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En Nervión nadie tose al Sevilla

Gameiro celebra su primer gol ante el Athletic.
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El Sánchez Pizjuán es territorio sagrado. Es ese templo donde el Sevilla honra a su fútbol, donde honra a la intensidad, honra al acierto, honra a su afición y honra la victoria, sobre todo honra la victoria. No es por casualidad que el equipo de Unai Emery sea uno de los mejores locales de la Liga, que fuera uno de los mejores locales del año 2015. En Nervión el Sevilla es el Sevilla. Fuera es otra cosa y críticas recibe, pero en casa es un equipo fiable y sus loas las merece. Ante el Athletic entendió el encuentro mucho mejor que su rival, entendió que el encuentro se ganaba desde la medular y, si bien el Athletic desaprovechó sus ocasiones de inicio, el conjunto andaluz fue llevándolo poco a poco a su terreno y al ritmo que le interesaba. Cimentado en un recio centro del campo y en la eficacia en ataque, merced al acierto de un buen Gameiro, el conjunto sevillista logró un triunfo tan aseado como merecido, que además le permite de nuevo meterse otra vez arriba y cerca de las posiciones europeas. Fue además muy inteligente el encuentro del Sevilla. Porque en un partido de tan intensa pelea, sobre todo en el centro del campo, entendió bien cómo debía de llevarse el encuentro a su terreno. No era un partido tanto para Banega, que de hecho estuvo gris y acabó siendo sustituido. Era un partido que debía interpretarse y ejecutarse desde la presión, el robo y la transición rápida. En eso, en ese entendimiento del encuentro, Emery superó ampliamente a Valverde. Es cierto que el arranque del encuentro fue vizcaíno y todo podría haber cambiado, pero también que a partir de ahí fue el Sevilla el que tuvo controlado el choque en casi todo momento, controlado y en su terreno. Y también es cierto que en ese partido de pelea, brega e intensidad en la medular la elección de la pareja de mediocentros fue vital. A Krychowiak ya se le conoce, y siempre da la medida, pero ha encontrado Emery a su pareja de baile ideal. Cristóforo, que ya fue titular en el derbi, completó un partido inmenso, y junto al polaco y un acertado esta vez Gameiro fueron los grandes responsables de la victoria aseada y justa del Sevilla.   La pareja Krychowiak-Cristóforo empieza a consolidarse en el centro del campoEra un duelo por las posiciones medio-altas de la clasificación y eso se notó desde el principio. El Athletic Club no salió como otros equipos en el papel de víctima. Quiso, propuso y casi pudo, porque los primeros minutos fueron de una alta intensidad por parte del equipo vasco, de una presión también muy alta y todo acompañado de ocasiones. El Sevilla se vio un poco sorprendido por la agresividad del Athletic y, afortunadamente, salió indemne de las ocasiones de Raúl García y sobre todo de Lekue, tras una mala salida de Rico que él mismo rectificó más tarde y con un disparo al larguero. El caso es que los primeros minutos del partido fueron bonitos, porque a esa ráfaga visitante le sucedió una local, con unos minutos del equipo de Emery en los que también propuso, llegó al área y tuvo un par de aproximaciones peligrosas, aunque sin ocasiones tan claras como las del Athletic apenas unos minutos antes.

Gameiro, pared y gol

La batalla en el centro del campo era intensa, Krychowiak y Cristóforo daban la cara ante San José, Beñat y Raúl García, la pelea era agresiva pero correcta, y luego cada conjunto intentaba buscar argumentos para desatascar el entramado de la circulación de la pelota, que en ataques estáticos era siempre farragoso y solo en contragolpes era acompañado de claridad. En eso coincidían los dos conjuntos, que tuvieron problemas para superar al rival cuando las líneas se posicionaban y se juntaban. En el Sevilla no apareció tanto como debía Banega, lo que restó combinación, pero se mantenía en el partido sobre todo gracias a Krychowiak y Cristóforo, que además de pelear a veces incluso acertaban en la distribución. Empiezan a conformar una pareja más que circunstancial y Emery les está dando minutos (ya formaron ante el Betis), y quién sabe si acaba siendo la destinada a sostener al Sevilla, siempre que el charrúa mantenga su nivel.  El partido, disputado, equilibrado, peleado, se desatascó en una muy buena acción de Gameiro, que además de marcar originó la acción del gol con una magnífica pared con Vitolo. El francés, que llevaba varias semanas negado ante el gol, se sacó parte de esa espinita. Se anticipó a Gurpegi, combinó con el canario y fue al espacio para anticiparse a Laporte y De Marcos y batir por bajo, suave, a Iraizoz. Fue una acción de mérito y bendita para el desarrollo del encuentro, porque realmente el Athletic demostraba ser un rival duro, recio y peligroso. A raíz del gol y de la lesión de Raúl García, cuya rodilla dobló de manera fortuita Vitolo, el partido se emborronó de nuevo con mucho juego en el centro del campo, pocas llegadas y bastantes faltas. Había menos claridad y seguía la intensidad, y de vez en cuando cada equipo sacaba provecho de la parte más débil del rival, el Sevilla de la espalda de la zaga vizcaína y el Athletic de los laterales locales, porque Coke y Tremoulinas fueron de lo más blandito del equipo. En un mal despeje del francés Aduriz aprovechó para plantarse ante Rico y picarla con acierto pero con mala puntería. Respiró el Sevilla y respiró el sevillismo antes del bocata. En la segunda parte, el Sevilla entendió a la perfección el partidoY le vino bien, el bocata a los aficionados seguro, pero también el descanso al Sevilla, que se ordenó, junto líneas y empezó a manejar mucho mejor los tiempos del partido. Se hizo fuerte en la medular, ya más junta de la línea de cuatro de defensa, y Cristóforo y Krychowiak se convirtieron en parapetos de su equipo. Los jugadores del Athletic siempre se topaban o bien con uno o bien con otro, pero eran más las recuperaciones que las veces que los vascos se plantaban en el área. Luego, además, el Sevilla montaba las contras con criterio, contadas, pero con criterio, y cuando atacaba lo hacía con muchos efectivos. Hasta con Krychowiak, que apareció por el pico del área para pisarla, profundizar en una acción de ataque y forzar un penalti muy protestado por los bilbaínos. El leve toque de Laporte al polaco parece suficiente para derribarlo en el área. Gameiro, muy participativo, muy solidario, encontró otro premio a su labor y transformó la pena máxima. Con el marcador más a favor, Emery retiró a Banega del campo. Y aunque pueda parecer sacrilegio retirar al argentino, lo cierto es que el partido no estaba para el argentino. Entre otras cosas porque el Sevilla no creaba, no necesitaba crear, robaba y buscaba las transiciones rápidas al galope, y porque derbi detrás y derbi delante aconsejaban cierto descanso también para el mediapunta. Salió Konoplyanka precisamente para eso, para galopar, pues con Gameiro quizás sea el más rápido del plantel, con o sin balón.  El caso es que, aunque el Athletic tuvo ocasiones (reclamó un posible penalti sobre Aduriz), porque tiene jugadores de calidad y velocidad, el Sevilla, entre Sergio Rico, una defensa intensa y con la fortuna de aliada en alguna que otra acción, las fue solventando y desarrollando su plan a las mil maravillas. También pudo el conjunto nervionense acabar de matar el partido en acciones al contragolpe, aunque las últimas elecciones de pase frustraron un triunfo más amplio. Con todo, el Sevilla no sufrió en exceso en los últimos minutos, y de nuevo en el Sánchez Pizjuán se sintió cómodo y seguro, justo antes de recibir al Betis en la vuelta de la Copa del Rey. El Sevilla se reencuentra con el triunfo y consigo mismo y ahora falta dar otro paso adelante, fuera de casa, para reencontrarse con las posiciones que ambiciona.