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Marcelino y la historia del cañón

(Mediaset) Muniain recoge el trofeo de subcampeón de la Copa del Rey
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Nadie muere en la víspera, reza un dicho popular. El viernes 16 de abril, Marcelino García Toral, el entrenador del Athletic Club, había señalado: “Me veo como un cañón y, a los jugadores, igual”. Con el resultado de 4-0 en mano, con el periódico de ayer, con el que el FC Barcelona derrotó en 45 minutos de juego al Athletic Club de Bilbao, me pregunto qué sucedió con el cañón. ¿Se quedó sin municiones? ¿Se oxidó? ¿Se atascó? ¿No funcionó porque era suficiente con haber llegado a una tercera final en una temporada y ya estaba? ¿Era un cañón de un cuento de fantasía?

No tengo respuesta a estas preguntas sobre el Athletic...

Es verdad que el Athletic ha tenido la oportunidad de disputar 3 finales. Ganó la de la Supercopa 2021 al Barça y perdió las dos de la Copa del Rey modelo 2020 ante la Real Sociedad y modelo 2021 ante el equipo culé. Sin embargo, me pesan estas dos derrotas de sendas finales coperas. Porque es nuestra competición más querida. Porque he visto un desempeño de conjunto que iba para equipo de autor y que se quedó en flor de inicio, marchitada con los días.

Siento que el Athletic se estancó en su respuesta estratégica y táctica en estas dos finales coperas.

Particularmente en esta última, donde se esfumó la esperanza de la diferencia: la cantera, la actitud de remontada, la nueva oportunidad de las lecciones aprendidas de la final copera ante la Real Sociedad. El Barcelona trasladaba el balón hacia adelante, a un toque en La Cartuja. El Athletic, hacia atrás, con toques innecesarios. Nos faltó profundidad, enjundia, verticalidad, determinación, ambición de finalistas.

Me quedo pensando en la artillería del cañón, en su carga simbólica y pacífica. Que el cañón también se usa para el control de avalanchas y aludes.

En la final 2021 de la Copa del Rey, el cañón del Athletic no pudo parar la avalancha de juego del Barça en los segundos 45 minutos de juego, de los que les bastaron apenas 13 para marcar 4 goles incontestables. Nadie muere en la víspera. Sin embargo, la altisonancia de las palabras -algunas veces expresiones vacuas- puede causar daño al buen criterio necesario para plantear y jugar un partido de estas características.