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El banquillo al rescate

Los jugadores del Sevilla celebran el gol de la victoria. (FOTO: Kiko Hurtado)
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Los partidos con Sampaoli son imprevisibles. Es difícil hacer un molde sobre cómo juega el equipo, así que eso es de lo poco que se ha sacado en claro en el primer tramo de competición del Sevilla FC. Cada batalla es absolutamente distinta, pero si éstas acaban en victoria, aunque sea en el último toque de balón, buenas son. Los blanquirrojos firmaron una media hora de juego bastante pobre, otra en la que trató de espabilar y la última en la que mereció un empate que se convirtió en victoria en los estertores con un gol de penalti de Sarabia y otro de Carlos Fernández en el último suspiro. Vitolo, el otro hombre que salió desde el banquillo, provocó la pena máxima y fue clave para decantar el duelo hacia el lado sevillista. Recién pasados los compromisos internacionales y con la Champions League en lontananza, Sampaoli apostó por un once inicial lleno de novedades. Fueron titulares por vez primera en Liga hombres como Escudero, Ganso, Correa y el recién llegado Nasri. La apuesta no le funcionó al técnico argentino en la primera mitad y pronto se vio sorprendido por la UD Las Palmas, un equipo que evidenció en Nervión que aunque su liderato fuera puntual no era casual. Los canarios dieron una lección táctica en la primera mitad, con un orden sobresaliente y una peligrosísima salida al contragolpe, mientras que en el segundo acto mantuvo su sistema hasta casi el final. Así, en el minuto 4 se le anuló un gol a El Zhar por claro fuera de juego y un minuto después Sergio Rico evitó el gol de Livaja ganándole el mano a mano. Tanto se habían acercado los amarillos al inicio que en el minuto 16 se adelantaron merecidamente. Roque Mesa, que dejó su tarjeta de presentación en Nervión a aquellos que no entendían la insistencia de Monchi en fichar al teldense, salió con fuerza desde atrás y se plantó en la frontal del área. La zaga sevillista contuvo esa embestida, pero Rami, Pareja y N’Zonzi se quedaron mirando mientras Tana se acomodaba para batir con un buen disparo a Rico. El Sevilla acusó el golpe y tardó en reaccionar más o menos lo que tardó la grada en exigirle a través de los pitos, señalando especialmente a un Ganso que aún no ha interiorizado el compromiso defensivo que exige el fútbol europeo. Sin embargo, el brasileño fue el artífice de la ocasión más clara de los nervionenses en el primer acto, filtrando un pase exquisito a Ben Yedder, que perdió el mano a mano con Javi Varas. Antes del descanso, pidió dos penaltis el conjunto blanquirrojo, uno sobre Ganso y otro sobre Franco Vázquez, que Martínez Munuera, poco dado a utilizar el silbato en las áreas por el momento, dejaría pasar. Pese a su tímido despertar en las postrimerías del primer acto, Ganso no regresó al verde dejando su lugar a Vitolo. El Sevilla salía con ganas de empatar pronto pero una y otra vez caía en la maraña de Las Palmas, que sin llegar a las inmediaciones de Rico no se sentía incómodo en Nervión, todo lo contrario que su rival, acuciado por una afición que aunque cree sigue albergando dudas. El paso de los minutos y la inercia hizo que el campo fuera volcándose hacia la meta de Varas, que cuajó una sobresaliente actuación en su regreso al Sánchez-Los tres hombres que salieron desde el banquillo -Vitolo, Carlos Fernández y Sarabia- fueron claves para dar la vuelta al gol inicial de Tana.Pizjuán. Como es lógico, la entrada de Vitolo en el campo ayudó a que el Sevilla sumara acciones de peligro. La primera fue gracias a una buena jugada por la banda del canario que acabó en un peligroso disparo de Franco Vázquez desviado por el meta de Pino Montano. Poco después N’Zonzi cabecearía fuera por poco tras un centro de Mariano y en el 72’ Martínez Munuera anuló un gol a Carlos Fernández –que había sustituido a un desaparecido Ben Yedder- por estimar que la pelota había salido antes de que Vitolo le diera el pase de la muerte. El Sevilla quería, pero no podía y comenzaba a aturullarse demasiado en ataque pese a que Nasri -mejor con libertad por el centro- trataba de aportar luz y Vitolo pegada, pero todo acababa en parada de Varas. Las Palmas mantenía su esquema y también tenía alguna ocasión en peligrosos contragolpes. Al final fue Martínez Munuera el que acabó por descoser las costuras de la retaguardia canaria. El valenciano, que había hecho un arbitraje de esos que desesperan al que va por detrás en el marcador, pitó un penalti más inventado por Vitolo que otra cosa y, de paso, dejó a Las Palmas con diez expulsando a Bigas por doble amarilla. Sarabia tiró el penalti muy ajustado en el único disparo que hasta entonces fue capaz de superar a Varas. En los cuatro últimos minutos el Sevilla se volvió loco en búsqueda del segundo gol y bien que lo logró. Dejó algunos huecos atrás, pero en su última jugada, en la última contra, Sarabia provocó un córner que sería definitivo. Se había cumplido el tiempo, pero Martínez Munuera avisó de que sería la última jugada. Saca el madrileño desde la esquina, Montoro no la despeja y Varas no la atrapa, la pelota le cae a Carlos Fernández, al que tanto echó de menos el filial en Lugo, que con más fe que otra cosa introduce una pelota que vale dos puntos en la portería, en lo último que dio de sí el partido.