Demasiada Champions para tan poco Sevilla

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Rami y Kolo se lamentan ante los jugadores del City.
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El Sevilla ha dicho prácticamente adiós a la Champions League, a su futuro en ella. Puede que no matemáticamente, pero sí de hecho. Y ha dicho adiós sucumbiendo con toda justicia ante un equipo que jugó mejor, que es mejor y que entendió mejor el partido desde el minuto uno. No deja de ser lógico, en todo caso, que un buen City pase por encima del Sevilla, como sucedió en Nervión. Como no deja de ser una realidad que, por mucha razón que dicte la cabeza, la sensación y la emoción del sevillista mire cara a cara a la decepción. Porque es la cara que se le queda a todo el que acudió ilusionado al Sánchez Pizjuán. ¿No es acaso esa decepción el resultado de ilusiones rotas, por muy lejanas que sean? Pues eso es lo que le ha pasado al Sevilla, a falta de pelear contra las matemáticas, que se ha ilusionado con un sueño muy lejano que ha dado la cara en forma de un equipo más fuerte, más rápido y mejor, que pasó por Nervión como una apisonadora, sobre todo en la primera parte. El equipo de Emery, además de ser peor que su rival, prestó pocos argumentos para recortar esa diferencia, eso es cierto. Más bien, un planteamiento erróneo, adornado además de actuaciones más limitadas que malas (Coke, Iborra...), ayudaron a que esas distancias entre uno y otro equipo se agrandaran. En varios momentos de la primera parte fueron gigantescas, hasta el punto de hacer temer incluso por la goleada. El Sevilla, y esa es la realidad, no pudo. Y si durante la primera parte tuvo ocasiones para meterse en el partido, en la segunda apenas hizo cosquillas a su rival. Fue un dominio ficticio ante un City muy suficiente. Quizás haya alguna reflexión que ataña a algunos refuerzos que por ahora no lo son tanto, y habrá tiempo para comprobar su alcance, pero la realidad aplastante fue que el City se comió a un inferior, y ese inferior fue el Sevilla.  El partido fue un sufrimiento para el Sevilla desde el primer momento. El ritmo que le imprimió el City al duelo superó colectiva e individualmente al conjunto hispalense. Si para tener presencia en campo contrario intentó Emery alargar algo el equipo, los de Pellegrini castigaron esa concesión. Ocuparon los espacios a la perfección, con un centro del campo que superó de arriba a abajo, en cantidad y calidad, al sevillista. Por si fuera poco, todos los duelos individuales fueron de los ingleses, más fuertes, más atentos, más rápidos... sobre todo más rápidos. La velocidad fue un elemento diferenciador en el partido a favor del Manchester City. Sterling hizo de las suyas cuándo y cómo quiso, Navas mareó a Tremoulinas y Fernandinho y Yayá Touré apabullaron a Krychowiak y a un Iborra totalmente perdido. El resultado fue desolador. El City remató en 13 minutos 8 veces, dos fueron goles (en el 7 y en el 11) y otro remate fue al palo, de Navas. Marcó dos tantos el Manchester y pudo hacer más, sin prácticamente capacidad de respuesta por parte sevillista. El 0-2, que llegó en un flagrante error de Coke, dejó hundido al Sevilla, que intentó corregir algunas posiciones sobre todo para presentar oposición en el centro del campo. Un Iborra más allá o más acá, un Banega por allá y un intento de juntar líneas que resultó productivo aparentemente durante algunos minutos. Sobre todo porque el Sevilla fue capaz de hacer un gol y apretar el marcador. Fue, por cierto, un jugadón de Coke, que intentó redimirse del fallo tremendo del gol de Fernandinho.     Y es verdad que el equipo nervionense siguió llegando arriba, que tuvo ocasiones, sobre todo una de Llorente y otra de Iborra clamorosa tras un paradón de Hart, y que de aprovechar alguna el partido habría dado incluso otro vaivén, pero la realidad es que el City seguía saliendo con mucho peligro a la contra, que seguía disfrutando de muchos espacios a la espalda de los centrocampistas y que los duelos por velocidad casi siempre eran para los visitantes. Y por fuerza también. De hecho en uno ganado cuerpo a cuerpo por Navas (sí, por Navas ante Banega) nació un 1-3 que volvió a enfriar los ánimos. De nuevo la defensa se quedó atónita ante la incorporación rápida y certera de los atacantes del City. Bony, que estaba firmando un partidazo, encontró premio con el gol. La segunda mitad la arrancó Emery con dos cambios bastante rápidos, uno desde el vestuario, Krohn Dehli por un horrible Iborra, y a los pocos minutos el otro, el de Mariano por Coke, tan pitada la decisión del técnico como desafortunado estuvo el madrileño en el partido. Lo cierto es que Mariano tuvo algunas acciones de mérito en la banda derecha, aunque ninguna realmente desequilibrante, no como para intranquilizar al City, que se replegaba, esperaba y salía con velocidad, como siempre, para seguir haciendo daño. Sterling y Bony perdonaron en un par de ocasiones y propiciaron que la afición sevillista acogiera con esperanza la aparición de Immobile (por un negado y desapercibido Llorente).  Pero la realidad siguió siendo muy cruel, muy dura. Immobile casi empeora a Llorente, que ya era difícil. Y el Sevilla apenas creó peligro, apenas inquietó a un equipo que incluso siguió llegando con posibilidades claras de marcar. Matemáticamente todavía tiene opciones el conjunto de Emery, lo posibilita el empate de la Juventus ante el Moenchengladbach, pero la realidad es que el Sevilla debe intentar a toda costa salir vivo de Alemania para intentar al menos asegurarse la Europa League, a día de hoy su opción más factible y real.