Por el Artículo 24
Así vivimos el partido en directo
Mel deja muy clara su postura con la renovación de Ceballos
Debe haber una ley en algún cajón de la Liga de Fútbol Profesional que lo dice bien claro: con Rubén Castro en tu equipo es imposible no subir a Primera división. O, al menos, hay que hacerlo muy mal para no subir. Imagino que será el artículo 24, parafraseando al gran Andrés Montes y su artículo 34 cada vez que Shaquille O'Neal hacía de las suyas en la NBA. Ya saben: "hago lo que quiero, cuando quiero y como me da la gana". Pues eso es Rubén Castro en Segunda división. El canario fue ayer un vendaval ante su eterno rival. Él se bastó y se sobró para ganar un partido en el que el Betis pasó por algunos momentos difíciles. Es el faro verdiblanco. El Betis salió al campo ante el Tenerife con otro plan. Mel lo anunció el día antes y el equipo, al menos, partió con otra idea de inicio. Había que tener la pelota, dominar la posesión, crear el juego a través del balón, sin prisa por llegar al frente de ataque, circulando en torno a Xavi Torres y Dani Ceballos, apoyándose en Rubén y Molina y buscando casi siempre las bandas, donde esperaban Cejudo y Pacheco. Esa era la idea de partida, aunque claro, no siempre sale bien. El técnico propone, pero después son los futbolistas los que tienen que llevar a cabo el plan. La idea gusta. Transmite más cosas a la grada. El público se entretiene más. Incluso transmite más seguridad. Es el Betis quien lleva la voz cantante y, al menos, tienes la sensación de que algo puede pasar. El problema es que los mimbres son los que son y el balón no circula a la velocidad que debería y te puedes meter en más problemas. Por este motivo, el equipo no crea muchas ocasiones. Tiene el balón, sí, pero pisa poca área. De hecho, la gran ocasión de la primera mitad llegó, curiosamente, y pese al plan, en una contra, donde el Betis se siente más a gusto. Pacheco sacó la pelota jugada y dio un cambio de juego sensacional, de derecha a izquierda. Allí encontró a Rubén, que se la dejó a Cejudo, quien anduvo lento y torpe en la definición. Para tener la pelota necesitas sentirte cómodo con ella. Y sí, Dani Ceballos, a pesar de que a veces se atolondre demasiado por querer abarcar más de la cuenta, está cómodo. El balón es su amigo y cuando pasa por sus botas sale con peligro, dice algo, inquieta. Sin embargo, Xavi Torres sufre más con la posesión. Su mejor virtud es mantener la posición, algo básico cuando tienes al lado a un jugador con tanta movilidad como Ceballos, pero se echa de menos que no contribuya más en la creación. Pacheco firmó posiblemente sus mejores minutos en el Betis. Sin hacer daño y errando más de la cuenta en el último pase, pero al menos se le vio mucho más presente en el juego que en anteriores partidos. Cejudo también tuvo más presencia, pero se equivocó más que acertó y sacó de quicio en más de una ocasión a la grada. Aún así, el andaluz puso alguna bola con peligro desde la derecha. La primera parte se cerró con el gol de penalti de Rubén Castro, un penalti más buscado por Jorge Molina que otra cosa. Desde la grada, al menos, se vio algo riguroso, aunque es posible que el delantero bético llegue a la pelota algo antes que el guardameta canario. El Betis vivía en el partido con tranquilidad. El Tenerife apenas inquietaba, aunque en un par de ocasiones Bruno tuvo que cruzarse rápido para evitar el peligro de los incómodos Ifrán y Suso. Eso sí, en una jugada aislada, a balón parado, Víctor puso una pelota al área y marcó Diego Ifrán con mucha habilidad. El delantero se quedó de espaldas al arco y se sacó el recurso de pegarle de tacón para ajustarla al palo. Se acabó la marca de imbatibilidad de Adán. Al menos, fue con un tanto bonito. El empate metió el partido en una coctelera. De golpe y porrazo el Betis dejó de tener el mando. Era el primer gol que recibía en seis partidos y aparecieron los nervios. Mel metió a Matilla por Cejudo. Un jugador que apunta a salida en enero se erigía en solución. Es un buen ejemplo de lo que está pasando en el Betis, donde no llegan los fichajes. Cierto, no había mucho más en el banquillo, pero Mel podría haberse decantado por Fabián. Apostó más por lo seguro, por un jugador más hecho. Ceballos cayó a la banda y Matilla se colocó con Xavi Torres. Había más nubes negras que otra cosa en el Villamarín, pero nadie mejor que Rubén Castro para cambiar con un amago el signo de un partido. Adiós a las nubes. Apareció la luna. Apareció el canario. Menudo golazo el suyo apenas quince minutos después del tanto de que llegara la zozobra tinerfeña. Buena maniobra de Jorge Molina dentro del área y espectacular definición de Rubén. No hay tantos delanteros en el mundo que tengan su clarividencia dentro del área. Es un jugador que vale un ascenso y lo demuestra cada semana. Es muy difícil no subir a Primera con un jugador como Rubén. A los cinco minutos del tanto de Rubén, Carlos Ruiz se autoexpulsó de manera infantil por doble amarilla y el partido prácticamente se acabó. Mel metía a Lolo Reyes para asegurar aún más el resultado y Jorge Molina cerraba el partido en otra acción notable de Rubén Castro a la contra.
