Aspas salva al Celta en su bicentenario
Iago Aspas y su once de las estrellas
Iago Aspas salvó al Celta en su debut
Aspas: "Soy un chico de la calle que juega en el club de sus amores"
Iago Aspas ha cumplido ante el Sporting 200 partidos oficiales con el Celta, el menudo delantero moañés llega a esta mágica cifra con 29 años recién cumplidos. Sin duda el canterano hubiese llegado antes a este bicentenario de no mediar su tardío debut, ante el Salamanca, una temporada antes de salvar al equipo con sus primeros goles en Balaídos ante el Alavés, y de no haberse perdido dos años en Liverpool y Sevilla. La historia de Aspas con el Celta nace de una pequeña mentira, así lo cuenta Yo jugué en el Celta, y es que el de Moaña se presentó a unas pruebas en A Madroa para chicos nacidos en 1986, acompañado de su tío, fue él el que le convenció para que mintiese con su edad y se pusiese un año más de los que realmente tenía. La calidad de este hizo el resto, aunque el pequeño creía que el Celta no le llamaría, sólo media hora después de llegar a su casa un telefonazo le avisaba de que el Celta, el club de sus amores, lo quería en sus filas. En ese momento tuvo que confesar su pequeña mentira, pero eso no le importó a los técnicos del filial. Aspas era reclutado para la causa celeste. Su ídolo, como el de tantos niños vigueses, era el genial Mostovoi, con el ruso compartía no sólo la calidad y su posición, también el mal genio, ese del que aún sigue haciendo gala en el campo de vez en cuando. Conocidos son sus mosqueos en las categorías inferiores, pero hubo dos hombres que marcaron su camino. Uno, su gran valedor en el Celta, el mítico portero de los 80, Javier Maté. Para el recuerdo su cesión al Rápido de Bouzas donde, en un duelo contra el Celta, acabó expulsado e increpando, mientras hacía unos cortes de mangas, a la afición del Celta. A pesar de ello, el de Moaña volvió a la disciplina celeste y ya nunca dejó de progresar. En una posición más retrasada que la que ocupa actualmente, destacó en el filial celeste. Dani Abalo se convirtió en su mejor socio y las actuaciones de ambos les valieron para llegar al primer equipo. Iago debutaba con los mayores en la campaña 2007-2008. Fue en un choque en el Helmántico, un feo encuentro en el que jugó 60 minutos gracias a la confianza, y es este el segundo hombre que marcó su paso por la cantera del Celta, de Alejandro Menéndez. Esa temporada ambos hicieron el mismo camino, del filial al primer equipo.
El nacimiento de un mito
Celta-Alavés, un partido que marcará para siempre la historia del Celta y del moañés. Tras un buen comienzo de curso el equipo dirigido por Pepe Murcia se había hundido en la tabla hasta el punto de que en la antepenúltima jornada los vigueses se jugaban el descenso a Segunda B ante los vitorianos. Eusebio Sacristán era el técnico y sólo tres puntos separaban a ambos equipos en la clasificación. Sin goles al descanso, sin Dinei y Ghilas en el equipo. La responsabilidad en esa segunda parte sería para Iago en el momento que Eusebio le dijo "vístete, que vas a entrar". Nada más salir al campo tuvo la primera pero a pesar de su buen remate marró el tiro. Faltaban 10 minutos y un pase de Trashorras era cabeceado por Aspas que ponía el 1-0 y llevaba el delirio a las bancadas, el mismo lo celebró sacándose la camiseta y agarrando un micrófono de ambiente, por supuesto recibió la cartulina amarilla. Ese gol daba la salvación al equipo, pero el Alavés empató justo después y con el tiempo ya cumplido se pudo poner por delante. Y es en ese instante cuando nace el mito, en el descuento una recuperación de Jordi Figueras es aprovechada por David Rodríguez, pero el talaverano falla. Aspas recoge el rechace y anota el tanto de la victoria, el gol que salvaba a un Celta del posible pozo de la Segunda B y quizás, porque eso nunca se podrá saber, de la desaparición.
Forjado en la Segunda
Un Celta salvado, un proyecto nuevo comandado por Eusebio y una nueva hornada de canteranos, la Factoría A Madroa empezaba a carburar. El de La Seca supo manejar el carácter indomable del de O Morrazo, con él jugó 36 partidos aunque sólo anotó 5 goles. Siguió con sus salidas de tono, pero cada vez eran menos. El Celta no rindió como se esperaba pero el talento de Iago iba en aumento. Para el recuerdo la espectacular Copa del Rey en la que sólo el lamentable arbitraje en la eliminatoria ante el Atlético apeó a un conjunto que había vuelto a deslumbrar en España. Si Eusebio fue importante, no menos lo fue Paco Herrera, con el catalán en el banquillo el Celta volvió a ser uno de los gallitos de la categoría, su primer año acabó de forma dramática en la infausta tanda de penaltis en Los Cármenes. Granada se preparó para recibir a un Aspas que en el partido de ida había chocado con Roberto causándole un hematoma en la cara. Pero no se amilanó, mandó callar al estadio cuando anotó su gol, gesto que le valió, de forma incomprensible la expulsión. Tocaba una revolución y tras la decepción de Granada el equipo se preparó para encarar la siguiente temporada con las miras puestas en el ascenso directo. Ahí explotó Iago, en la temporada 2011-2012, cuatro años después de su debut. El equipo era una máquina de jugar al fútbol y de anotar goles. Aspas mostró, ya de delantero centro su capacidad para destrozar las redes rivales. El de Moaña acabó la temporada en Primera y con 23 goles en 35 partidos.
España descubre a Iago
El Celta volvía a Primera y Iago se convirtió, por méritos propios en una de sus grandes estrellas. Calificar la temporada de complicada es ser benévolos. El equipo no funcionaba y Paco Herrera, para dolor del celtismo, era destituido tras caer en Getafe, ese día Aspas abandonó el campo malhumorado tras ser sustituido por un debutante Santi Mina. Llegó Abel Resino y aunque el juego del equipo no mejoró si se lograron los puntos necesarios, 37, para salvarse en una agónica última jornada ante el Espanyol en la que será recordada como la Liga del 4%. Ese día nació el famoso cántico que aún suena en Balaídos. Aspas anotó el tanto de la victoria tras pase de Insa y la afición se lanzó a las calles a celebrar que el equipo seguiría en Primera una temporada más, pero sin Iago y es que ese verano el moañes abandonaba Vigo con destino a las Islas Británicas, Liverpool sería su nuevo hogar. Efímero paso de un jugador que un año después recalaba en el Sevilla de Emery, donde a pesar de su excepcional Copa del Rey, apenas contó con oportunidades.
El regreso del hijo pródigo
Las malas experiencias fuera del que era su hogar le hicieron volver a Vigo. Carlos Mouriño ni se lo pensó, Iago era patrimonio del club y si cabía una posibilidad volvería a vestir la celeste. Y llegó ese momento, Aspas volvía a enfundarse la celeste. Pero el proyecto ya no era el mismo. El Celta ya no pensaba sólo en salvarse. Con Berizzo en el banquillo y la 'Delantera Mojón' en el campo los vigueses apostaron por el fútbol total, el 'fútbol de salón' un término que tanto gusta entre la afición. Partidos de escándalo, goleadas para la historia y una clasificación para Europa. Una década después el Celta pasearía la Cruz de Santiago por el viejo continente. Nolito, Aspas y Orellana marcaron a ese Celta maravilloso, un Celta que resurgía de sus cenizas desde el mismo momento que Iago Aspas anotaba sus dos primeros goles en Balaídos ante el Alavés y es que ese día nació un mito, un jugador que 9 años después cumple 200 partidos oficiales con el Celta, el club de sus amores.
