La sana costumbre de ganar

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Gameiro y Krychowiak celebran el 1-0 del francés.
  • Así vivimos el Sevilla-Sporting

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El Sevilla, poco a poco, parece que se va a acostumbrando a ganar. Sobre todo a ganar en casa. Ya empieza a ser relativa la importancia del buen juego que muestre, del nivel, del acierto. El caso es que suele ganar, haciendo un partido bueno, como ante la Juventus el martes, o correcto, como ante el Sporting de Gijón este sábado. Gana, y eso es lo importante. Eso y que Nervión vuelve a ser un fortín de nuevo. Ante el Sporting ganó con una buena segunda parte que enmendó una primera muy discreta y con una corrección del planteamiento inicial que llevó a Unai Emery a corregir sobre la marcha algunas limitaciones que había presentado su once titular. Reaccionó el técnico y mejoró bastante el equipo en una segunda parte en la que Konoplyanka, suplente de inicio, dio otro aire al equipo y en la que puede que el equipo haya encontrado una buena pareja para el centro del campo, a la luz de las múltiples pruebas y posibilidades. Krohn Dehli mejora en mucho, a día de hoy, a N'Zonzi. Y ofrece al equipo un sostén que el francés no da. Funcionó mejor con el danés en la medular el equipo porque hace lo que hace N'Zonzi, dársela al de al lado sin muchas complicaciones, y además roba y cubre más campo. Debería reflexionarlo Emery. Fue una de las cosas buenas que aportó el partido, además del citado desequilibrio de Konoplyanka, de la defensa con balón (71% de posesión), de la portería a cero y del reencuentro de Gameiro (doblete) con el gol, y eso que salió desde el banquillo. El Sevilla quiso y pudo tomar los mandos del partido desde el principio. Porque asumió la responsabilidad del control de la pelota, de la posesión, de meter muchos jugadores en campo contrario, y porque el Sporting también se encontraba relativamente cómodo con esa situación, al menos hasta el descanso. Se defendía con orden y esperaba alguna ocasión para salir a la contra. Al equipo nervionense le faltó mayor profundidad y sobre todo mayor precisión y calidad en los metros finales, al Sporting, consumar alguna contra. Con estos condimentos, el partido se convirtió en un intento frustrado de ambos equipos por consumar sus objetivos. El Sevilla, cierto, no sufría atrás, llevaba la pelota donde quería hasta que se acercaba al área del Sporting y no estuvo del todo mal, pero apenas tuvo ocasiones que llevarse a la boca. Se echaba de menos, precisamente el día que estaba en el banquillo, a Konoplyanka. Sobre todo porque el equipo de Emery necesitaba futbolistas que desequilibraran, ya fuera por acciones puntuales o en acciones individuales, y no los encontraba. Por contra, Banega tuvo una secuencia de juego bastante errática, N'zonzi segúa a lo suyo, no saber a qué juega el equipo y a qué tiene que jugar él, Mariano centraba desde demasiado lejos como para hacer daño, Kroh Dehli no acabó de hallarse en la banda y Llorente se peleaba con los jóvenes pero guerrilleros centrales sportinguistas. Apenas un par de remates lejanos tuvo el Sevilla, y ni eso el Sporting, que hasta el descanso ni le vio la cara a Sergio Rico. El constante 'quiero y no puedo' por parte de ambos conjuntos convirtió el encuentro en un duelo plano, ramplón, aburrido y sin salsa, porque no había jugadores que la pusieran. Y de la misma forma debió ver Emery el desarrollo del encuentro porque la segunda parte la arrancó ya con Konoplyanka en el campo con un cambio que mejoró al equipo hispalense. Retiró a un N'Zonzi, una vez más, desapercibido, y colocó a Krhon Dehli en el mediocampo. El danés se sintió en esa posición más cómodo y el ucraniano provocó que el Sporting tuviera más dolores de cabeza, sobre todo en su banda derecha, por donde aparecían más habitualmente Konopyanka y Escudero.  Además, el Sevilla empezó a tener algo de lo que había carecido durante todo el primer tiempo: remate. Fue también el ucraniano uno de los principales activos en este apartado e incluso forzó a Cuéllar a realizar algunas paradas de mérito. En todo caso, el equipo hispalense estaba mejor, eso era palpable. Porque mantenía lo bueno de la primera parte, el mando, la posesión y el control del partido, la seguridad defensiva, y añadió unos cuantos argumentos más. Profundidad, uno contra uno, velocidad y sorpresa. La realidad es que la mayor parte de estas virtudes llegaron por las botas de Konoplyanka, pero también es verdad que Krohn Dehli aportó recuperación (algo inaudito en N'Zonzi), que Krychowiak se mantuvo firme y férreo como siempre, por mucho que una amarilla podía privarle del derbi, y que el equipo en general subió un punto la intensidad del partido, y por ahí se empezó a romper un poco más el Sporting. A ello se unió que los cambios de Emery (Gameiro por Vitolo) también hicieron crecer al equipo dotándolo de lo que más necesitaba en cada fase del encuentro. Con todo, el Sevilla para abrir la lata tuvo que recurrir a un golpe de fortuna o a un error arbitral. Del Cerro Grande señaló como penalti un pequeño agarrón a Llorente dentro del área. De largo, el más suave y el menos penalizable de toda la noche y de todos los que sufrió el delantero en el área durante todo el encuentro. El caso es que la jugada salió redonda, porque el árbitro señaló penalti, Luis Hernández vio la segunda amarilla y dejó a su equipo con diez y el Sevilla, con suspense, se adelantó con el tanto de penalti de Gameiro. El francés compartió protagonismo en esta segunda parte porque incluso hizo un segundo tanto, de nuevo a pase, quién si no, de Konoplyanka, que en una gran acción individual se coló por su banda y puso una pelota de oro a Gameiro allá donde faltaba el central. El partido quedó cerrado con ese segundo gol y hasta le dio tiempo a Emery a contentar a la grada, que pidió a Reyes y a Reyes en el campo tuvo en los últimos minutos en los que ya nada varió el signo del partido. Parece que el Sevilla se empieza entonar, empieza a encadenar resultados positivos (tres victorias y un empate en cuatro partidos) y se pone a tono justo antes de la última semana del año, la semana del derbi.