Modo autodestrucción activado

La crisis deportiva aumenta la crispación social
"¿Y si se unen a favor del Betis?"
SevillaNo falla. Ya está activado. Cuando el equipo rebla o duda un poco, emerge el modo autodestrucción. Esa capacidad intrínseca y perenne en el beticismo. Una enfermedad que lo carcome cuando las defensas bajan su guardia. Un virus mortal. El verdadero cáncer del club. Y es culpa de todos. De absolutamente todos. Ocurrió de nuevo. El Real Betis da por inaugurada su particular guerra civil. La de cada año. Otra más. Para regocijo de los que danzan en el lodo. Aquellos que se frotan las manos entre la crispación. El dolor es su placebo. Ya está activada la maquinaria. Florece la carroña. Es hora de sacar a la luz trapos sucios. De remover el pasado. Reflotar frustraciones personales. Inquinas marcadas. Se advierten curvas por Heliópolis. Pero esta vez la división cuenta con un sinfín de bandos. De un lado están los que creen merecer exigir por gastar más dinero que otros. La mitad de ellos no existirían si no pudiesen colgar sus 'hazañas' (¿?) en redes sociales. A su lado están los essigentes. Los que olvidan de dónde vienen. También los que esperan cualquier atisbo de derrota para machacar todo el trabajo realizado. Gente dañina. Infeliz. Hay quien realmente espera las derrotas para recuperar la señal de su wifi. Destructores por decreto. Para ellos, todo es desierto. Nada se puede salvar. Una plantilla sin nivel para la élite y un consejo lamentable. Enfrente, los que maquillan. Los que ocultan y señalan. Aduladores y palmeros. Marionetas. Sumisos. Obedientes. Dóciles. La guardia real. Ahora toca hacerlo contra Manuel Pellegrini. Desviando la atención. A pecho descubierto. Se lo llevan todo por delante. Relaciones públicas. Esos que todo lo justifican por tal de alguna limosna. Sí, así es. Y los que juegan a ganar una palmadita o algún interés que ni siquiera les dará para llegar a fin de mes. Por mucho que ellos anhelen eso. No deben dormir muy tranquilos por las noches...
La pescadilla que se muerde la cola en el Betis
Y es que en Heliópolis el deporte preferido no es el fútbol. Nunca lo ha sido. Aquí lo que más gusta es criticar. Señalar. Hacer daño. Posicionarse. Contra todo o contra todos. Qué más da si te llevas al equipo por delante. Si finalmente consigues tu objetivo, todo te habrá merecido la pena. Da igual si insultas públicamente a un amigo si eso te hace más bético. Porque claro, para ser buen aficionado debes seguir según qué pauta en las redes sociales. Las malditas redes sociales. Infectadas de bots, perfiles a sueldo o marionetas que juegan a hacer publicidad. Porque aquí todos nos conocemos. La historia está escrita. El peor enemigo del Real Betis es el propio Real Betis. El Real Betis es el más fiel reflejo de la sociedad actual. Un país en el que son los padres los que amenazan a los profesores. ¿Qué podíamos esperar? Esto no sorprende a nadie. Aquí no hay término medio. El Villamarín es el foro donde exponer sus frustraciones particulares. Todo es negro o blanco. Locura o basura. Éxtasis o esperpento. Un consejo ruín o salvador. Una plantilla ruinosa o mágica. Un entrenador milagroso o gastado por la edad. Un proyecto en crecimiento o en la miseria más absoluta. Y digo yo. Llámenme loco, pero... ¿Por qué no poner un poco de cordura aquí?
¿Y si se unen todos?
El ridículo en Europa ha sido grosero. El Betis sigue sin ser nadie en el viejo continente. Hay que tomar decisiones y depurar responsabilidades, sí, pero no todo es malo. Por cuarto año consecutivo peleando en LaLiga. Con campeones mundiales o coleccionistas de Champions. Algo que no se vio aquí jamás. Claro que el Consejo debe hacer autocrítica, sí. Ser transparentes, dejar de poner paños calientes. Gestiones cuando menos dudosas. Pero también han sido los dirigentes que más le han tado al Real Betis en su historia. Es innegable. Claro que hay que señalar a la plantilla. Faltaría más. Bajaron el pulgar queriendo. Alguno no merece vestirse más de corto. Pero también le han dado muchas alegrías a su afición. Por supuesto, también merece mención Pellegrini. Se ha equivocado. Mucho. Cada vez más. Pero faltar el respeto al chileno es hacerle daño al club. Y lo último, pero no menos importante, la afición. Empeñada en destruirse a sí misma. En señalarse, velar armas o definir su bando. Es sano pitar, sí. Y criticar. También es lícito apoyar hasta el final. Hasta cuando fallan las fuerzas. Pero quizás no sea el momento ideal para zarandear cuchillos. ¿Qué consiguen con eso? Por delante, 13 jornadas. Es la realidad. 13 partidos para lograr el verdadero objetivo. Estar en Europa. A partir de ahí vendrá la reflexión. No hay otra. De nada vale recordar al que ya no está. El pasado jamás volverá. Dejen pasar (sin olvidar) lo ocurrido. Quedan 13 partidos. Las réplicas ya vendrán, sí, pero en el lugar adecuado. Con criterio. Con razón. A través de una reflexión más fría. Definiendo la balanza. Ya habrá lugar para críticas o halagos. Las notas se pondrán en junio. Pero aquí hay una realidad irrefutable. La única verdad. 13 partidos por delante. ¿Y si se unen? En el compromiso está el éxito. ¿Y si reman todos juntos? Por una causa común. Algunos nunca han probado esa receta. Pero es excitante. Créanme. Ser felices y vivir en paz también merece la pena. De nada vale flagelarse. De nada vale hacerse daño. La unión es el camino. Y el domingo tienen la primera prueba. Cada uno elegirá qué cree adecuado. Con lo que les ha costado llegar hasta aquí... ¿Lo van a tirar por la borda?

Tifo Gol Sur 1907 en el entrenamiento (Foto: Kiko Hurtado).