Logo de Fútbol
Fútbol

'Victoire et resistance'

Carriço celebra con Gameiro el 1-0 ante el Málaga.
  • Así vivimos el Sevilla-Málaga

Compartir

Nervión es una fortaleza. Nadie consigue invadirla, ni siquiera cuando llega un batallón bien armado, con argumentos, con la moral por las nubes por victorias anteriores. Nervión sale airoso incluso de las guerras más complicadas. En la de este sábado resistió, aplicó su contraofensiva e incluso encontró aliados, incluido el árbitro, para batir a su buen contendiente. El Sevilla ha hecho de su estadio su bastión, donde ha solventado dos partidos complicados en las dos últimas jornadas ante el Athletic y el Málaga con solvencia y sacando seis puntos de una tacada. Y lo ha hecho este sábado sufriendo, agarrándose a su estilete francés, Gameiro, y luego resistiendo de forma sufrida ante un buen Málaga, que bien pudo llevarse algo más de la capital andaluza si hubiera tenido más acierto arriba, menos errores atrás y un colegiado más acertado. Pero tiene esa virtud el Sevilla en Nervión. No ha sido mejor que el Málaga, no ha tenido más argumentos y además se vio enjaulado pronto en la estratagema de Gracia. Pero aún cuando está el equipo de Emery ahogado, atenazado, tiene calidad y eficacia para sacar las garras y asestar golpes mortales a su rival. Esas garras tienen además denominación de origen, francés para más señas. Gameiro tiró del carro con dos golazos en 99 segundos que a la postre fueron trascendentales para la victoria hispalense. Una victoria que de entrada coloca virtualmente al Sevilla en puestos europeos y lo hace afrontar esta segunda mitad de la temporada (primer partido de la segunda vuelta) con todo optimismo.  El Málaga puso en problemas el Sevilla, reales algunas veces, aparentes otras. La primera media hora del partido, por ejemplo, fue un ejemplo de cómo el equipo de Javi Gracia cortocircuitó los recursos de los de Unai Emery. Una presión alta, altísima e intensa, ahogó al equipo nervionense, que pocas veces encontró salida decente de la pelota. Además de verse obligado a meter más balonazos de los precisos, también sufrió las consecuencias de varios balones perdidos en zonas comprometidas. Fue, en definitiva, un buen Málaga el que metía en problemas a los locales. Recio y Camacho se metían en campo contrario y superaban a Cristóforo y Krychowiak en una pelea de hombres, mientras que el Sevilla, además, no encontraba su referencia a la hora de construir y precisamente salir airoso de esas situaciones problemáticas en las que se veía envuelto, Banega. El argentino, de hecho, anduvo desaparecido y solo en alguna acción puntual conectaba, o intentaba conectar, con los de arriba. Sucedió que en esa primera media hora el Sevilla contó con 'aliados' que le permitieron no salir tan penalizado de su pelea de facto perdida ante el Málaga. El primero fue el colegiado, que ayudó sobre todo en un penalti que bien pudo pitar sobre Weligton en un córner. El segundo, la propia defensa del Málaga. Sin hacer nada, el conjunto sevillista gozó de alguna que otra aproximación clara sobre la portería de Kameni, sobre todo una de Krohn Dehli, que perdonó ante el camerunés. Sucedía que, conforme los minutos avanzaban, los de Emery comenzaban a adaptarse al partido de forma paulatina. Y, sin Banega, ya no les importaba tanto esperar y aguantar al rival en su propio campo si la recompensa era ganar los espacios a la espalda de la defensa. En eso es un especialista Gameiro, que bien que lo aprovechó en 99 segundos de delantero de muchos quilates. Tiene virtudes el francés, también defectos, pero ante el Málaga sacó lo mejor de su repertorio para encarrilar el encuentro en dos acciones repletas de calidad. La primera, ganando la espalda a la defensa malaguista y aprovechando la media salida de Kameni para saborear una maravillosa vaselina. La segunda, aprovechando un contragolpe montando entre él y Vitolo para picar de forma exquisita de nuevo ante el meta africano.  Fueron 99 segundos mágicos para el francés, para el Sevilla y 99 segundos de enfado malagueño, justificado en el segundo gol pues la acción de Vitolo que arranca la contra definitiva es una clara falta sobre el lateral Boka. El caso es que, con Gameiro, los errores del colegiado y los de la zaga del equipo este sábado de morado se dio un cóctel extraño pero beneficioso para que el Sevilla enfocara la segunda parte con calma y dispuesto a matar el choque. Pudo hacerlo, porque ocasiones tuvo para ello, sobre todo en un arranque donde el Málaga pareció dormido, pero no encontró el gol que con tanta sutileza había logrado en la primera mitad. Por contra el Málaga, aunque tardó, de nuevo encontró el camino para hacerse con el control del partido y la situación, que no el marcador. Comandados por un centro del campo recio, valga la redundancia, con Camacho y Recio, la presión de nuevo muy intensa hizo mella en el Sevilla, que de nuevo fallaba a la hora de sacar la pelota, si bien cuando encontraba el camino para conectar con los de arriba lo hacía de forma muy clara (y ocasiones hubo para refrendarlo). Pero el ritmo del partido era del Málaga, que se encargó de eliminar a Cristóforo primero (superado por el ritmo del partido fue sustituido por Iborra) y a Banega después. Su sustitución por Reyes no fue más que la confirmación de su horrible encuentro. Para comprometer aún más la ventaja del Sevilla, el Málaga encontró premio a su esfuerzo con un gol logrado en una acción de estrategia (falta muy dudosa para completar el esperpento de Estrada) que sorprendió a la zaga local, por muy sencilla que fuera su ejecución: balón al segundo palo, segunda jugada y entrada al área de Charles para ajustar el resultado y meter el partido en una recta final trepidante. Y más cuando Iborra en apenas dos minutos se vio fue a la caseta y dejó a su equipo con uno menos con diez minutos de tremendo sufrimiento por delante. Los últimos minutos, con uno menos hasta que Boka se autoexpulsó en el 92, fueron de tremendo sufrimiento, aunque ahí el aliado lo encontró el Sevilla en Duda, que de forma poco habitual botaba las faltas de forma horrenda facilitando la labor de Sergio Rico. Agotó el Sevilla los minutos, resistiendo, pero acabó victorioso, sumando tres puntos más y elevando un poco más el muro que ya es Nervión para todos los que intentan invadirlo. Desde hace tiempo es ya una tarea imposible.