Europa es una Feria

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Los jugadores del Sevilla celebran el gol de Bacca.
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La historia del Sevilla crece y crece, no se frena, se agranda, casi al mismo ritmo que crece la felicidad y el éxtasis de sus aficionados. Tienen los sevillistas un cuadro donde empiezan ya a no caber las noches históricas, las noches grandes europeas, hasta las noches de Feria. Empiezan a rebosar las alegrías, una tras otra, otra tras una. Este jueves, de nuevo en la Feria, el equipo hispalense ha ofrecido la mejor de sus caras para solventar una eliminatoria complicada, difícil, sufrida. Y para dar y ofrecer a su gente momentos inolvidables, qué mejor razón para seguir por todo el continente a su equipo.  Porque el Sevilla ha vuelto a encender Europa, ha vuelto a meterse en las semifinales de la Europa League, su competición, de la que es campeón, campeón y campeón. Y de nuevo quiere serlo y haciendo su camino va. En Rusia, en San Petersburgo, el conjunto nervionense de nuevo consumió una noche histórica, una noche que tuvo mucho de agonía, de sufrimiento, de sacrificio, de errores, los de Beto, que metieron al Zenit en la eliminatoria, pero que sobre todo tiene mucho de alegría, historia y sevillismo. Ese sevillismo que traslada, un jueves de Feria más, su felicidad por toda la ciudad. Desde un gol tempranero, desde la tranquilidad, pasó el Sevilla a los errores, al sufrimiento, y, por fin, a la felicidad. Una vez más, el equipo nervionense está a dos partidos de un nuevo título.  El Sevilla salió desde el primer minuto a manejar la eliminatoria, sus tiempos. Solo perdería el control tras el segundo gol del Zenit. El arranque del encuentro fue absolutamente sevillista. Porque salió a tener la pelota, a jugar en campo contrario y además, con profundidad. Fueron diez minutos notables, con un Vitolo que apuntaba el partido que iba a completar y que además fueron coronados con un gol de esos que insuflan calma, tranquilidad y confianza. El penalti de Neto al canario tuvo parte de error del luso y parte de inteligencia del sevillista. Se lanzó al suelo el central y en su barrido acabó impactando con el internacional español y Rizzoli, colegiado de la final del Mundial, señaló la pena máxima que Bacca transformó con maestría.  Se puso por delante el equipo de Emery y el partido tornó su cara, pero no la sensación. El Zenit, evidentemente, intentó dar réplica, se hizo con la pelota y buscaba continuamente a Danny y a Hulk, los más peligrosos entre los rusos. Pero a pesar de todo la sensación de control del Sevilla continuaba. En defensa se agigantaba, las ayudas llegaban siempre, la colocación era casi perfecta y la concentración y la anticipación fueron armas valiosas para abortar una y otra vez los ataques del Zenit. Y eso que se encontró con un importante contratiempo, la lesión de Pareja, que obligó a Emery a recomponer al equipo, retrasar a Krychowiak y a M'Bia, que hizo del polaco con la misma agresividad, la misma concentración y la inteligencia con la que hace la raya en el mediocampo. Peleaban todos y todos tenían claro qué hacer sin balón o con balón, porque aunque las posesiones no eran muchas sí eran de calidad. De hecho, tuvo ocasiones incluso el equipo hispalense para aumentar su ventaja. Aleix Vidal y Carlos Bacca tuvieron un par de ocasiones ante Lodigyn que no se plasmaron en gol casi de milagro.     Tras el descanso las vibraciones seguían siendo las mismas, y en realidad las sensaciones, también, pero en la tónica del encuentro irrumpió de manera desastrosa Beto, que regaló un gol al Zenit en un centro a priori inocente para que Rondón igualara. El portugués, no se sabe bien por qué razón, no atajó la pelota en la línea de gol y la dejó muerta para que el delantero marcara. Ese regalo, evidentemente, dio vida al conjunto de San Petersburgo, que se creció viendo la eliminatoria de nuevo abierta y que la prórroga estaba a un gol tan solo. La reacción nervionense fue en todo caso positiva. No se hundió con ese tanto y cortó la avalancha momentánea con varias posesiones en campo contrario e incluso con jugadas de ataque. Y hasta de nuevo pudo marcar en una clamorosa ocasión de Coke en el área. En vez de romperla a apenas un metro del gol, quiso colocarla y la ocasión murió tan lentamente como el remate sevillista. Siguió vivo el Zenit pues, y coleando, porque daría batalla, mucha, el equipo ruso. En concreto, Hulk, que tomó el relevo de Danny en las tareas ofensivas. El brasileño empezó a conducir, asistir y hasta marcar, con la colaboración inestimable de nuevo de Beto, que se comió un disparo largo del inteligente brasileño. La pelota ya había entrado pero Rondón la remató. El portero sevillista logró lo que el Zenit no había podido hacer hasta entonces, perforar la portería. Los minutos que siguieron al gol, o al fallo del meta, fueron realmente agónicos y sufridos. Beto, al menos, salvo un par de ellas muy claras, de Hulk y Rondón. Pero siguieron llegando los rusos, una y otra vez, con Hulk al mando de las operaciones. Entre Beto, M'Bia, Krychowiak solventaron remates y remates que afortunadamente no tocaron red. Sufría y sufría el Sevilla hasta que apareció la pegada del equipo hispalense, hasta que varios futbolistas trazaron un recorrido que parecía hecho a base de farolillos a miles de kilómetros. Una pelota en la frontal, una oportunidad donde no había casi ni jugada la leyó Banega para darle un balón en largo a Vitolo y que el canario consumiera la conducción hasta ver a Iborra en la frontal del área, para que el valenciano con maestría la dejara pasar y diera la opción a Gameiro de meter un nuevo tanto histórico para el equipo hispalense. Un tanto que calmó a los sevillistas en San Petersburgo y que encendió al sevillismo en casas, casetas y en toda Europa, donde el campeón deja claro quién manda y trasladar un año más la fiesta sevillista por todo el Viejo Continente.