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Monchi, el profesional

Diego Carlos, en su primer día con el Aston Villa y con su entrenador Gerrard
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Es una pena que un profesional de esas características, que lo ha dado todo por el Sevilla FC, con margen de crecimiento, acabe en una medianía inglesa como el Aston Villa sólo por la inmensa capacidad económica de los clubes de la Premier League. Una entidad que apenas puede aspirar a grandes cotas y que, seguramente, vivirá los próximos años a la sombra de Manchester City, Manchester United, Liverpool, Chelsea, Arsenal o Tottenham Hotspurs, que ya son sombras. Sólo de vez en cuando alguno de los muchos clubes con capital extranjero -¿todos o casi todos?- asoma la cabecita entre tanto gigante, véase el Newcastle, pero no suele ser demasiado tiempo pues a las migajas que estos dejan se lanzan todos estos capitales como lobos hambrientos. "El Sevilla FC, un equipo que lleva años ganando títulos, que se está asomando cada vez a la parte más alta de la tabla y que es un habitual en Champions, tiene imposible competir con un equipo mediocre de Inglaterra", decíamos precisamente hace poco más de un año en este mismo portal. Estas palabras y muchas otras más, pronunciadas por casi cualquier sevillista cuando Diego Carlos dejaba el Sevilla para aventurarse en una aventura tan dudosa como beneficiosa económicamente, resuenan de nuevo este mes de junio para despedir a una leyenda de Nervión. Monchi se marcha. Se ha ido ya, de hecho, entonando las mismas palabras de todos aquellos jugadores que despidió para marcharse a ganar mucho dinero y celebrar poca gloria deportiva. Una oportunidad que no se podía rechazar. Una de esas oportunidades que no se pueden rechazar y que corrompen el fútbol tradicional desde hace años, si es que queda ya algo de él.

Una oportunidad que no se podía rechazar. Una de esas oportunidades que no se pueden rechazar y que corrompen el fútbol tradicional desde hace años, si es que queda ya algo de él.

Monchi, el profesional, ha dejado el Sevilla FC para enrolarse en un supuesto proyecto más ambicioso. Monchi, el profesional, deja su casa en San Bernardo, a apenas hora y media de su tierra natal, para marcharse a vivir a Birminghan, un lugar que no goza de muy buena fama precisamente en el ranking de ciudades con mayor calidad de vida. Monchi ha salido al mercado, como buen profesional que es, uno de los mejores en su campo, y ha decidido dejar a la moribunda liga española por la brillante Premier League.

Ahora, Monchi, el profesional, lo ha comunicado mal y tarde, y a su ya antiguo club le ha metido en un lío en una fecha en la que se buscan jugadores, no directores deportivos. Sin ir más lejos, que no hace falta irse a Inglaterra para encontrar ejemplos, el también exitoso y reconocido director deportivo del club que mora cuatro kilómetros al sur, se marchó cuando toca en los mercados de los directores deportivos. Y para sustituirlo ha llegado otro exitoso y reconocido director deportivo, gracias, precisamente, por ir con los tiempos de ese mercado. Monchi es un magnífico profesional, uno de los más reconocidos o el que más en su campo en todo el mundo del fútbol, y ha decidido poner su carrera por delante de todo, de los tiempos, de los sentimientos y del cariño. Como debe ser en este fútbol moderno. Por tanto, el Sevilla FC le ha tratado como debe, como a un profesional que en su día firmó un importante contrato de ejecutivo que estipulaba lo que habría que hacer en caso de querer romperlo en un momento como este. A Monchi, el profesional, el Sevilla le ha tratado como tal. No podía ser de otro modo. ¿Se imaginan que Diego Carlos se hubiera marchado gratis al Villa hace un año? No cabía otra opción, y menos en la situación que atraviesa la entidad.

Lo de cortar en seco la euforia por la Europa League ganada cinco días antes tras una temporada tortuosa, echar gasolina al fuego de la inestabilidad del club, bloquear la planificación en unas semanas claves y pedir salir sin compensación alguna pese a tener el soporte detrás de un club multimillonario, ya son harinas de otros costales, no de los de Monchi el profesional.