Otro descuento destroza el efecto Caparrós

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Joaquín Caparrós, en el Sevilla-Alavés.. Kiko Hurtado
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SevillaEl Sevilla FC se ha echado en manos de Joaquín Caparrós para salvar una temporada que, poco a poco, se va yendo por el sumidero. A estas alturas, tras más de cuatro meses sin ser capaz de ganar en el Ramón Sánchez-Pizjuán y camino de los cinco, todo lo que sea no sufrir por no descender es bienvenido en Nervión, justo dos años después de aniquilar al Manchester United en la UEFA Europa League de 2023. Cómo, y qué mal, hemos cambiado. No cabe más sevillismo en un banquillo que con el utrerano, pero una cosa es ser un entrenador experimentado, con recursos emocionales que transmitir al futbolista, y otra un gurú milagroso. Ningún entrenador del mundo, llámese Xavier o llámese Joaquín, sería capaz de sacar algo más a esta plantilla limitadísima que, encima, esquilma sus poquísimos recursos a base de banquillazo. Joaquín Caparrós es la última bala que le queda a un consejo de administración cuyo descrédito es absoluto. Un parapeto. Por eso, se aplaudió su nombre al anunciarse por megafonía. Vestido con polo y jersey negro, ya no con traje, hizo el gesto de recibir ese abrazo eterno del sevillismo, y se mostró en el área técnica con el mismo vigor de siempre. Tiró de todo un clásico como el 4-4-2, colocó a Peque en su sitio por primera vez desde que es sevillista, y el catalán le respondió con su primer gol al sacarse un gran cabezazo. Después, desaparecieron los recogepelotas. ¡Vaya clásico! E incluso fue él a por una de las pelotas que salían de banda.

 Joaquín Caparrós, en el Sevilla-Alavés.
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Y el descuento volvió a acabar con el Sevilla

Todo ese ‘efecto Caparrós’ se fue al garete en el descuento. Una vez más, como con García Pimienta, el equipo desconectó en un alargue y un partido que parecía dominado se le puso cuesta arriba. La jugada se comenta sola, en los últimos segundos, un saque de banda, un taconazo de Joan Jordán, un mal disparo de Carlos Vicente y Kike García, más rápido y concentrado que una defensa que ya se veía en el vestuario, haciéndole su rutinario gol al Sevilla. ¡Fíchenle! Aunque solo sea por evitar que le marque cada año. El fantasma del descuento del primer tiempo de Valencia y el de la segunda parte del Atlético de Madrid volvía a sobrevolar Nervión. Y el Mallorca, y el Villarreal… Tras el descanso, desapareció el ‘efecto Caparrós’ y el equipo bajó los brazos hasta la salida de Sow y, sobre todo, Suso. A años luz de su mejor nivel, el gaditano aportó a cuentagotas una calidad de la que adolece este equipo desde el mismísimo mes de julio. Era un lujo caro dejarlo en el banquillo mientras parece obra del Espíritu Santo que uno de blanco le dé la pelotita a otro de blanco. Un puntito más. Es poco, pero algo es algo.