Champions League|Jornada 3
Escudo Sevilla
Sevilla
Y. En-Nesyri 51´
1
4
Escudo B. Dortmund
B. Dortmund
R. Guerreiro 6´, J. Bellingham 41´, K. Adeyemi 43´, J. Brandt 75´

Un esperpento para el epílogo

Sevilla 1-4 B. Dortmund: Resumen del partido
Sevilla 1-4 B. Dortmund: Resumen del partido
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Julen Lopetegui se ha despedido este miércoles como entrenador del Sevilla con una nueva derrota, sonrojante, hiriente, dolorosa. Epílogo cruel para el entrenador que menos ha perdido en el equipo nervionense en cuanto a porcentaje de partidos. Pero no solo se ha despedido Lopetegui esta noche, también el Sevilla ha dicho adiós de facto a la presente Liga de Campeones. Han sido dos despedidas que quizás no deberían haberse producido de esta forma, porque la noche de Champions en Nervión ha sido de lo más rara que se recuerda, con un entrenador que dejará su lugar en el banquillo en las próximas horas dirigiendo una cita trascendental deportiva y económicamente para la entidad. Julen Lopetegui debió dejar de ser el entrenador del Sevilla como mínimo hace días, si no semanas. La confianza fue demasiado lejos y el resultado es que el equipo hispalense se ha jugado su futuro en la Champions, ya casi pasado, con un entrenador sentenciado, con su sustituto de camino a la capital hispalense. Y la realidad es que de una forma o de otra todo ese caos, toda esa situación anómala se tradujo en el campo en un partido planteado como una auténtica locura. Toda la rigurosidad, toda la rigidez táctica de Lopetegui se fue al garete a la hora de plantear el partido ante el Dortmund. Si esperpéntica fue la noche, esperpento fue lo que perpetró Julen dándole carriles a un equipo de transiciones veloz. En resumen, el plan del Sevilla potenciaba las virtudes del rival, más que minimizarlas. El buen entrenador que es Lopetegui ha perdido el norte en estas últimas semanas, o meses, y eso ha acabado con sus huesos fuera del Sánchez Pizjuán. Eso en lo que concierne al futuro exentrenador sevillista, cuyas elecciones en el once (¿Suso a medio gas titular?) fueron también en la línea de la noche de autos. Luego, más allá de lo relatado, está lo previo y lo futuro. La entidad no ha sabido gestionar la sucesión en el banquillo de la mejor manera, está claro. Y eso ha terminado convirtiendo un partido tan importante como este ante el Borussia en una muerte anunciada, anunciadísima. El Sevilla, sí, puso corazón en el partido. No se le puede negar. Hasta tuvo mala fortuna en los momentos del encuentro, cuando fue duramente castigado por su rival. Tuvo oportunidades, las falló, encajó, fue tumbado en el tramo final de la primera parte y a partir de ahí no pudo meterse en el partido porque arriba es blando y atrás es de cristal. Punto y final a una etapa gloriosa del Sevilla, la del Sevilla de Lopetegui, de una forma inmerecida, de una forma esperpéntica y cruel. Pero el fútbol no perdona, y ha acabado de forma rotunda con un proyecto que ya se había torcido.