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Dulce broche, dulce 2015

Immobile y Banega, los dos goleadores del partido.
  • Así te contamos la victoria del Sevilla ante el Espanyol

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El Sevilla cerró el año 2015 de forma dulce, cómoda y feliz. Lo que corresponde a estas fechas, que deben de ser para disfrutar más que para sufrir. El equipo de Unai Emery ganó al Espanyol de forma muy merecida, con una muy buena primera parte y con rendimientos individuales que sorprendieron en lo positivo. Porque si sorprendente, en cierto modo, fueron las titularidades de Cristóforo e Immobile, más sorprendentes fueron sus rendimientos en el partido, muy alto en ambos casos. El uruguayo completó un gran encuentro de hecho, el italiano marcó y se vació. Fueron dos nombres de un partido que el Sevilla gestionó de forma inteligente, en el que puso fútbol y corazón cuando era necesario y en el que luego puso cabeza y ahorró fuerzas cuando correspondía. Fue un bonito cierre sevillista a un 2015 que también fue muy sevillista. Un año que en su primera parte fue mágico para los aficionados nervionenses, y que en la segunda mitad de año fue de menos a más, pues si bien el curso no empezó como esperaban los seguidores, acaba con una imagen más parecida a la deseada por los hispalenses que a otras que fueron más decepcionantes. Aporta el Sevilla en definitiva, y los buenos minutos ante el Espanyol lo corroboran, una nueva ilusión para el arranque de un 2016 que de nuevo nace lleno de oportunidades para los de Emery.   Salió el Sevilla intenso, muy intenso. Acertado, preciso, combinativo, pero sobre todo muy intenso, en todas sus acciones, con la pelota y sin ella. Y eso propició que el partido se jugara en los términos que el Sevilla proponía. En campo del Espanyol casi siempre, cerca de la portería rival y con muchos jugadores presionando la salida del Espanyol. Fueron unos primeros minutos realmente buenos del equipo de Unai Emery, que no echaba de menos a Krychowiak y que encontró en Immobile un jugador que sumaba en ataque pero también a la hora de la ayuda defensiva. Su entrega era el primer obstáculo catalán a la hora de salir de la cueva.  Esa intensidad, esa alta presión y ese derroche tenían nombres y apellidos en el Sevilla, y afortunadamente eran muchos: Cristóforo, enorme el uruguayo mientras le aguantaron las furezas; Immobile, entregado; Vitolo, presionando de forma constante; Iborra, bien manteniendo las líneas juntas; y hasta Konoplyanka, que empieza a hacer más derroches defensivos de los aparentes. El caso es que el Sevilla estaba bien, y el Espanyol no sabía dónde estaba. Si en intensidad y en físico el conjunto nervionense superaba claramente a su rival, además el equipo de Galca hacía aguas en defensa. Vitolo primero e Immobile, muy listo, después, aprovecharon los regalos de Roco y de Álvaro. A su manera, todos se durmieron y el más listo de la clase fue Immobile para aprovechar el defectuoso remate de Vitolo y hacer el primer gol. Prolongó el Sevilla su superioridad con balón durante varios minutos más, en los que pudieron llegar más goles en sendas llegadas de Konoplyanka, Tremoulinas o el mismo Immobile, pero también mutó cuando tuvo necesidad. El ritmo sevillista había sido alto y alcanzada la media hora se replegó, guardó fuerzas y esperó su oportunidad. También en eso fue mejor el equipo hispalense, pues sufrió poco (solo un error en la salida de Rami y un pase largo de Salva que midió mal Rico inquietaron), midió bien y además supo salir a la contra con rapidez, ya fuera por velocidad (Mariano, Konoplyanka) o por combinación. En una de esas salidas tras un robo de balón bien conducido por el lateral derecho llegó el segundo tanto, tras un pase a Banega que este resolvió con tremenda pausa y calidad. La segunda mitad la planteó el Sevilla de la misma forma en que había acabado la primera. Esperando con seriedad atrás e intentando robar y salir con rapidez. El Espanyol, además, radicalizó el partido de forma extrema. Si la alineación inicial de Galca era ya aparentemente ofensiva, no le dolieron prendas al técnico rumano en recurrir a más jugadores de ataque. Sacó a Jordan, Burgui y Gerard, con lo que se jugó lo que restaba de partido a una carta. Se fue el equipo catalán arriba a tumba abierta, a jugar la segunda mitad en campo contrario consciente de que podía dejar espacios atrás. Los dejó, aunque el Sevilla no anduvo tan preciso como para aprovecharlos. Entre otras cosas porque Emery decidió además dosificar esfuerzos, y retirar a Vitolo y sobre todo a Banega, que fue el que manejó la batuta del equipo y del partido mientras estuvo en el campo. De hecho, cuando el argentino se marchó al banquillo (entró Krohn Dehli) el nivel futbolístico descendió. Y también el nivel físico del equipo, que ya era menor, y eso que Cristóforo seguía apareciendo por todas las partes del campo, ayudando, robando, haciendo la falta precisa... Pero el Espanyol, por mucho delantero que tuviera en el campo, seguía adoleciendo de claridad para superar las dos líneas bien juntas del Sevilla en su repliegue, bastante certero durante todo el encuentro. El equipo de Emery, ya más contenido, tuvo incluso más oportunidades para aumentar su cuenta, pero se quedó el marcador como en la primera parte y el Sevilla sumó tres puntos más que le acercan de nuevo a los puestos europeos de la clasificación.