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Un Sevilla de mantequilla se derrite en Mestalla

Diego Alves celebra el penalti parado a Bacca.
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El Sevilla ha caído en Mestalla ante el Valencia en un partido extraño, en el que el rival no fue arrollador, ni pasó realmente por encima de los de Emery, pero que se llevó el partido hasta cómodamente, porque siempre fue por delante en el marcador y con colchón. Sucedió así porque el Valencia fue tremendamente efectivo y aprovechó los muchos errores defensivos del conjunto hispalense, empezando por un penalti absurdo y acabando con un mal saque de Beto. Fueron esos los errores que condenaron a los nervionenses. Fueron a un encuentro de hierro con una base de mantequilla. El Sevilla quiso, puso actitud, pretendió ser protagonista. No fue la derrota como la del Calderón o el Camp Nou, no se amilanó tanto, pero aún así cayó de forma rotunda. En este caso por errores propios y por una debilidad defensiva que se sospechaba olvidada en Nervión. En el encuentro pasaron muchas, muchas cosas. Fue un partido con muchas incidencias y con muchos vaivenes, y todos, prácticamente, originados por el Sevilla, para lo bueno y lo malo. En lo negativo, el equipo nervionense regaló en la primera parte dos goles, demasiado regalo para este Valencia. El primero llevó la firma de Diogo, que cuando su equipo estaba mejor en el partido lanzó una patada absurda a Negredo que originó el gol de Parejo de penalti, el primero, que ponía cuesta arriba un partido que en juego dominaba el Sevilla. El segundo presente de los de Emery nació en una falta a favor mal lanzada por Deulofeu, una pelota mal disputada por Diogo y una contra muy mal defendida por los sevillistas, que volvían de lo que a priori era una falta a favor. Parejo de nuevo marcó y parecía poner el partido prácticamente imposible. Coke y Diogo dieron más regalos, que afortunadamente no fueron tan definitivos. Pero lo cierto es que el Sevilla también hizo cosas bien. Es más, fue bastante mejor que un rácano Valencia. Quiso ser protagonista del partido, quiso la pelota, quiso jugar en campo contrario y quiso superar a su rival. Lo hizo el Sevilla, cierto que con falta de remate, pero jugó casi siempre en campo contrario y buscando el gol. Fruto de jugar tanto en campo contrario, con la llegada de varios efectivos y el protagonismo ofensivo de los laterales se plantaba, llegaron por cierto dos penaltis a favor del Sevilla. El primero, más claro, y que debió suponer la segunda amarilla de Parejo (Latre se la perdonó), lo transformó Bacca engañando a Alves. El segundo, más dudoso, lo erró el colombiano ante el brasileño. El Sevilla pudo empatar el partido, pero no lo hizo, y siguió jugando en campo contrario, con constancia, pero echando en falta más claridad en los metros finales. Eso sí, no era fácil porque los atacantes estaban rodeados por una auténtica maraña de futbolistas del Valencia, hasta con nueve llegaba a defender el equipo de Nuno.   Se marchaba el Sevilla al descanso con la sensación de haber tenido actitud, cierto juego, oportunidades, pero perdiendo el partido no sabiendo muy por qué. Y no debieron encontrar la fuga los nervionenses en el vestuario porque siguieron flaqueando atrás. Sin pasar por encima del Sevilla, el Valencia penalizaba muy duramente las pérdidas y errores de los de este domingo de azul. Ocurrió en un mal saque de Beto, que se la dio a André Gomes, mal receptor para los intereses andaluces, para que formara una nueva contra que culminó Javi Fuego tras una blanda defensa de nuevo, tanto ante el rematador como ante el asistente, Rodrigo. De nuevo veía el Sevilla, que había salido también valiente en la segunda parte, cómo el conjunto che castigaba duramente su debilidad atrás y se marchaba en el marcador, ya definitivamente, porque pese a que tuvo ocasiones para acortar distancias, pese a que quiso la pelota y lo intentó de forma insistente, no tuvo premio. También porque con tanta defensa se necesitaban ideas claras, ideas que no tenían en las filas sevillistas. No las aportó tampoco Denis, y Deulofeu se fue apagando y apagando, aunque poco encendido estuvo en Mestalla. Sin chispa, sin velocidad y con cansancio, porque notó el partido entre semana en la segunda mitad. El partido también se apagó sin muchas opciones para el Sevilla, que cayó en Mestalla, en un partido importante pero no definitivo, por su en estos momentos preocupante debilidad defensiva (seis goles en los dos últimos partidos, Valencia y Espanyol). Con tanto regalo es difícil rascar algo ante un rival como el Valencia.