El Málaga se hunde en su propia desesperación

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La desesperación y el soporífero juego propuesto por el Real Oviedo en La Rosaleda hundieron al Málaga CF en el partido de la jornada 26 de LaLiga SmartBank. El solitario gol de Manu Vallejo, la expulsión de Esteban Burgos al minuto siguiente, el ambiente crispado en la grada... Fue un encuentro que se atravesó casi de principio a fin, especialmente en la segunda mitad y que a los de Sergio Pellicer les va a costar mucho afrontar.
Primera mitad para echarse una siesta
Los primeros minutos estuvieron marcados por algo de intensidad por parte de un Málaga que no dejaba a los de Cervera apenas pasar del mediocampo y que se plantaba en el área de Braat con cierta facilidad. La primera ocasión del Málaga llegó en el 13'. Genialidad de Lago Junior para deshacerse de la presión y tras una triangulación acabó dejándosela a Rubén Castro, que probó suerte de cara a portería, pero su disparo, demasiado raso, lo atrapó el meta rival. A partir del primer cuarto de hora, comenzó a trabarse el partido. La ansiedad y la necesidad no son buenas compañeras y el Málaga debía deshacerse de la primera para lograr resultados que disminuyeran la segunda. Ninguno controlaba del todo la pelota, el juego estaba completamente abierto. En el minuto 25, quedó absolutamente retratado Javi Jiménez. A punto estuvo de costarle caro al Málaga, pues, con un despeje de cabeza hacia atrás, le dejó el balón a tiro a Viti, que acabó mandándolo por encima de la portería de Yáñez. Al menos esta vez no entró. Quería asomarse el cuadro de Pellicer al área oviedista, pero los errores en tres cuartos de campo le estaban condenando. De hecho, una pérdida en la medular permitió a Borja Bastón salir en carrera y plantarse ante un Yáñez que sacó un pie rapidísimo para atajar el balón. De esas acciones que pueden decidir partidos y más hablando del Málaga, por fortuna no salió mal parado... otra vez. Minutos después, el propio Borja, que se estaba llevando una buena dosis de pitos y cánticos por el mal recuerdo que dejó en Martiricos, se lesionó y tuvo que retirarse. Con el máximo goleador del Oviedo fuera de juego, una llamita de esperanza se atisbó en el horizonte. Esta vez no iba a marcarnos el exmalaguista.
Tocado y hundido
Tras el descanso, el fútbol volvió a La Rosaleda sin pena ni gloria en lo vistoso, con un Oviedo, eso sí, decidido a romper la igualdad y un Málaga que intentaba aproximarse al área de Braat por ambas bandas, pero sin mucho éxito. Tuvo que tapar Yáñez una internada de Abel Bretones en el 53' que metió el miedo en el cuerpo. Antes del 60' Pellicer optó por el doble cambio, y en la siguiente jugada, llegó la jugada dolorosa. con un centro de Lucas Ahijado desde la derecha, Manu Vallejo anotaba de cabeza y adelantaba al Oviedo. A los pocos segundos, De la Fuente Ramos expulsaba con roja directa a Esteban Burgos tras unas airadas protestas a su asistente en la banda y, por si fuera poco ir por debajo en el marcador, el Málaga se quedaba con diez. A partir de ahí, con la afición bastante aireada con sus jugadores y un ambiente muy crispado, el equipo blanquiazul trató de encontrar su hueco, colgando balones al área y tratando de incomodar a la férrea defensa oviedista. Hubo aproximaciones, sí, pero no terminaban de crear peligro. Entró Cristian para colocarse de carrilero izquierdo y también Ramón, para tratar de dar empaque a la medular. El partido, soporífero, no había manera de levantarlo, pero el Málaga necesitaba aferrarse al clavo ardiendo que tenía delante. Otra vez, como siempre, los minutos comenzaban a agotarse sin que hubiera indicios de empate por parte del conjunto malaguista, que se desesperaba y desesperaba a su afición. Las decisiones de De la Fuente Ramos tampoco ayudaban a calmar unos ánimos que a cada segundo que pasaba se ponían peores.
