La extraña historia del color morado: por qué era el tinte de los reyes y cómo teñir arruinó ciudades enteras

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La historia del morado y por qué es el color de reyes y emperadores. Unsplash
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MadridLos colores forman parte de nuestra vida desde siempre, aprendemos sus nombres desde pequeños y conforme pasa el tiempo nos vamos dando cuenta de que tienen cualidades asociadas, de que nos evocan sentimientos, emociones. En general no les prestamos demasiada atención, todo a nuestro alrededor es de color, pero en situaciones concretas adquieren gran protagonismo. 

Sucede cuando queremos pintar algo, ya sea un dibujo o un cuadro, pero también al decorar nuestra casa o vestirnos por la mañana, escogiendo las prendas que más nos gustan en los colores que mejor combinan para hacernos sentir bien. Sin embargo, a pesar de vivir rodeados de color, no siempre conocemos la historia que les rodea, y en el caso del color morado, merece la pena hacerlo. 

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La extraña historia del color morado: tinte de reyes 

El color púrpura no era un pigmento que se encontrara en la naturaleza, había que conseguirlo a través de una serie de pasos y un proceso que hacían que fuera un producto exclusivo. El púrpura de Tiro se ha considerado una de las mercancías más caras de la antigüedad porque el pigmento valía tres veces su peso en oro y se convirtió en un color no solo valioso, también exclusivo. 

Es bastante lo que se conoce sobre su historia, pero no se ha sido capaz de emular su producción con precisión, porque desde el siglo XV todas las recetas en las que se explica como extraer y elaborar este tinte han desaparecido; eso no ha sido impedimento para que se siga intentando. 

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Decimos extraer porque eso es precisamente lo que hay que hacer. El origen de este tinte se encuentra en el mar, en concreto en un pequeño molusco llamado murex brandaris, del que se extrae la baba, sobre la que se trabaja para obtener el pigmento y que se podía conseguir en la ciudad de Tiro. Se ha calculado que hacían falta unos 10.000 moluscos para obtener un solo gramo de pigmento. Harían falta unos 200 gramos de pigmento para colorear un kilo de lana. 

Este pigmento se empleaba para teñir los mantos de emperadores y reyes y se le conocía como ‘púrpura real’ o ‘tinte imperial’. Se dice que fascinaba a Cleopatra, también a Helena de Troya, y que le costó la vida al el rey Ptomoleo de Mauritania, cuando acudió a un espectáculo de gladiadores con una túnica de color púrpura y Calígula mandó asesinarle por ello (o para quedarse con su fortuna, no está del todo claro). 

La caída de Constantinopla fue también el final del púrpura de Tiro. Los archivos sobre cómo elaborarlo se perdieron, aunque siempre habían sido bastante secretos, y mucho tiempo después también salió a la luz que el animal del que se extraía cada vez era más pequeño, lo que dejaba entrever que se habían estado excediendo y acabando con sus recursos. 

Asociado con la nobleza y con la iglesia, con el tiempo (siglo XIX) se descubrió una nueva manera de obtener un pigmento púrpura que nada tenía que ver con los moluscos, un fallo en la investigación de la cura para la malaria que resultó ser bastante más lucrativo para Sir William Henry Perkin y que permitió abaratar costes al teñir los textiles de este color.