El peor castigo para un buen Sevilla

Así vivimos el Manchester City-Sevilla
Punto de oro del Sevilla Juvenil en la Youth League (1-1)
Es difícil recomponer el ánimo de un equipo cuando cae como ha caído el Sevilla en Manchester ante el City. Es difícil consolarse con los buenos argumentos mostrados, con la buena imagen y la personalidad con la que el equipo de Emery se plantó en el Etihad Stadium. Es difícil, o imposible cuando el partido se va de forma tan cruel, en el descuento y penalizando apenas uno de los pocos fallos que cometió el Sevilla. El otro costó el empate. El gol de De Bruyne en el 91 sanciona defectos defensivos, pero no tanto como debería haber sancionado el Sevilla su superioridad en muchas fases del partido, que no quedó plasmada en el resultado. El Sevilla, en definitiva, fue un buen Sevilla, que afrontó el partido con personalidad (58% de posesión por 42% del City), que quiso y que pudo en muchas ocasiones. Que sufrió, evidentemente, cuando el City se armaba en ataque y sobre todo cuanto gozaba de metros. Dejarles más de la cuenta fue su perdición. Ahí el City sí que fue peligroso, y para muestra el botón del gol decisivo de De Bryune. La derrota ante el City deja ya en una situación comprometida al Sevilla, que fiará su suerte en la Champions League a su partido de la próxima jornada en el torneo de nuevo ante el City en Nervión. Ahí tendrá la oportunidad de enmendar la plana, aunque todo el camino será ya cuesta arriba. Desde los primeros minutos del partido dejó claro que no iba a ser el de Turín, aquel equipo indolente que más que disputar, sufría el partido. Por el contrario, el equipo de Unai Emery salió desde el primer minuto con las ideas muy claras, tanto en ataque, donde estuvo descarado, activo y valiente, como en defensa, donde mantenía un buen orden que no facilitaba las cosas al rival. Con esas buenas credenciales aguantó el primer cuarto de hora del partido, con algunas escaramuzas ofensivas pero sobre todo asentándose en el encuentro, encontrándose a sí mismo sobre el césped del Etihad. Las líneas juntas, las ayudas, las coberturas permitían al equipo nervionense robar algunos balones que luego se iban convirtiendo, poco a poco, en acciones de peligro. Tanto fue así que a partir del primer cuarto de hora, o es lo mismo, a partir de que los buenos jugadores sevillistas empezaron a entrar en contacto con la pelota, sobre todo Konoplyanka, el partido se inclinó del lado sevillista. Con córners, con llegadas a línea de fondo por ambas bandas, por acciones individuales del ucraniano y de Vitolo hubo momentos que el Sevilla llegó a embotellar al Manchester City, actual líder de la Premier League. Mucha culpa tuvieron que ver el daño que hacían los contra uno sevillistas en las bandas ante Zabaleta o Sagna. Tuvo varias el Sevilla para marcar: un palo de Konoplyanka, una remate de Krychowiak con buena respuesta de Hart, un cabezazo de Rami al segundo palo... pero el gol lo fabricaron dos de los mejores no solo del Sevilla, sino del partido. Un balón rechazado se lo benefició Vitolo para plantar cara a Mangala y poner una gran asistencia a Konoplyanka, que apareció en el área para corroborar su espectacular mejora con un gol. El Sevilla casi había hecho lo más difícil, adelantarse en el marcador. Y aún los minutos posteriores al tanto siguieron siendo sevillistas, si bien el Manchester City no tardó en reaccionar. Empezó a meter más gente arriba, los laterales empezaron a sumarse más al ataque y Yaya Touré quiso también aparecer en el partido. Lo hizo asumiendo la posesión y los mandos del ataque del City, y también fabricando la jugada que dio lugar al empate. Primero se durmió Tremoulinas ante Navas y luego Kolo ante Touré, que encontró pasillo en el área donde un defensor nunca debe dejárselo. Con eso y una serie de rebotes que favorecieron al City y a Wilfried logró igualar el City. El gol fue un golpe porque el equipo de Emery sabía que mucho del partido estaba en mantener la ventaja, pero aún así fue retomando poco a poco el pulso del partido. Los dos equipos buscaron el descanso pero la tónica no cambió demasiado tras el paso por vestuarios. El Sevilla seguía teniendo muy claras sus ideas. Se defendía junto, y sufría, evidentemente, pero seguía llevando peligro en ataque. Entre otras cosas porque seguía sumando muchos efectivos y por otra parte porque Vitolo y, sobre todo, Konoplyanka, seguían en estado de gracia. Más que jugar, fabricaban. El Sevilla, con personalidad, le jugaba de tú a tú al Manchester City. Defendía bien y cuando tenía la pelota salía al ataque. Además, intentó mantener siempre el nivel de intensidad, y en eso ayudaron el tremendo despliegue de Gameiro como primer defensor, el derroche de Krychowiak, Iborra, Vitolo... Precisamente para que no decayera esa fuerza en el campo los cambios llevaron la misma dirección. Krohn Dehli por un agotado y con molestias Banega y N'Zonzi, cuya presencia eso sí pasa por discutible cada vez que salta al césped, por un agotado ya en la parte final del partido Konoplyanka. Se movieron las piezas y con los minutos se fue cerrando más el partido. Cuando atacaban, ambos equipos se respetaban, aunque algunas acciones individuales podían desnivelar. A punto estuvo de hacerlo De Bryune y a punto estuvieron de hacerlo Gameiro y Krohn Dehli. Los últimos minutos se agotaron incluso con un porcentaje mayor de dominio y control por parte del Sevilla, que siguió teniendo presencia en ataque y no cometió demasiados errores en defensa... salvo uno, mortal. Perdió la pelota Krohn Dehli, y Pellegrini, que poco antes había efectuado un cambio de piezas fundamental, vio recompensado su intuición en una carrera que consumó Yaya Touré y que finiquitó De Bryune en punta. Precisamente las dos posiciones que había variado retirando poco antes a Bonny. El belga, en uno contra uno en el área, no perdonó y la cruzó impecable. Fue un mazazo y un duro castigo para un Sevilla que realmente en Manchester se mereció correr mejor suerte. Si no la victoria, sí un empate que podría haber resultado más justo. Quizás perdonó demasiado cuando fue mejor y quizás el City hizo valer esa diferencia que no está en los bemoles sobre el campo ni en el sacrificio, sino en ese punto de calidad que decide e encuentros como el de este miércoles.