Nervión quiere Champions

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Iborra y Gameiro felicitan a Konoplyanka.
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En el Ramón Sánchez Pizjuán todo es posible. Es posible que el peor equipo de la Liga a domicilio mute y se convierta en un temible equipo como local, un equipo con carácter, con coraje, con fútbol, con calidad. Ese es el Sevilla de Nervión, un Sevilla que sueña con la Champions League, que es capaz de ganar a cualquier rival que se le presente, que es capaz de remontar un encuentro que se había puesto cuesta arriba y que es capaz, por supuesto, de superar al equipo que a día de hoy mantiene la cuarta plaza, pero que ya sabe que tiene detrás un sabueso que huele su miedo. Miedo como el que demostró Marcelino este domingo ante un Emery mucho más osado, más seguro y que acabó, una vez más, por superar a su colega en la pizarra, en la teoría y en la práctica. Y aunque el marcador no siempre respaldó lo que se veía en el campo, lo cierto es que el resultado final sí obedeció a la realidad de lo ocurrido en Nervión. El Sevilla fue, en términos generales, mejor que el Villarreal, y por eso ganó. Fue mejor de inicio, fue mejor en la segunda parte y apenas flaqueó cuando se vio impotente ante los dos goles, los dos chispazos de Bakambu. Pero es que además el Sevilla también supo entender mucho mejor el encuentro, de darle en cada momento lo que precisaba, y así, ganando pequeñas batallas, acabó ganando la guerra del encuentro.  Emery, una vez más, superó a un Marcelino miedoso en Nervión; fue más osado el técnico del Sevilla y tuvo su premio La victoria deja al Sevilla a cinco puntos del Villarreal, una distancia todavía considerable, pero deja la pelea abierta y a expensas de que el conjunto nervionense mejore su faceta fuera de casa. Porque en casa ha dejado más que demostrado que no tiene apenas rivales. El partido empezó presidido por un enorme respeto por ambas partes. Marcelino, de hecho, sacó dos laterales derechos en el costado con la intención de frenar las acometidas locales, siempre profundas por las bandas. Curiosamente fue esa banda la que más utilizó el Sevilla y la que más rédito le dio. Ese respeto inicial, con los dos conjuntos esperando a su rival en el centro del campo, dio paso a una progresiva mejoría sevillista y, por consiguiente, un mayor dominio en el encuentro. No era un control absoluto, ni mucho menos, porque además Banega y Krohn Dehli anduvieron desaparecidos y N'Zonzi, unos destinados a sacar la pelota, se lesionó a las primeras de cambio. Pero sin necesidad de ganar la batalla en el centro del campo, que de hecho más bien la perdía, el conjunto de Emery contabilizaba llegadas más claras, sobre todo por la banda izquierda en la que Konoplyanka y Tremoulinas se entendieron bien. Por ahí llegaron sendos pases que Gameiro, uno finiquitado con un mal remate y otro al que no llegó por poco, y por ahí llegaría más tarde la jugada del gol del Sevilla. Era, realmente, la única vía clara que encontraba el conjunto nervionense hacia la meta de Areola. Pero al menos los de Emery habían encontrado una. El Villarreal, muy contenido, muy reservón, ni se acercaba, salvo en un peligroso despeje de Sergio Rico. El Villarreal remontó en la primera parte con dos chispazos de Bakambu, el segundo, eso sí, un gran golPero el partido cambiaría, primero el resultado y luego el partido, más bien. El Sevilla se adelantó en una gran acción de bastante mérito tanto de Konoplyanka, que sacó muy bien la pelota, como de Gameiro, que se fue por piernas de Víctor Ruiz y se la regaló a Iborra para que marcara. El gol ponía por delante a los de Nervión de forma merecida y casi que ponía el partido donde querían los locales. Pero, cosas del fútbol, un mal despeje de Banega, una mala defensa de Carriço y un desafortunado rechace metieron al Villarreal de lleno en el partido con gol de Bakambu.  No se esperaba el Sevilla ese gol, que no obedecía al guion, y se quedó tocado. Tanto que a partir de ahí, aunque seguía contabilizando llegadas gracias a los balones por banda o la velocidad de Gameiro, empezó a romperse y a sufrir más en defensa. También porque el Villarreal empezó a acumular más futbolistas en ataque y llegar con más peligro. En una de ellas, con enorme mérito y calidad por parte de Adrián, en el pase, y de Bakambu, en la definición, el Villarreal se adelantó en el partido y dejó tocado realmente al Sevilla, que huérfano de referencias, solo con una sola vía de penetración, con un Mariano nulo, casi agradeció el descanso pese al resultado.

Un provechoso paso por vestuarios

Necesitaba el conjunto nervionense rearmarse, centrarse y entender que la derrota que sufría en esos momentos era excesivo castigo. Y necesitaba entender el equipo sevillista que, más que posibles soluciones externas, necesitaba mejorar la versión de sus futbolistas de referencia en el campo. Por ejemplo de Banega o el mismo Mariano. Salió tras el descanso el Sevilla además mucho más intenso, presionando más arriba y embotellando al Villarreal. El argentino empezó a jugar más en campo contrario que en propio, y eso lo agradeció el equipo de Emery, que ganó en profundidad. El lateral brasileño agradeció el cambio de banda de Rukavina y empezó a percutir por su costado. En resumidas cuentas, jugaba mejor el Sevilla, con más alternativas. Y encontró pronto premio, fortuito esta vez, porque fue Víctor Ruiz el que se marcó en propia puerta en un pase de Konoplyanka en el área. Pero realmente el Sevilla había dado un paso más, había aumentado las revoluciones del partido. Tuvo de hecho varias ocasiones, llegadas y remates el equipo de Emery, que por primera vez en todo el encuentro superaba claramente a su rival, que además, aunque lo intentaba, no encontraba ni desahogo ni espacios para salir al contragolpe con garantías. En toda esta sucesión de llegadas, pases al área (Iborra casi marca en uno muy bueno de Mariano, que sí encontró espacios ante Rukavina), acciones de peligro (Bonera debió ser expulsado), apareció por fin Konoplyanka. Se coló hacia dentro desde la zona de interior y soltó un espectacular latigazo desde unos 35 metros que se coló con un efecto imparable. El golazo del ucraniano consumaba la segunda remontada del partido y ponía de nuevo por delante al Sevilla, y merecidamente. Sufrió el Sevilla en los últimos minutos con 10 jugadores, pero entre Rico y Gameiro, que ganó una pelota que acabó en gol de Reyes, solventaron el final del encuentroQuedaba aún mucho por jugar en el partido y por administrar. Por una parte, la reacción del Villarreal, que evidentemente cambió su discurso en el partido y con algunos cambios intentó marcharse al ataque. Ahí cobró Sergio Rico protagonismo en una espectacular parada a Leo Baptistao, uno de las sustituciones de Marcelino. Y por otra, la inferioridad numérica. En una acción bastante absurda, Banega vio la segunda amarilla y dejó a su equipo con diez jugadores en un momento vital del encuentro. Y sufrió, hasta sacar una pelota bajo los palos Rami. Pero supo sufrir. Hasta el punto que el Sevilla, con uno menos y agotándose el encuentro, fue hasta capaz de ganar el golaveraje y marcar el cuarto que sentenciaba el encuentro en una nueva batalla, una más, de un incansable Gameiro, que ganó una pelota, la peleó, la mantuvo y después la falló, sí, pero hasta que llegó Reyes para matar el encuentro.