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El Sevilla alimenta su maldición

Coke y N'Zonzi celebran el primer gol del Sevilla.
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Es difícil explicar, de entrada, cómo al Sevilla se le pudo ir este domingo la victoria en Vallecas ante el Rayo. Pero solo de entrada, porque después, en frío, se detectan claramente los errores que han costado que el equipo nervionense no haya podido romper su maleficio fuera de casa, donde sigue sin ganar. En concreto, en Madrid, con el partido de cara, entre Sergio Rico y Fazio se encargaron de meter al rival en el encuentro antes del descanso. Un partido que tenía controlado el Sevilla y que apuntaba más a victoria contundente que a empate, resultado final. El caso es que el conjunto nervionense no supo rentabilizar su enorme superioridad en la primera mitad ni las numerosas ocasiones de las que gozó, y acabó lamentando un empate que debió ser victoria en condiciones normales. Pensarán los sevillistas que pocas ocasiones mejores tendrá el equipo de Emery para romper su mala racha fuera de casa, pero a día de hoy, de nuevo, vuelve a tener una debilidades importantes, justo cuando más fuerte parece el colectivo, la portería y la zaga. El empate, que no es horrible para mantener el ritmo de Europa League y conservar la quinta posición, sí que es insuficiente para la exigente pugna por la cuarta plaza con el Villarreal, más cuando el próximo partido es en el Camp Nou ante el Barcelona. El caso es que el Sevilla dejó ir el partido, dos puntos se quedaron en el camino y sigue sin ganar lejos del Sánchez Pizjuán.  El plan de Unai Emery en Vallecas estaba claro y con el planteamiento de la alineación faltaba un cartel de neón para advertirlo. Puso en el campo a Iborra, N'Zonzi, Fazio y Rami, entre otros. Es decir, una auténtica división aérea para manejar a su antojo la estrategia y las jugadas a balón parado. Apostó por esa faceta del juego y la ganó de calle en el arranque del encuentro. Además, el técnico vasco también tuvo claro que en Vallecas manejar la zona de rechace y el centro del campo era ganar parte de la batalla. Y el Sevilla, durante la primera mitad, la ganó, vaya si la ganó. Se fue con el marcador a favor y pudo irse con más goles en el bolsillo. Solo Fazio y Sergio Rico desentonaron en el buen tono general y eso le costó a los andaluces no contar con una ventaja mayor al descanso. Pero fue mucho más lo bueno que lo malo, que casi fue esa salida en falso de Rico y esa siesta inoportuna del argentino. La primera parte fue netamente del Sevilla hasta el fallo de marca de Fazio y la salida en falso de Sergio Rico, que metieron en el partido al Rayo.El Sevilla salió al campo con una actitud encomiable. Y ese es el primer paso para ganar los balones divididos, para ganar cada rechace. Los dos goles sevillistas son un ejemplo de ello. Balones sueltos en el área que se ganaron por fe y por pelea. El primero, tras un córner y un remate de Gameiro, lo hace suyo Coke para asistir a N'Zonzi. En el segundo gol es Gameiro el que pelea por un balón en el que pocos creen y fuerza el rechace y el posterior gol de Iborra. El caso es que el Sevilla, en 20 minutos, se pudo por delante en el marcador con goles de pelea, de los que seguro que agradeció Emery, y todo el sevillismo. Fueron goles de actitud. Pero no solo tuvo actitud el Sevilla. Fue mucho más. Concentró el equipo hispalense efectivos en el centro del campo, mucho físico también, precisamente para intentar salir vencedor de cada pelea y entorpecer con la presión la posesión de la pelota del Rayo Vallecano. Luego, además, salía rápido con Gameiro, Vitolo y los laterales sobre todo, que se incorporaban con desparpajo y por sorpresa. Fue, en líneas generales, una primera parte bastante buena de los de Emery, muy superior a un Rayo al que Jémez quiso cambiar la cara con dos cambios antes del descanso. De hecho el resultado reflejaba esa diferencia (pudo llegar algún gol más) hasta que Fazio se durmió en su marca de Manucho y Sergio Rico acompañó la siesta para que el Rayo se metiera en el partido al filo del descanso.  En la segunda mitad Estrada birló un claro penalti sobre Gameiro que hubiera supuesto además la expulsión. El equipo madrileño, muy fiel al estilo del peculiar Paco Jémez, arrancó la segunda parte al ataque a tumba abierta. Con los cambios (defensa de tres) el Rayo contaba con muchos efectivos de ataque y acumulaba muchos futbolistas en zonas de remate. Eso provocó que el partido se partiera, pero antes de que llegara el empate local, pudo en acciones a la contra marcar más goles el equipo de Emery. La imprecisión de Vitolo, Krohn Dehli y Estrada Fernández, que birló un claro penalti sobre Gameiro, evitaron una mayor ventaja y el cierre del encuentro. Y claro, suele pasar lo que pasa en estos casos, que tanto perdonar se castiga. En esta ocasión con mayor mérito local, pues Bebé se sacó un buen centro que aprovechó Miku en el segundo palo. Intentó Emery entonces recuperar el mando del partido, pero esta vez a través de la pelota. Puso a Banega en el campo y a Carriço por unos venidos a menos en la segunda mitad Iborra y Cristóforo. El tramo final del encuentro fue intenso, y de nuevo el Sevilla volvió a retomar el mando del partido, incluso siguió teniendo llegadas y alcanzando el área con cierta comodidad, pero no acierto, que se marchó con la primera parte. Se frenó de nuevo el equipo de Unai Emery, justo cuando más fácil lo tenía para coger velocidad.