El Sevilla hace sus deberes
Así vivimos el Sevilla-Mirandés
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El Sevilla ha cobrado una ventaja más que válida ante el Mirandés para acudir la semana que viene a tierras burgalesas a tratar de cerrar esta eliminatoria de cuartos de final de la Copa del Rey. El partido, aunque el equipo de Miranda de Ebro mostró una gran imagen y se mostró muy osado y valiente, se decantó claramente en la segunda mitad, en la que el Sevilla gozó de multitud de ocasiones para decidir la eliminatoria, aunque tuviera que esperar al 93 para cobrar esa ventaja real de dos goles. Sufrió relativamente el conjunto de Emery, por méritos del Mirandés en gran parte, ya que en varias fases del encuentro su sistema se le atragantó a los locales, pero las sensaciones fueron una cosa y la realidad, otra. El Sevilla tuvo claras oportunidades para dejar la eliminatoria aún más sentenciada, aunque eso no quita que el conjunto de Segunda diera la talla en este encuentro de ida. Solo Raúl, meta visitante, evitó que los goles no llegaran antes al casillero local. El Sevilla, pues, encarrila la eliminatoria, una eliminatoria a la que le ha tenido respeto, que acabó en el campo con Vitolo, Banega, Krychowiak, Gameiro (los 90 minutos) y tratando de buscar una mayor ventaja para la vuelta. No será cómodo el duelo de la semana que viene, porque además el Mirandés se ha mostrado sin complejos y su recortado campo seguro que no ayudará a los andaluces en Miranda de Ebro, pero el caso es que el Sevilla, sí se toma en serio la cita, no debe tener problemas en firmar su pase a las semifinales. Le tenía mucho respeto Unai Emery a este partido, por aquella mezcla siempre habitual del equipo inferior que acude a una cita sin complejos y el superior que corre el riesgo de relajarse. A ello había que sumar que realmente el Mirandés planteó un partido muy atrevido, que hizo sus cosas bien, sus cosas mal, y que el entrenador del Sevilla realizó una mezcla en su once entre jugadores principales y otros que no lo son tanto, aunque algunos respondieron, como N'Zonzi. Lo cierto es que cambió ocho futbolistas, incluido el portero, David Soria, pero que dejó en ataque a Kevin Gameiro, que venía de una racha de cinco goles en tres partidos. Toda ese cóctel deparó una primera parte bastante complicada para el Sevilla, que a pesar de los avisos se vio sorprendido y superado en varias facetas del juego. El Mirandés de Terrazas se fue a presionar arriba sin complejos, con muchos jugadores, y dificultaba la salida de balón del Sevilla, que eso sí, cuando superaba el poblado centro del campo visitante, se encontraba con posibilidades muy reales de crear peligro. A ello hubo que sumar un importante derroche físico burgalés y la irrupción en el partido de Carnicer, del que brotaron las dos ocasiones más claras del Mirandés en el partido (una acabó con remate al palo). La sensación, muy real por otra parte, era que el Mirandés tenía mucho la pelota en campo contrario, que gracias a sus posiciones avanzadas recogía muchos rechaces y que tenía más protagonismo en el encuentro. Pero esa misma realidad tenía una cara B de la que vivió y se nutrió el Sevilla. Cuando se superaban las líneas de presión del Mirandés los jugadores avanzados sevillistas se quedaban muchas veces en posición de uno contra uno, otra cosa es que lo aprovecharan. Y salvo esa jugada referida al palo no hubo demasiado peligro para el canterano Soria. Y hubo una tercera pata en el desarrollo del partido que permitiría que el Sevilla se adelantara en el encuentro, la estrategia. Defendía realmente mal el Mirandés, que pese a sus buenas intenciones sigue siendo de Segunda, y en varias acciones llevó peligro el equipo de Emery a la portería burgalesa. En una de ellas, tras varios rechaces, taconazos más o menos fallidos, la pelota le llegó a N'Zonzi en el área chica y este marcó el primero de la eliminatoria. Una pierna posada en el césped de Galán rompió el fuera de juego aparente. Luego en otras jugadas a balón parado volvió a tener ocasiones el Sevilla, aunque sin tino, como el que faltó en la última ocasión de la primera mitad en los remates de Gameiro y Krohn Dehli. Para la segunda mitad, eso sí, el equipo nervionense quiso asumir mayor protagonismo en el encuentro, tener más la pelota y buscar un segundo tanto desde la posesión y desde la elaboración. El Mirandés seguía siendo osado en su planteamiento, en el posicionamiento de sus jugadores, pero ya con más problemas futbolísticos y físicos, porque era difícil mantener el nivel de presión de la primera mitad. En cuanto a lo futbolístico, el Sevilla subió un punto de intensidad y hasta de ambición. Las llegadas locales se empezaban a suceder y más de una y de dos ocasiones desperdiciaron los sevillistas o frustró el meta Raúl, sobre todo en un par de grandes intervenciones ante Iborra y Reyes. No llegaba el tanto, pero las intenciones seguían firmes. Emery pronto apostó por cambios que confirmaban esas intenciones. Entraron Banega y Vitolo, dos titulares titularísimos, para intentar amarrar el encuentro, y más tarde Krychowiak, otro de los titulares, con lo que por cierto se quedaba Llorente en el banco, quién sabe si a la espera de poder jugar en el Calderón o como castigo por su bajo rendimiento. La realidad es que el Sevilla seguía teniendo ocasiones, que se seguía estrellando con Raúl, meta del Mirandés (Krohn Dehli también perdonó), pero la sensación y el marcador mantenían la incertidumbre y la intranquilidad de la ventaja mínima y de la eliminatoria abierta. Los últimos minutos acrecentaron ese nerviosismo que invadía el Sánchez Pizjuán, el césped y las gradas. Gameiro desperdiciaba otras dos ocasiones clarísimas y la ventaja se antojaba corta. Pero tiene el fútbol esas cosas y permitió al Sevilla cobrar una mayor ventaja con el gol de Vitolo en el 93. Debió llegar antes, pero llegó en el descuento. El 2-0 y la superioridad del Sevilla deben ser suficientes para firmar el pase a los cuatro mejores del torneo, por muy buena talla que haya dado el Mirandés.
