. Pese a que Yeray se fajaba ante sus avances, los de Carrera fueron capaces de hacer peligro tirando a menudo desde fuera, obligando por ejemplo Zobinin a intervenir a Iago Herrerín. El meta que tuvo que rascar un tiro que era medio gol del tulipán Promes. El Athletic, un día más sin fútbol, tiraba de acciones individuales de Williams y del paso de los minutos para sobrevivir. Pero el gol visitante se veía venir y Luiz Adriano hizo el 0-1 de cabeza al borde del descanso a centro de Konvarov, mientras la afición pitaba porque el equipo las estaba pasando canutas. Tras un buen inicio se había desinflado por completo. La noticia del fallecimiento del ertzaina cargó de incertidumbre el inicio de la segunda parte con bengalas en la grada, sumadas a la lesión de Mikel Rico en la parte posterior del muslo, que dio paso a San José. Una cabalgada de Saborit iba a dar lugar al empate de cabeza (brillante) de Xabi Etxeita, la mejor noticia posible que asfaltaba el camino al sorteo de octavos, antes de una bonita jugada de Lekue que recordó al de sus inicios. Los rusos ya se veían eliminados, eso dio paso a unos mejores momentos vizcaínos, con la aplaudida marcha de Rulo, molido a patadas, para dar paso unos minutos al renqueante Aduriz, el máximo goleador de la competición que tendrá, al menos, dos partidos más en Europa, pero lo cierto es que poco importaba todo ello, porque al verlo hecho se regalaba el 1-2 ruso en el 85', obra del recién entrado Melgarejo en medio de una siesta vizcaína. A partir de ahí el terror se apoderó de San Mamés temiendo la eliminación. Fue el cierre de una noche vergonzosa en la que el fútbol volvió a perder.