Spain resiste
No me quiero creer que la mayoría de mis compatriotas sean de derechas, pues no reúnen requisitos sociales ni económicos para serlo. Quiero pensar más bien que la amenaza de las derechas procede directamente de la pasividad de las izquierdas, pasividad que va desde la paupérrima estrategia comercial de las campañas de los partidos hasta el crecimiento de exagerados segmentos sociales que renuncian a las urnas en momentos tan delicados. Tanto lo uno como lo otro tiene solución, pero hay que querer ponerla. He visto detalles y gestos inteligentes en el PSOE y otros muy torpes en el Partido Morado (ya con su nombre me pierdo). Parece que, cuanto más a la izquierda, más complejo lo diseñan para algo tan sencillo como cazar votos. Fíjense en Vox: arriba España, al carajo los negros, viva la escopeta de cartuchos, los toros, el flamenco, la legión a Cataluña, la violencia se queda en casa, que le den por culo a los maricones y 400.000 votos en Andalucía. ¿Nadie es capaz por la izquierda de hacer un programa así de básico pero con los “valores” al contrario? ¿Es necesario buscarle siempre los 119 pies al gato? El VUELVE del Coleta me dio hasta miedo. Joder. Surrealista. O no. Visto lo visto se puede esperar cualquier cosa. Podemos siempre ha tenido a su peor enemigo más dentro que fuera. Al de fuera le ha plantado cara, pero el de dentro lo está desangrando. Lo reventó en las andaluzas. Ahora lo puede desvertebrar. Insisto: menos bases y más superficie. Ahora que Riverita se ha llevado un palo de los letrados del Congreso queriendo paralizar el incremento del derecho de paternidad, ahora que Casado está liándola con las adopciones de inmigrantes para expulsar a las madres, ahora, por favor, los de la izquierda (o la no-derecha, llámenla como quieran), cálmense. Elaboren un programa que hable de bajar la luz, el agua, el diesel, el alquiler, algunos de los mil impuestos, de subir los sueldos, las vacaciones, los permisos, de invertir en educación y sanidad pública p-o-r-d-e-r-e-c-h-o-y-d-e-u-n-a-p-u-ñ-e-t-e-r-a-v-e-z, de detener la orgía de privatizaciones… en definitiva, que los candidatos sean comerciales para conseguir que la gente entienda su discurso en Setenil de las Bodegas y en el barrio del Avecrem, coño… y lo vote sin ambages. Sabemos que la izquierda se distingue de la derecha en la autocrítica y en que la segunda lava los trapos sucios en casa y la primera en la calle. Así es difícil que la izquierda social se sienta representada por la izquierda política y no se abstenga en masa, que la derecha está repleta de inmoralidades y lo sabe, pero no se abstiene. La abstención es un derecho legítimo, pero su consecuencia es la pérdida de derechos sin opción a réplica. Hay veces que se vota al que parece menos malo, como hace la derecha. Ese pragmatismo tiene más valor de supervivencia que el sentido autocrítico y especulativo de la izquierda que se traduce finalmente en abstención y en victoria de la derecha por dejación de la izquierda. Para muestra un botón: Andalucía. Lo peor es que la derecha, en teoría, no debiera representar a tanta gente, pues tanta gente no hay favorecida por las políticas de la derecha. Eso vuelve a recordar el motivo fundamental de la crítica a la democracia de Platón: el pueblo vota a quien mejor engaña. Si en Spain gana la derecha, el sistema de gobierno se convierte automáticamente en oligarquía (1996-2004 y 2011-2018) y eso es una contradicción. La derecha puede ganar unas elecciones democráticas cuando la renta per cápita del país triplique a la que tenemos. En otras condiciones no tiene sentido. Admito y hasta respeto que haya votantes de derechas en este país, en el que ha crecido la familia de los ricos y el volumen de su riqueza. Pero ese tipo de rico ibérico no va a generar riqueza para los demás, sino solo para su endogámico entorno. El electorado, a estas alturas de la película debería saberlo, pero dada su inmadurez cultural y política se lo estoy explicando como si de un básico alumnado se tratara. Alcanzar un modelo de economía mixta como las democracias nórdicas no tiene por qué ser imposible. Pero en este país tenemos lo peor del capitalismo —la privatización de lo público— y lo peor del comunismo —el control del Estado sobre la producción y los ingresos de las clases más desfavorecidas—. Esto no es ni una cosa ni la otra. Esto no es ná. En política aún no tiene nombre. O sí. Spain. Por ponerle uno. A ver cuándo llega la hora de que la gente mire para sí y alrededor y sea capaz de decidir por sí misma qué opción política le viene mejor a la hora de votar. Solo con eso es suficiente. No se trata de organizar escuadrones antifascistas, de celebrar cada día un 8 de marzo, de sacar a Paco del boquete ni de hacer más boquetes para recuperar a las víctimas, que también, que sí, que todo eso vale, pero que mientras la izquierda, en vez de mirar a la luna, se quede mirando el dedo que la señala, la luna se nos quedará cada vez más lejos. Vamos a empezar por donde hay que empezar o no acabaremos nunca.
JUAN CARLOS ARAGÓN
