Genaro, otra vez Genaro

El Málaga CF volvió a ver cómo se le escapaba un partido por un tremendo error individual. Genaro Rodríguez se ganó la expulsión directa con una durísima entrada sobre Íñigo Vicente que a la postre mermó al conjunto de Sergio Pellicer y permitió al Racing de Santander adelantarse en el marcador sin merecerlo, pues hasta ese momento el duelo estaba perteneciendo a los blanquiazules. Genaro volvió a fallar y no se le pueden permitir más malas decisiones. El equipo blanquiazul, con esta nueva derrota, perdía una triple oportunidad: la de recortar distancias con la salvación, la del golaverage con el Racing y la de contentar a una afición que había llenado La Rosaleda. Los primeros minutos fueron absolutamente frenéticos, con los dos equipos a una alta intensidad. Tanto, que los primeros diez minutos dejaron un susto entre Burgos y Rubén Alvés, que chocaron cabezas y tuvieron que estar las asistencias médicas durante varios minutos en el campo atendiéndoles. El malaguista acabó con un aparatoso vendaje. Minutos después, el miedo en el cuerpo lo metía Rubén Yáñez tirándose al suelo y pidiendo la entrada del médico al campo. Finalmente pudo continuar pero el corazón del malaguismo se encogió por un instante. Rubén Castro fue quien tuvo las ocasiones más claras de una primera mitad en la que el Málaga fue superior a su rival. Ambos balones se marcharon por muy pocos centímetros fuera del arco de Parera. Pero en la segunda mitad iba a llegar el momento en que todo el buen trabajo de los primeros 45 minutos iban a irse por el retrete: una roja directa a Genaro por una mala entrada sobre Íñigo Vicente. El árbitro lo tuvo claro desde el principio y, aunque era interpretable la jugada, el Málaga se quedó con uno menos. Un nuevo fallo del sevillano merma al equipo. ¿Cuántos tiene que cometer para dejar de ser titular en este Málaga? Efectivamente, minutos después, el Racing acabó aprovechando su superioridad numérica. Una gran jugada elaborada entre Juergen y Dani Fernández acabó con un caramelo que Iñigo Vicente no desperdició y envió al fondo de la red. Aunque el Málaga no bajó los brazos y la afición le ayudó a apretar los dientes, el gol no terminaba de llegar. La Rosaleda se llevó un nuevo chasco. Un nuevo error. Una nueva oportunidad desperdiciada. Un abismo que cada vez es más profundo.
