El Sevilla encarga su regalo

Así vivimos el Betis-Sevilla
El Sevilla es superior al Betis. A día de hoy es una realidad palmaria. Por presupuesto, por plantilla, por juego y porque lleva muchos años haciendo las cosas bastante mejor que su vecino. Esa realidad, esa teoría, a veces se queda en papel mojado en un terreno de juego, por raza, por coraje o por los imponderables del fútbol. Pero otras veces, más de las que parecen, esa lógica se impone aplastante, apabulla a esos argumentos que pueden hacer frente a la realidad. Algo de eso pasó este Día de Reyes en el Benito Villamarín, en el partido de ida del derbi copero. El Sevilla, sin ofrecer su mejor versión, sí ofreció una versión correcta, más certera, de lo que es a día de hoy. El Betis no sólo no acortó esa distancia entre ambos conjuntos, la amplió, desde el inicio, y empezando por Pepe Mel, que sacó un once que pocos entendieron y que directamente nadie pudo asimilar viendo lo ocurrido en el campo. Derbis, derbis son. El Sevilla, pues, fue mejor, bastante mejor, y casi sin apretar el acelerador se cobra una ventaja de 0-2, una ventaja notable para el partido de vuelta, y no solo por el resultado, sino por las sensaciones y argumentos de ambos equipos. Es cierto que la historia dice que hace dos años en un derbi además una eliminatoria de idéntico resultado en la ida se volteó, pero también lo es que la lógica dicta que el Betis tiene a día de hoy pocos argumentos con los que contrarrestar al Sevilla, y así será difícil. Nunca imposible, pero sí difícil, más aún si el equipo de Emery se comporta como suele en el Sánchez Pizjuán. Una vez asumidas y digeridas, con más problemas por parte verdiblanca sin duda, las alineaciones, el partido no sorprendió y adoptó el guión que posiblemente el 90% de los aficionados habría imaginado y adivinado. El Sevilla salió mandón, dominó de forma abrumadora los primeros 10 minutos, disfrutó de varios saques de esquina y algunas aproximaciones con faltas peligrosas. Krohn Dehli ya apuntaba lo que luego consumaría porque se convirtió en un buen activo del juego del equipo nervionense. Más que para defender la banda, que también, el danés aportaba a su equipo una nueva salida de la pelota cuando Banega estaba atosigado y castigado en el centro del campo, sobre todo por Petros. Cuando el argentino no podía o no era una salida fácil, era el exjugador del Celta el que acudía para ayudar en esa labor. Esa jugada le salió bien a Emery y al Sevilla, y ya le acabó saliendo de cine cuando el mismo Krohn Dehli controló la pelota en posición de interior y cogió el 'carril del 8', aunque llevara el dorsal 7, ante la pasiva y atónita defensa del Betis, sobre todo Pezzella y N'Diaye. Avanzó y avanzó hasta plantarse delante de Dani Giménez y batirle por bajo casi en el área chica. El gol sevillista era la plasmación de esos primeros minutos de partido y también de los previos, porque sobre el papel el conjunto nervionense aparecía como muy superior. Con todo, el gol lo asumió el Betis con dignidad. Casi se puede decir que, a pesar de los males que conllevaba el tanto, le sentó bien en lo que al juego respecta. Porque se espoleó y creció algo en el encuentro, aunque solo en ánimo. Porque para llegar al área de Rico o a sus proximidades el único recurso era el juego directo, a Jorge Molina y Van Wolfswinkel. El de Alcoy sí sacó partido en sus acciones, de hecho fue el mejor del Betis en esos minutos. Eso era, con ese equipo, a lo máximo que parecía que podía llegar el Betis, a aproximarse y forzar jugadas a balón parado, pero en realidad no encontraba muchas soluciones futbolísticas. Sencillamente no las tenía, o las tenía en el banquillo. Pasados esos minutos sevillistas y luego otros de cierta reacción bética, el partido se estabilizó. El Betis no arriesgaba y abusaba del juego directo, el Sevilla se defendía con cierto orden y cuando tenía la pelota la tocaba y la tocaba, aunque sin traspasar líneas y sin demasiada profundidad. Apenas salvaguardaba la posesión de la pelota. De hecho los de Emery no volvieron a tener otra ocasión que echarse a la boca desde el gol. Estaba el encuentro monótono y Pepe Mel decidió sacar pasada la media hora a Joaquín por un Petros que se estaba jugando su expulsión en su marcaje a Banega, pero realmente siguió el encuentro con la misma tónica, con el Betis algo impotente, el Sevilla conformándose con el resultado y con el partido aburrido. La segunda mitad del encuentro comenzó con un gol sevillista. No es tan habitual eso fuera de casa para el Sevilla, lo que sí es habitual es que al Betis le marquen en los comienzos de cada parte. Esta vez fue a los tres minutos de salir de los vestuarios. El tanto, fruto de una sucesión de errores, acabó con un remate de Krychowiak después de que fallaran prácticamente todos los que allí estaban salvo el polaco. De inmediato llegó el consiguiente cambio/rectificación de Pepe Mel, Ceballos por Portillo. Pero por mucho que pudiera aportar Ceballos al Betis y al partido, lo cierto es que el guion de esta ida parecía escrito y sellado. El partido siguió desarrollándose en los mismos términos de ventaja sevillista. Los de Emery tocaban cuando podían, salían cuando el Betis fallaba, que no eran pocas veces, y el Betis apenas creaba peligro. El partido languideció bastante, la grada incluso se contagió de lo que le trasladaba su equipo, que no daba más de sí. De hecho, el Sevilla bien pudo incluso aumentar su ventaja en dos remates de Banega al palo y una nueva oportunidad perdida por Gameiro, que siga tirándolas al muñeco. El francés había salido por un nulo y enfadado Immobile, pero tampoco pudo mejorar sus prestaciones. Pero si el equipo de Emery perdonó, también la tuvo el Betis para meterse al menos en la eliminatoria. Una torpeza de Kolo dio al Betis un penalti que bien pudo meterlo en la eliminatoria de manera real. Bien pudo ser, con diez minutos por delante aún, la única opción verdiblanca. Pero Rubén Castro, imbuido por esa inofensividad heliopolitana, la mandó a las nubes, en la misma portería en la que precisamente ante el Sevilla Nono también fallaba en aquella eliminatoria europea. Se le fue la pelota demasiado alta como demasiado grande le vino este partido al Betis, o a este Betis, el que Pepe Mel al menos puso sobre el campo. El Sevilla, sin hacer un partido brillante, sin sacar su versión 'súper', hizo patente sobre el césped que a día de hoy hay distancia entre ambos equipos, distancia que si el Betis supo igualar en el derbi de Liga, en el de Copa empieza a quedar plasmada desde el primer día. Aunque Copa, Copa es, y el 0-2, aunque pone la eliminatoria en franca ventaja para el Sevilla, no es definitivo. Buen ejemplo tienen ambos equipos de hace dos años. Eso sí, para remontar hacen falta argumentos y el Betis anda escaso de ellos, y este Día de Reyes Mel, si los había, los mutiló.