El billete de regreso se expide en Nervión

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Los resultados de la ida de octavos de la Europa League
Basilea y Sevilla FC han dejado todos los deberes para el próximo Jueves de Pasión después de empatar sin goles en St. Jacob Park. Suizos y andaluces dieron una lección magistral de cómo se juega un partido de ida en el que el objetivo fundamental es no quedar eliminado a las primeras de cambio. Sí sirvió el partido para comprobar la superioridad de los nervionenses, que son mejores, y para mantenerle el respeto a un Basilea inferior que, eso sí, tiene algunas piezas que pueden ser peligrosas. Además de seguir sin ganar lejos del Sánchez-Pizjuán también en competición europea, el resultado es de los que despierta la alerta y hace necesaria la mejor versión de los blanquirrojos, que además jugarán sin N’Zonzi después de que fuera expulsado en el minuto 86 en una decisión muy evitable de Anthony Taylor, que ejerció de árbitro inglés sólo cuando le pareció. Unai Emery salió con su once de gala con la presencia de David Soria en el marco, ya que unas molestias recomendaban la suplencia de Sergio Rico. Sólo se atisba un posible cambio entre sus favoritos cuando Krychowiak se recupere de su lesión. Eso es muestra de la importancia que el técnico vasco le da a la competición a apenas tres días de jugarse la vida en Liga ante el Villarreal. El primer tiempo respondió al guion que habría establecido cualquier aficionado al fútbol del mundo. El Sevilla dominaba la pelota, la sobaba y en no demasiadas ocasiones llegaba con peligro a la meta defendida por Vaclik. El Basilea se encargó de demostrar que, pese a ser inferior, no era una perita en dulce y, de hecho, gozó de la mejor ocasión a los seis minutos del inicio. Janko, que tiene nombre de lo que es, cabeceó un medido centro de Steffen –el mejor de los suyos- que no entró porque la providencia no quiso. Los visitantes no se inmutaban y seguían con su plan. Las oportunidades se las repartieron a pares entre Coke y N’Zonzi, lo que evidenciaba que arriba las cosas no estaban saliendo. El segundo tiempo nació gemelo al primero. En el minuto 6, de nuevo con Steffen como cerebro, los suizos fallaron una ocasión clarísima. El disparo del exterior golpeó en el trasero de Tremoulinas y el islandés Bjarnasson la mandó a las nubes con todo a favor. Esa fue la última ocasión clara de los locales, que sólo pusieron a prueba a David Soria en sendos disparos de Janko en fuera de juego que el canterano salvó con solvencia, dejando un regusto muy agradable para la hinchada sevillista. Después del arreón inicial, el Basilea comenzó a pensar que un gol del Sevilla le pondría las cosas cuesta arriba y los de Emery encontraron el escenario en el que se sienten más cómodos. Así juega la mayoría de los equipos en el Sánchez-Pizjuán y los visitantes se disfrazaron de lo que suelen hacer cuando son locales, pero sin brillantez. El Basilea no dejaba apenas huecos pero entre Krohn-Dehli y Banega se empeñaron en encontrarlos. Especialmente clara –y bonita- fue la ocasión de N’Zonzi, que pinchó con calidad un pase largo del argentino y al cruzársela a Vaclik se encontró con su bota. Después fueron Gameiro y Konoplyanka los que obligaron al meta checo a ir rápido abajo para evitar el gol del campeón. La expulsión de N’Zonzi llegó a cuatro minutos del final, y el conjunto de Urs Fischer no tuvo más remedio que tratar de agradar a su punto con un arreón final, que fue más follonero que efectivo. El Sevilla, pues, ha pasado por primera vez por St. Jacob Park en esta temporada. Para regresar allá por mayo deberá mejorar mucho fuera de casa. Aunque de momento el primer objetivo es seguir dando pasos en la competición que mayor gloria le dé. Nervión dictará sentencia, por suerte para el sevillismo, ya que allí casi nadie se cuela en el tren antes que sus moradores.