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Y 17 días después, una vergüenza

Adán no pudo evitar el autogol de Amat.
  • Así vivimos el Éibar-Betis

  • La humillante derrota del Betis en Ipurúa, en imágenes

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Aquella ola en el Villamarín tras golear al Levante hacía presagiar una temporada de ensueño en el Betis. De vivir noches mágicas, de partidos históricos, de cantar muchas veces y hacer la ola cada domingo. Pero la ola va camino de ahogar al Betis, que ha dado un bajón tremendo desde aquella fiesta. Un bajón que en Ipurúa se vistió de bochorno, de desastre. De una vergüenza para el que se siente bético. 17 días para preparar un partido y que salga esto. Que le bético le ponga adjetivo. El Éibar, que no mordía a nadie, que no hacía goles ni a puerta vacía, se dio un festín en una noche negra, negrísima para el Betis. Una noche que recordó a meses atrás, donde el Betis deambulaba, donde el Betis era casi un hazmerreír. Donde el Betis provocaba más de un dolor a su gente. Ese Betis que ningún bético quería y que esta temporada, o eso parecía desde aquella fiesta ante el Levante, iba a dar mucha fiesta. Este Betis que con el giro y la llegada de Lorenzo Serra Ferrer no iba a perder por 5-0 ante rivales como el Éibar, este Betis que deja en el banquillo una pila de millones de euros porque hay que rotar después de 17 días sin jugar. Este Betis que jugaba como los ángeles y que iba a pelear por Europa. Este Betis, hoy día, está sólo para salvarse. Decía Setién en la previa que echa en falta en su Betis como visitante mucha más intensidad, pero o sus jugadores pasan de sus palabras o el problema es más gordo de lo que cree el entrenador. O el problema lo tiene el entrenador. La primera parte del Betis en Ipurúa fue bochornosa, con poca intensidad y menos concentración. El Éibar, con seis goles en 11 partidos, metió dos en media hora porque no apretó más.  En esos vídeos que torturan a los jugadores en los que se analizan a los rivales seguro que habría unos segundos para Inui o Sergi Enrich. Pues bien, Barragán dejó dos metros al japonés y Amat se perdió entre no se sabe qué en la lucha con Enrich. Y sin querer, claro está, porque llegó tarde, metió el balón en la portería de su compañero Adán. Pero el Betis no reaccionó, fue a peor. Con la concentración en Sevilla. Javi García se olvidó por un segundo de la marca y Escalante no perdonó con un certero cabezazo. El centro de Juncá tuvo su mérito, por supuesto, pero esa dejadez defensiva ya comienza a ser más que preocupante en el Betis. Barragán, que estaba lamentando la jugada antes del remate, tampoco dio mucha ayuda al murciano.

Bajar los brazos

Sobre todo porque este Betis del toque fue un Betis de toque y trote cochinero, que diría aquel. Sin apenas profundidad, Nahuel volvió a encontrarse un marrón casi sin buscarlo y Joaquín no puede ser siempre el que más aparezca en ataque. Dmitrovic no olvidará una primera parte tan plácida. Y la historia fue a peor. Sergio León perdonó lo que no solía perdonar y en la jugada siguiente Amat estuvo otra vez horrible y Mandi no tuvo más remedio que frenar a Charles. Para su sorpresa, porque fue fuera del área, penalti y expulsión. El brasileño batió a Adán para finiquitar el encuentro, un momento para que los jugadores del Betis decidieran bajar los brazos de forma alarmante. Poco importa la clara ocasión, la segunda, que falló Sergio León después. El Éibar olió sangre y sacó sangre. Charles y Sergi Enrich siguieron de fiesta para hundir al Betis, para avisar a Setién de que su sistema debe ser negociable, para dar un toque a los dirigentes de que este Betis no es tan bueno como parecía. Pero, sobre todo, para decir a los béticos que o siguen exigiendo o la temporada puede ser como la que firmó la UD Las Palmas con Setién en el banquillo. Y no vale con pelear sólo en el Villamarín. El Betis es mucho más que eso.     

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