El Sevilla saca su punto venenoso
Así te contamos el empate del Sevilla en el Calderón
El Sevilla ha arrancado un valiosísimo empate en el Vicente Calderón. El punto ya tiene brillo de por sí, porque el Atlético de Madrid era hasta esta tarde el líder de Primera división, pero aún más valorado debe de ser teniendo en cuenta que jugó en la segunda parte con diez jugadores y con media hora por delante. Para alcanzar tal logro, porque lo es puntuar en un estadio donde solo el Barcelona y el Real Madrid han sumado esta temporada, el Sevilla ha sacado una cara súper competitiva, una cara ruda, recia, venenosa. Ha sido un Sevilla incómodo, apático para el rival, profesional, defensivo, sí, por supuesto, pero con un nivel de entrega, sacrificio y orden que precisamente es lo que le ha faltado en muchos encuentros fuera de casa esta temporada. El Sevilla, con esa dosis venenosa, con esa dosis de maldad, de competitividad, eleva su nivel varios peldaños, porque además quedará por ver qué habría pasado en el Calderón si en la última media hora el encuentro se hubiera desarrollado en igualdad. El Sevilla no hizo un partido redondo futbolísticamente. De hecho fue su talón de Aquiles en el encuentro, armarse en ataque y saber salir a la contra con mayor acierto, pero hay ciertos momentos en los que hay que medir el rival, el escenario y las posibilidades. Y si hay un encuentro en el que sacrificar ciertos argumentos ofensivos para amarrar el encuentro en corto y mantenerlo vivo el Calderón y el Atlético pueden ser unos de ellos. Por ahí el Sevilla se creció y se vistió en ocasiones del propio Atlético, utilizando sus armas, peleando al mismo nivel y encontrándose cómodo en los mismos terrenos pantanosos en los que se suelen mover los colchoneros. Es cierto, y quizás eso se le escapó a Emery, una de las pocas cosas en el encuentro junto a ese "sinvergüenza" pasional tras la expulsión de Vitolo, que en esos términos siempre hay un punto de desequilibrio, el arbitral. La expulsión de Vitolo, con una primera amarilla bastante cuestionable, es de esas que solo se da en ciertos campos. El Calderón es uno de ellos. Pero aún así se mantuvo vivo el Sevilla y sacó su cara más competitiva para arrancar un punto de valor incuestionable y fomentar una faceta que a este equipo le hace falta para crecer y alcanzar los objetivos en esta segunda vuelta, esa faceta competitiva, peleona que tanto se le ha echado en falta en partidos a domicilio. Suele ocurrir que cuando el Sevilla visita el Vicente Calderón, con Unai Emery en el banquillo, la fisonomía del equipo se altera. El técnico vasco, hasta ahora impotente en los duelos ante Diego Simeone, busca y rebusca opciones para dificultar la tarea del equipo colchonero. Esta vez fue tirar de Escudero por delante de Tremoulinas y colocar a Llorente arriba. Cada cosa tenía su cierto sentido y lo cierto es que el equipo sí que fue competitivo, al nivel del más competitivo de los equipos españoles, el Atlético de Madrid. El Sevilla le planteó al conjunto madrileño un partido feo, antipático, físico, un partido de tú a tú, pero más que con el balón, sin el balón. Será debatible si el papel del Sevilla debe de ser ese en el Calderón, estadio del actual líder, pero lo cierto es que el planteamiento empantanó al Atlético en los primeros 45 minutos. Los sevillistas presionaron con orden, fueron muy intensos y jugaron muy concentrados, tanto que no dieron opción a los locales para que superaran sus líneas ni para que generaran espacios. Ese era el partido del Sevilla, sacrificando claro está el ataque, porque para no perder el buen posicionamiento, para no dar facilidades a los Griezmann, Vietto, etc., también había que contenerse en las incorporaciones al ataque. El resultado fue que el Atlético no generó ocasiones, salvo algunas aproximaciones rutinarias, ni tampoco el Sevilla, salvo una ocasión de Banega tras una internada de Escudero con la connivencia de la zaga colchonera. El caso es que al Sevilla quizás se le podía pedir más en ataque, pero como se le podía reprochar al Atlético. Quizás Llorente, peleón y resultón en los balones aéreos, estuvo demasiado deficiente a la hora de la entrega por bajo, quizás Banega no se encontró cómodo entre el centro del campo atlético, y quizás Vitolo tuvo poca llegada, pero la realidad es que hasta el mismo argentino se esforzó en defensa, que todo el Sevilla actuó al unísono y que el descanso llegó con buenas sensaciones para el equipo nervionense, que incomodaba y maniataba al Atlético con sus propias armas, seguridad defensiva, intensidad, presión y orden. Lo mismo hizo en la segunda mitad el equipo nervionense. Incluso, en el arranque, tuvo más la pelota y pisó el área del Atlético. Lo cierto es que fútbol seguía habiendo poco, o nada en comparación con la dimensión física y táctica del encuentro, que poco cambió a pesar de las sustituciones (Carrasco por Augusto y Krohn Dehli por un fundido Escudero). Y por esos derroteros transcurría el encuentro, por ese desarrollo del equilibrio, pugna e intensidad, hasta que una acción puntual lo varió. Una buena acción individual de Vietto en el córner acabó con una entrada de Vitolo que supuso la segunda amarilla para el canario. Más obvia resultó esa segunda que la primera, que de hecho fue muy discutida al tratarse más o menos de un juego peligroso en el centro del campo. Quedaba media hora por delante para el final del partido. Un trayecto sin duda largo y que exigía un gran esfuerzo ante las acometidas del Atlético de Madrid, que empezó a sumar efectivos en ataque ya con menos riesgo. Filipe Luis empezó a aparecer mucho más por la banda izquierda, principal vía de acceso para el ataque rojiblanco. Con todo, el Sevilla siguió defendiéndose bien. En realidad, en esa faceta el papel era el mismo, aunque sin respiro arriba y sin posible salida a la contra por falta de efectivos, sobre todo proque el equipo hispalense se vio obligado a retrasar mucho las líneas ante la suma de efectivos locales de tres cuartos de campo en adelante. Ambos técnicos movieron sus piezas, Simeone dio entrada en el campo a Jackson y Correa, Emery, expulsado por su enfado en la expulsión, a Gameiro por un sacrificado pero poco acertado Llorente. El Sevilla fue poco a poco agotando los minutos tirando de una entereza mental y física sorprendente, al menos fuera de casa, y como en el resto del partido, se le indigestó al Atlético de Madrid. Con Sergio Rico arañando segundos (también en eso crece el meta), con todo el equipo jugando con inteligencia los últimos encuentros y solo agradeciendo a la fortuna un rechace en el palo a remate de Griezmann y lamentando los rebotes en un ataque de Gameiro, el Sevilla se hizo con un punto donde es complicado sumarlo. Más allá del punto, más allá de su valor numérico y en la clasificación, el Sevilla sale del Calderón mucho más hecho y mejor que cuando llegó.
