Del pan de Marcelino a la 'magna obra' de Escribá

La mejor cara, pero el mismo resultado
Valverde: "La derrota es absolutamente injusta"
El gol de Iborra es ilegal
Escribo de lo que nadie escribirá. Hablaré de lo indefenso, que no de lo indefendible. Dos folios garabateados, apuntes puntuales por si la memoria me fallara a la hora de cronificar. Hojas que no quiero ni mirar, pero que a la vista dejare, quizás sobre la mesa camilla, por si un día se me acaba el papel higiénico del baño y no me apetece andar revolviendo en los cajones en busca de un rollo que quizás ni existiría. Se hablaba del 'Villarreal de Marcelino'. Marcelino: "hostias y vino", literal, de manual de un avezado monaguillo. Se nos acababa la voz de la protesta a la hora de denunciar a un entrenador que tenía la virtud de sacarnos de nuestras casillas, ora junto al Cantábrico, ora junto al Mediterráneo. Marcelino ya no está tripulando el submarino amarillo. Hoy, por lo tanto, tampoco lo hemos sufrido. Hoy, era Escriba, un tipo que desde que visitó San Mames dirigiendo al Elche lo tengo en los puestos punteros de mi clasificacion de seres indeseables. Sé que no vende lo que digo. Soy consciente de que, más allá de un romántico vidente, al que le toca cronificar se tendrá que aguantar las ganas de hacer leña de un Athletic caido de una manera penosa. Penosa, más por la forma, por lo poco que han tenido que pensar los jugadores amarillos para atrapar el botín de los tres puntos que por la capacidad que ha tenido este "Athletic según Valverde " de hacer gol cuando se debía y de evitarlo cuando la ocasión no la pintaban calva. Penoso: tampoco por la pena, porque este triste y quejicoso. Derrotas como hoy las digiero como un cuarto de litro de Accuarius en una esas ascensiones al pico Serantes en jornada calurosa. El que esto escribe aludió ha no mucho al magreado 'Gure Estiloa', y dijo de él que "la cantidad de partidos que nos quita es directamente proporcional a los que le procura al adversario con el que nos toca en (mala) suerte jugar... Hoy, noche previa a un fin de semana a la fuga, tenía mis esperanzas puestas más en el fin de mi dolor que en el hecho de que el Athletic ganara y/o empatara en el estadio de la Cerámica. Con cierta desgana, con la desidia del que coge una servilleta de papel sin nada que llevarse a la boca, he cogido estos dos folios que, pintarrajeados, sufren bajo el peso de mi flamante teléfono móvil. No me sirven. Para nada los quiero. Porque lo que tengo que decirles lo tengo bien amarrado en el noray que se conecta a mi memoria. ¿Técnica, táctica, estrategia?...Ustedes mismos. Ustedes que vieron en vivo, en directo, ustedes que leyeron a los más afamados cronistas que le siguen la pista al Athletic por ese miedo atávico de que un día, victimas de una celada, los leones se precipiten a ese vacío existencial que tanta angustia nos crea. El tiempo y el espacio son sensaciones relativas, subjetivas, que obedecen al modo en que tenemos de enfrentarnos a nuestros demonios personales. Cuando es el Athletic el visitante, el hasta hace dos dias Madrigal se me antojaba estrecho y, sobre todo, sumamente corto, una especie de campo de futbito en el que el rival le llega a mi Athletic cuando y por donde le da la gana. Los Carmenes, Benito Villamarin...me parecen descomunales, apropiados para que el Athletic pueda armarse y no sufrir. Este maldito campo del Villarreal, de el, podría decirse que no cumple las medidas reglamentarias. Y en verdad que no debería ser así...Espejismos que se derivan de verlo todo tan amarillo como arena desértica bien dorada por el sol. El rival nos llega en cuatro toques mal dados, y en cinco segundos, y me quedo largo. Los equipos veloces nos matan. Tenemos vértigo a la velocidad. Como si los equipos rivales fueran de autoescuela, y nosotros nos hubiéramos sacado el carné de conducir en la pista de unos "autos de choque". Hay partidos canallas, de esos de arremangarse, tener la gentileza de decirle a tu oponente que se quite las gafas porque los puños, al romper el cristal, provocan cortes en zonas muy delicadas. Y es así que donde el Athletic ve hierba el contrario se mueve en la arena, ya no hay barro, los más macarras tuestan sus cuerpos al sol. Del Mediterráneo. Y como estoy cansado. De ti. Cansado. Harto de todo y sin ganas de nada, que los que a sueldo están estiren el brazo para que la soldada se acomode en su pedigüeña mano. Que cada cual haya contado la feria según le ha ido, vista, apreciada, periodicos, radios, televisiones, Internet. En noches como esta siento que no merece la pena pararse a pensar, y a estas horas de la medianoche. El que creyera que el Villarreal iba a cambiar por haberlo hecho de entrenador se equivoca. Marcelino iba de cara. En su condición de monaguillo: para las hostias y para el vino. Muerto Marcelino, a Villarreal le llegó la rabia de un tipo más falso que una moneda de dos cincuenta en la época de Franco. Cuando nos vino con el Elche a la flamante Catedral, solo tras un comportamiento zafio, macarra y provocador de sus futbolistas fue capaz de hacerse con la victoria. Al frente del Villarreal ha repetido el guión al son que la marcha del partido le iba exigiendo. Tres botones: ¿Les vale?. En el 72', Iñaki Williams fue cazado por Víctor Ruiz. En una liga sana donde seres honestos litigaran, ese gesto brutal habría sido castigado con Carcel y trabajos forzados; en esta de Tebas, tan solo roja, tarjeta para un tipo que, de haber atinado más, podría haberle retirado del fútbol a ese trozo de pan que es Wuilians. En el 78, Andrés, portero del Villarreal, atrapo de manera suave el balón, se dejó rodar por el verde y, al más puro estilo de la Magna Obra de Escriba, se levanto para de seguido arrojar el esférico fuera del terreno de juego. Todo el mundo sabía que lo que se estaba escenificando era una de las mejores perlas del Opus que fundara Escribá. Todos menos el árbitro. Que le siguió el juego a uno de los alumnos más aventajados de la Magna Obra. Para cerrar el triangulo que define la Obra de Fran Escriba, a punto de extinguirse el partido, Yeray fue cazado por un oponente cuyo nombre no les puedo ofrecer ya que los folios me quedan a desmano y darles el dato en cuestión habría sido un esfuerzo vano. Si al 'Gisasola' de 'Baraka' su verdugo le hubiera pillado con el pie en el suelo, lo de los huesos propios de la nariz habría sido una ligera broma. Desde la expulsión de Víctor Ruiz hasta la finalización del partido, de tiempo, la verdad es que yo diría que nada, quedarse el Villarreal con diez y hacerse con el cronómetro Escriva fue todo uno. Dueño del tiempo el amigo Fran, sintiéndose Cronos (que en verdad lo era), le iba dando al play y al stop según lo exigiera el guión acordado en la libretilla de sus intereses. Y fue así como se iba fraguando una derrota penosa. Entre goles, vicegoles (como escribía el maestro José Mari Mujika), amarillos a la caza como buenos submarinistas, y un portero que se mofa y al que su amigo Raúl García le ríe la gracia. Nosotros, otro capítulo más, aferrados a un "Gure Estiloa" escrito en un papel con el que el miserable señor Escriba se limpia el culo y guarda lo usado para la siguiente ocasión. Estoy harto. Si Valverde, o Urrutia, dan por buenas las terribles entradas que han padecido hoy futbolistas míos como Wiliams y Yeray , que cuando de lo brutal se derive un daño semejante, por coherencia, se queden callados mientras para sus adentros van rezando el Gure Estiloa con el que hoy Fran Escriba se ha limpiado el culo. Por Luis María Pérez, 'Kuitxi'. Periodista y Exjugador del Portugalete. @kuitxi