Una maravillosa historia de amor

Así vivimos el Sevilla-UD Las Palmas
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Crónica: Algeciras 0-1 Sevilla Atlético
El Sevilla celebró el día de San Valentín enalteciendo una vez más su maravillosa historia de amor con el sevillismo y Nervión. La relación del equipo nervionense con los suyos es de esas que parecen enternas, que jamás se pueden romper. Es esa relación que incluso en días malos, en días monótonos, en esos días que desgastan, sale triunfadora y fortalecida. La de esta tarde ante el equipo canario es la undécima victoria consecutiva en la Liga en el Ramón Sánchez Pizjuán, una marca que bien merece un 'te quiero, Sevilla', o un 'te quiero, Nervión'. Porque el Sevilla se trabaja este maravilloso idilio con los suyos, nadie se lo podrá achacar. Y ni Rayo Vallecano, Barcelona, Getafe, Real Madrid, Valencia, Sporting, Espanyol, Athletic, Málaga, Levante ni Las Palmas lo han evitado. Este ventoso domingo no ha sido el día típico de romanticismo en el fútbol sevillista. Ha sido más ese día a día que hay que sacar, trabajar y pelear hasta sacarle brillo. Sin excesos, sin derroches, el equipo de Unai Emery ha batido a la UD Las Palmas con una segunda parte mejorada y con triunfo labrado desde el banquillo y desde los cambios, pues realmente el técnico cambió en la segunda mitad lo que no le funcionaba, principalmente los costados, y el equipo empezó a ponerse atractivo. Un chispazo de Banega, que hizo poco pero valioso, y una buena combinación castigando al equipo canario bastaron para que el finalista de Copa sigue también embarcado en la Liga en su particular cruzada, esa de perseguir la cuarta plaza del Villarreal y, de paso, ir asegurando plaza de Europa League, que nunca se sabe. Pasó algo de factura, cierto, esa eliminatoria copera, pues el equipo notó el cansancio en algunos jugadores, quizás más mental, aunque también físico. Pero también es cierto que se entonó a tiempo para sacar un nuevo triunfo y mantener la espectacular línea sevillista como local. El Sevilla solventó el partido en la segunda parte gracias a los cambios; Vitolo y Krohn Dehli mejoraron y mucho a Reyes y Konoplyanka Varios realizó Emery con respecto al equipo que se fajó en Balaídos para firmar el pase a la final de la Copa del Rey, pero por otra parte mantuvo también otros jugadores capitales en el bloque del Sevilla. Entre ellos la pareja de centrales, Rami y Kolo, y los dos hombres más adelantados, Banega y Gameiro (más Sergio Rico). Estos cuatro jugadores tenían más minutos en las piernas, y sobre todo llamaba la atención en el caso del argentino. Esta circunstancia mermó al Sevilla, que acostumbrado a un tipo de puesta en escena intensa, física, presionante, echó de menos más fuerza, más físico, tanto a la hora de atacar como de defender. A eso se le sumó que ni Reyes ni Konoplyanka se sacrificaron demasiado en el retorno, lo que permitió a la UD Las Palmas sacar jugo de las imprecisiones locales y salir a la contra con superioridades constantes, sobre todo por los costados, donde Wakaso sobre todo campó a sus anchas. El Sevilla, pues, con un Banega venido a menos, no encontraba referencia con la pelota, los ataques estáticos eran demasiado previsibles, cansinos, y sin balón sufría además porque Las Palmas ejecutaba bien su plan. Acumulación de jugadores en defensa pero también acumulación en ataque, no tenían reparos los de Setién para sumarse al ataque y hasta cuatro y cinco jugadores solían acompañar las contras. Salvo alguna acción individual puntual, el Sevilla, que además caía una y otra vez en el fuera de juego, no creó demasiados problemas al canterano de Nervión Javi Varas. Por contra, el equipo insular tuvo un par de ocasiones claras e incluso se topó con la cruceta en un disparo de Viera que elevó el suspiro de alivio a todo el Sánchez Pizjuán.
Llegaron los cambios
El equipo de Emery intentó cambiar el paso del partido, que estaba siendo soso y bastante monótono, tras la salida de vestuarios. Lo consiguió durante algunos minutos, en los que embotelló a la UD Las Palmas, pero tampoco sacaba como premio el Sevilla ocasiones claras, posiciones de remate... Y ante perspectivas tan limitadas Emery empezó a mover el banquillo, primero quitando a un muy flojo Reyes por Vitolo. Su potencia podía ser una de las soluciones para intentar superar las dos efectivas líneas del equipo amarillo que tanto incomodaron al Sevilla. Y lo cierto es que Vitolo, ante su exequipo, empezó a convertirse en una solución, sobre todo porque dio a su equipo más dinamismo, más opciones y de diferente índole, porque mantenía más la pelota y permitía más continuidad en el juego. Y de una de esas acciones combinadas y de una de esas jugadas largas en posesión precisamente llegó la acción que desatascó al Sevilla. El canario encontró en el área a Banega, que con una finta, un buen remate con la zurda y la agradecida ayuda de un blando Varas logró para el equipo hispalense lo que tan difícil parecía durante todo el duelo, el gol. Es Banega uno de esos futbolistas que quizás casi siempre haya que mantener en el campo, por muy mal partido que ofrezca. Ocurrió en Balaídos y volvió a ocurrir ante la UD Las Palmas. Parece que no está, que anda fallón, errático, pero aparece en el momento oportuno para desequilibrar la balanza. La recta final del encuentro vivió un claro penalti de Cristóforo y el debut de Juan Muñoz esta Liga Ese gol sí que permitió por fin al Sevilla cogerle gusto al partido, sentirse cómodo, encontrar espacios y por fin poder correr. Las Palmas ya se veía obligado a buscar el empate, descuidarse algo más atrás y ahí el equipo nervionense es mortal. Bastaron un par de ataques con incorporaciones y superioridad numérica para que el encuentro se decantara. Fue en este caso Krohn Dehli, el otro cambio en el costado, por Konoplyanka, el que metiéndose hacia adentro encontró a Vitolo y este a Gameiro para que el Sevilla encarrilara definitivamente el encuentro. Hasta el término del choque apenas hubo que resaltar por parte sevillista alguna ocasión desaprovechada por Juan Muñoz, que debutó esta Liga, y una recta final afortunada para un Sevilla que se sabía ganador (el colegiado le escamoteó un penalti claro de Cristóforo) mientras Las Palmas se sabía perdedora, y en esos papeles se asentaron y consumieron el partido, un partido que sirve de nuevo para celebrar la maravillosa historia de amor que mantiene el conjunto hispalense con su estadio, con su gente.