Hermanamiento mal entendido

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Partido entre el Betis y el Sporting.
  • Así vivimos el Betis-Sporting de Gijón

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El Betis ha dicho adiós a la Segunda división tras un convulso año tanto en lo deportivo como en lo institucional. Los verdiblancos vuelven a la élite, pero dando una imagen impropia del que hasta hace dos semanas era el todopoderoso líder de la categoría. El Sporting de Gijón llegaba a Sevilla con más de 2.000 aficionados, que mostraron un hermanamiento envidiable con la hinchada bética desde el minuto uno que pisaban suelo hispalense. Los asturianos necesitaban ganar por dos goles de diferencia en el Villamarín, y que el Girona perdiese o empatase. Sin embargo, esa armonía no ha sido bien entendida por los futbolistas de Mel, que han despedido el año ante los suyos con una sonrojante goleada. Del amiguismo al pasteleo hay un paso, y la zaga local ha otorgado demasiadas facilidades a una delantera con ansia de Primera. Y se dio el milagro para los visitantes, pues el Lugo marcó en el último minuto y el Sporting competirá con el club de La Palmera el próximo año. El público heliopolitano, que acudía en buen número al estadio (más de 26.000 espectadores), despidió a los suyos con una sonora pitada. Lo que comenzaba con una celebración, con pasillo incluido al campeón, terminó con un cierre injusto para una hinchada fiel como ninguna. En la primera mitad, el choque iniciaba con un intercambio de golpes que recordaba por momentos al partido de la primera vuelta en El Molinón. Con un calor sofocante, ambos equipos trataban de sorprender al rival a la contra, y pudieron ser varios los goles que subieran al marcador. Ni los zagueros del Betis ni los del Sporting estuvieron especialmente certeros, no así Giménez, que volvía a recordar al de Tenerife. Jorge Molina trataba de meter miedo en el minuto 12 tras una cabalgada de Varela, pero el centro del canterano no llevaba la fuerza necesaria. Sin embargo, responderían los visitantes con una doble ocasión muy clara. Primero Carmona obligaba al meta bético a lucirse con una gran estirada, y el rechace era estrellado en el palo por Guerrero.  Así, seguían sucediéndose las ocasiones por parte de ambos equipos. Piccini, que jugó buenos minutos como extremo derecho, llegaba a línea de fondo y su pase no era rematado a portería por Rubén de milagro. Un Rubén que cerca estuvo de sorprender a Cuéllar de vaselina desde 30 metros unos minutos más adelante. No obstante, en una rápida triangulación sportinguista en el minuto 24 llegaba el tanto de los blanquirrojos. Luis Hernández iniciaba una carrera desde su zaga, prolongaba a Sergio Álvarez que ganaba la espalda a Figueras, y su pase de la muerte era empujado a gol por Guerrero, el más destacado de los de Gijón y de la primera parte en general. Pero el gol no variaría la tónica del choque. Continuaban ambos conjuntos buscando las contras en un ida y vuelta peligroso, que bien pudo acabar en gol de Molina de cabeza apenas un minuto después del mazazo del Sporting, o en un tanto de Carmona, que erró un clarísimo cabezazo un minuto ante de llegar al descanso. El segundo tiempo comenzaba con una dinámica diferente a lo acontecido hasta el momento. El Sporting probablemente conocía en vestuarios que el Girona ganaba al Lugo, lo que hacía casi imposible el ascenso (quién les diría cómo iba a finalizar la noche), y el ritmo de los visitantes decreció. Hasta cuatro disparos en los primeros cinco minutos tuvo el equipo de Mel, aunque sin demasiada fortuna. Viendo que el asunto no mejoraba, pese a la superioridad en juego, el técnico bético ponía a calentar a Álex Martínez y Rennella. Abelardo daba entrada a Jony y a Pérez en busca del segundo, y Mel a Ceballos por Piccini. Sin embargo, el efecto no pudo tener un desenlace menos acertado, pues en el saque de banda posterior al cambio, el Sporting pillaba dormida a la zaga bética, y Jony, que apenas llevaba segundos en el campo, ganaba la espalda a la defensa con una facilidad pasmosa y marcaba el segundo tanto. Fue entonces, tras el varapalo del gol, cuando Mel quiso que el público despidiese a Molina con una ovación, sustituyéndolo por Rennella. Podrían ser los últimos minutos del alcoyano con la elástica verdiblanca. No fue el mejor día del punta, ni tampoco de un Betis que unos minutos después, en el 65, veía como perforaban por tercera vez la meta de Giménez. Jugada por la izquierda de López tras varias paredes del club asturiano, y el extremo cruzaba el balón con calidad con el exterior del pie al fondo de la red. La única nota positiva del día se producía en el minuto 77, cuando Álex Martínez ingresaba al campo por Portillo, volviendo así a un terreno de juego seis meses después de su lesión de rodilla. Desde ahí hasta el final, incluso pudo ser mayor la renta de los de Abelardo, de no ser por una salvadora pierna de Caro a Isma López, arrebatándole el balón de los pies en los últimos minutos del partido. La felicidad del día, que debía haber sido bética, fue asturiana. Así las cosas, finaliza una temporada para el olvido en mucho aspectos, pero con el objetivo cumplido. El Betis no ha sabido sobrellevar el ambiente de hermanamiento en la grada, pues no ha competido en los momentos clave pese a haber dispuesto de claras ocasiones de gol. Los béticos se marchan molestos con los suyos, aunque ansiosos de que vuelva a rodar el balón, en este caso en Primera. Pitada a los futbolistas y gritos de "fuera, fuera" al finalizar el choque. Maciá tendrá mucho trabajo por delante para reforzar un plantel cuyo fondo de armario no da la talla, y cuyos titulares, que si bien es cierto que han cumplido en los momentos clave, difícilmente tienen nivel para no sufrir el próximo año. Adiós, Segunda, que sea un hasta nunca.