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Mirada de Champions

Los jugadores del Sevilla celebran el primer gol de Bacca.
  • Así está la clasificación

  • Así contamos la victoria del Sevilla ante el Éibar

  • Resumen en vídeo del Éibar-Sevilla

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El Sevilla sale a los partidos con los ojos inyectados en sangre roja, que diría alguno, con los bemoles bien apretados, la pierna dura, la espalda tiesa y la mirada, de Champions. Este equipo de Unai Emery, que va camino de batir todos los récords de puntuación liguera de la historia del club, además de pelear por otros objetivos también históricos, ha sacado adelante con solvencia el partido de este miércoles en Eibar. Uno de esos campos donde se consiguen esas metas que hace poco parecían imposibles. Será o no será, lo de la cuarta plaza, la Champions, decimos, pero el Sevilla está batiéndose en duelo como el más digno caballero. Y peligroso caballero. De nuevo, una semana más, reta al Valencia y le supera virtualmente. Será o no será, porque el Sevilla se pelea también entre semana y porque el rival, Valencia, o los rivales, Atlético también, ya no, pero está poniendo la Liga de nuevo patas arriba con una eficiencia que asombra a propios y extraños. En el difícil Ipurúa, ganó con suficiencia, sin brillantez, pero con inteligencia. Hizo lo que debía y cuando debía, y eso que Emery puso en suerte sobre el césped una alineación con multitud de cambios (siete con respecto al domingo) y con otro dibujo, dándole alternativa a futbolistas menos habituales o casi desaparecidos, como Aspas o Arribas. Mal el primero, bien el segundo. Entre Bacca y Reyes se cocinaron además un triunfo que lo coloca ya ni más ni menos que con 69 puntos, ahí es nada, tres más ya que los de toda la temporada pasada. Para Unai Emery cada partido es el más importante. Podrá ser una frase hecha entre los hombres de fútbol, pero en caso del técnico nervionense tiene una traducción fidedigna en sesiones de vídeos, análisis del rival... es decir, concentración e intensidad. El Sevilla salió a Ipurúa como si saliera en Turín, ante el Barcelona, ante el Real Madrid o como si el partido de Éibar fuera el partido de las vidas de los futbolistas que saltaron al césped. Futbolistas, por cierto, cuidadosamente elegidos para la ocasión, teniendo en cuenta el cansancio, las ausencias, las capacidades propias y las del rival. El Sevilla es consciente que es más fuerte que el Éibar en las áreas. Por eso concentró activos en la propia, dándole la alternativa a Arribas, por cierto, y en la ajena, con dos delanteros, Carlos Bacca junto a Iago Aspas. Entre medio, dos futbolistas con capacidad para ir arriba, Iborra y M'Bia, y otros dos con capacidad de recorrido uno, Aleix, y calidad otro, Reyes, para ganar conducir o dar en ventaja balones en tres cuartos y posibles rechaces. No pudo salir mejor el plan, porque precisamente el utrerano dio un balón de cine a Carlos Bacca con tan solo seis minutos de encuentro. De esos que el colombiano no desaprovecha. Lo hizo de cine y adelantó en el marcador a su equipo ante un Éibar que veía un rival con más calidad y hasta con más capacidad física. Atrás, ante las voluntariosas pero previsibles acometidas vascas, Kolo y Arribas respondieron con fiabilidad, ayudados siempre por dos laterales bien cerrados cuando debían y dos pivotes que venían a ayudar en balones largos y en los rechaces que ellos ocasionaban. El partido no tenía que ser brillante, pero estaba leído por parte nervionense de manera impecable. Tanto, que apenas sufrió en una acción que Piovaccari ganó a Kolo pero que remató alto e incluso pudo aumentar su distancia. Aspas y Aleix desaprovecharon contras de manual. Si de algo debía lamentarse Emery al descanso era precisamente de eso, de no haber matado el partido definitivamente en los primeros 45 minutos a la contra, con especial protagonismo, en negativo, de Aspas, que desaprovechó dos claras con dos malos pases.  Y arrancó la segunda mitad cumpliendo el Éibar la máxima del fútbol, esa de castigar al que perdona. Una pérdida de Reyes, un córner mal defendido por defensa y portero y un gol armero que metía de nuevo en el partido a los locales, que apenas habían hecho cosquillas a Rico pero que soñaban con la remontada. Afortunadamente no tardó el conjunto hispalense en hacer despertar de su fantasía onírica a los donostiarras. Una magnífica contra, esta vez sí, ya con Gameiro en el campo por Aspas, acabó en la red de Irureta de nuevo. Bacca condujo, Gameiro hizo un desmarque de esos que son como asistencias y Reyes remató con calidad para de nuevo poner en ventaja al equipo de Emery. Se agotaron los minutos sin mayor trascendencia y sin ningún gol más sevillista, que pudo llegar. No hubo tiempo para mucho más, como no hay tiempo para detenerse ni en elogios ni méritos, hay tiempo para pensar en las posibilidades del Sevilla en la Liga, antes de la Europa League. Para las posibilidades de Champions y para el Real Madrid, partido bonito no para soñar, sino para creer en la posibilidad de verdad de verse en la máxima competición europea la próxima campaña.