LaLiga Santander|Jornada 27
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Un Sevilla mentiroso

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Bono, lo único salvable del Sevilla en Vitoria.. LaLiga
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El Sevilla perpetró un partido horrible en Vitoria. Malo en muchos sentidos, decente en otros y bueno en muy pocos aspectos. Fue bueno Bono, que salvó a su equipo, y poco más, porque la realidad es que el punto sumado por el equipo nervionense sabe a poco o más bien no sabe a nada. El Sevilla completó uno de sus partidos más tristes y pobres de la temporada, en el que en realidad tuvo más ocasiones que ambición, tuvo más riesgo que seguridad y en el que apenas se sostuvo por la falta de eficacia y precisión de un Alavés que fue levemente mejor al Sevilla. El equipo hispalense no fue nunca de verdad a por el partido. Acumuló minutos con llegada, con ocasiones, incluso una de Munir ya en el 90, pero la realidad es que nunca fue un equipo mentiroso, que hizo como que quería pero en realidad no podía, ni física ni futbolísticamente. No tuvo cauces de llegada, no tuvo ideas y pareció fundido. El punto no vale ya para casi nada, bueno para no perder, pero no vale para pelear por el título con el Real Madrid y parece hasta pobre para la pelea que se empieza a fraguar por la segunda y todas las plazas de Champions. La primera parte del partido es una copia de otras muchas del Sevilla esta temporada. Indefinido, a un ritmo medio, sin presionar, intentando pausar el encuentro, arriesgando al sacar la pelota y encontrando alguna ocasión fruto más del accidente que de la constancia. Sin embargo, sí que sufrió oportunidades, y claras, por parte del Alavés, ya desde el primer minuto. Solo Bono, con dos buenas intervenciones, y el fallo en el remate de los jugadores locales permitieron a los de Julen mantenerse con la portería a cero en esa fase del encuentro. El plan sevillista, ese que no salía, que no lograba ejecutarse, era atraer a la presión al Alavés, que la hacía, sobre todo los primeros minutos, y bien, para luego poner en juego a sus centrocampistas ya con espacios y buscar quizás en largo a En-Nesyri, Ocampos y Tecatito. Pero ninguna de las partes del plan salía. El Sevilla perdía pelotas ante la presión, los centrocampistas cuando recibían y podían darse la vuelta eran imprecisos y sus pases en largo no eran válidos para los delanteros. Y estos, cuando tuvieron ocasión de aproximarse al área, no estuvieron certeros. Tuvo el Sevilla un gol en fuera de juego en un córner y un par de disparos, de Gudelj y Ocampos, peligrosos. Pero la realidad es que al descanso se fue el partido cero a cero y era mejor noticia para los andaluces que para los vascos. No varió esa línea de juego del Sevilla en la segunda mitad. Poco a poco acumuló ciertas llegadas de peligro por la banda derecha, sumando a Ocampos y Navas, y remates del argentino en el área, remates que nunca fueron la mejor opción. También mejoró algo con la salida de Óliver, único cambio que aportó algo, porque Mir o Munir no hicieron más que sus compañeros que estuvieron antes. Pero faltaba un patrón de juego, faltaba un plan de ataque y espíritu ofensivo para de verdad desbordar al Alavés que ni sufrió a su espalda de la defensa cuando la tenía casi en el medio campo. Fue tan pobre la propuesta del Sevilla que el final del encuentro fue un alivio, un alivio por el fin del tostón en el que el equipo sevillista no proponía prácticamente nada. Una de las peores comparecencias del conjunto de Julen este curso, y viene después de una de las mejores ante el Betis. La pregunta es clara, ¿por qué no siempre esa alma, esa intensidad del derbi?