El sistema de Poyet: renovar o morir

Poyet: "Está claro que algo tengo que cambiar"
Debacle Poyet
El horrible partido del Betis ante el Real Madrid va a dejar consecuencias, al menos deportivas. Gustavo Poyet ha quedado en una situación muy complicada y ya hay quienes barruntan que el choque en Pamplona va a ser decisivo para el futuro del entrenador. Allí, ante Osasuna, el uruguayo debe salir de la UCI para, al menos, quedarse en planta. Para ello medita darle una vuelta a ese sistema que hasta el 1-6 era casi innegociable. El 4-3-3 ha dejado demasiadas carencias y sólo hay que ver los números de diferentes partidos para corroborarlo. La goleada del viernes en el Benito Villamarín, imperdonable para muchos aficionados, va a pesar como una losa en la espalda de Poyet, que ya piensa en dar un giro de tuerca a su idea para seguir en el banquillo del Betis. El 4-4-2 o el 4-2-3-1 son las opciones, aunque desde dentro no se descarta volver a los tres centrales y dos carrileros. Ver a Rubén Castro en la banda sigue siendo doloroso para la vista de los béticos. El canario no ataca como si jugara arriba y se cansa de defender, sobre todo en partidos de, a priori, mucho trabajo. Poyet ha comenzado a quitarse la venda de los ojos y todo indica que Rubén jugará de delantero, de nueve, en Pamplona. Falta por ver si lo hace con un acompañante (Sanabria o Alegría) o tiene un enganche en la mediapunta. Tampoco ha servido fortalecer el centro del campo con jugadores de trabajo y presión. Ante el Real Madrid no valió correr más (110 km por 108 km), ya que apenas hubo robos de balones en la medular. Más bien al contrario: cualquier pérdida en la transición local acababa en contra (y goles) visitantes. Poyet se ha dado cuenta de esos errores y esta vez echó en falta a Felipe Gutiérrez, indiscutible para él. El cambio de sistema va a ser la (pen)última bala para Poyet, que está tardando mucho tiempo en darse cuenta de lo que es el Betis, de cómo tiene que jugar y dónde rinden mejor sus futbolistas. Es renovar o morir.