Jaque al rey

Si alguien pensó que pactar con Vox le iba a salir gratis es porque en este país la primera autoridad democrática sigue siendo la ignorancia. Referirse a Vox solo como “los fachas”, “los fascistas”, “los machistas” o “la extrema derecha” es tan simplista como la politología popular. Vox es un compendio amoral que se ha dedicado a hurgar en los resentimientos y los odios que no están políticamente representados para representarlos. Vox es una especie de Maquiavelo que, al haber estado dentro y fuera de los partidos y del pueblo, se ha limitado a hacer un meticuloso recorrido por ambos y a diagnosticar el perfil de sus posibles votantes para conseguir incomodísimas cotas de poder, contando con esa doble perspectiva, la de abajo y la de arriba, la misma privilegiada perspectiva con la que Maquiavelo contó para escribirle El Príncipe a Lorenzo de Médicis: el fin justifica los medios. La insuperable ventaja de Vox sobre el resto de los partidos es que no aspira a gobernar sino a dar por culo a esa clase de la que surgió rebotada y resentida: la propia clase política. Observó que ésta, actualmente, está compuesta en su inmensa mayoría por una lamentable legión de esperpentos sin talento ni talla, que repiten de memoria fórmulas vacías de contenido de las que mucha gente comienza a huir hacia la abstención… o hacia ellos. ¿Quién anda por ahí exigiendo que la gente tenga principios? ¿No conoce a la gente? La mayoría de la gente vota —si vota— pacá o pallá según le vaya el monedero y según crea en la fábula que le cuenten. Si creyó en la de Dios, puede creer en cualquiera. Vox no ha tenido prisa por llegar: ha ido reclutando a los rebotados del sistema, pero por la otra parte, que también los hay. A ver si ahora nos vamos a creer que los anticapitalistas y los ateos somos los únicos indignados. La calidad de la democracia está sumergida en una crisis mundial, como no podía ser de otra forma desde que las instituciones se prostituyeron al capitalismo salvaje. Acto seguido al éxito electoral en Andalucía, Vox ha hecho un minucioso estudio sobre los elementos transversales de sus votantes. Y, de entre todos, ha encontrado al más común: lo que ellos llaman “dictadura de género, feminazismo, androfobia” y demás sinónimos. Por eso han empezado por ahí. Han esperado a que los alegres oportunistas de la derecha ingenua vendieran la piel del oso antes de cazarlo. Y cuando habían repartido la ganancia de la piel, Vox solo tuvo que mover una ficha: “de las 90 balas, me vais a dar la 84; ni la 14, ni la 72, ni la 86… la 84 (de momento)… o no pongo mis escopetas… a ver quién caza a quién”. JAQUE AL REY. Gritemos, insultemos, maldigamos, que ellos se pasan el ruido por la punta de la polla, literalmente. Es Jaque al rey. En otro país cualquiera de Europa no lo sería. Pero en España, por desgracia, lo es. ¿Cuál es el objetivo de Vox? ¿La mujer? ¿Hasta allí llega su perspicacia? Dejen la política, que no se han enterado de nada ni se van a enterar. EL OBJETIVO DE VOX SOMOS TODOS LOS QUE NO SOMOS VOX. Ahí la llevamos. Una vez que han plantado el jaque se me antoja poco probable que reculen, pues si reculan, entonces será cuando frenen su ascenso meteórico. Ellos son los primeros que lo saben. Y quienes veían en Vox a sus aliados para gobernar, o pactan, con todas sus consecuencias, o repiten las elecciones en las que, aunque los abstencionistas vayan a votar —que aún está por ver si votan y a quién…—, lo único claro es que se prevé que Vox siga creciendo. Y lo peor: el jaque de Vox no es tanto por efecto propio como por defecto de sus adversarios, que no juegan peor porque no saben. ¿Os acordáis cuando —hasta hace poco más de un mes— nos reíamos de Vox, incluido el abajo firmante? ¿Quién se está riendo ahora? Trump, Bolsonaro, Salvini, Le Pen… Abascal. Los chistes y los jalones de hemeroteca ya no funcionan. Cambiemos la óptica y después el discurso por uno que entienda hasta Sergio Ramos. La jugada está medida. La negociación política actual es un tablero de ajedrez al que saben jugar mejor quienes han estado entrenándose en el tablero que haciendo el imbécil en los estrados, ignorando que la mayoría de la gente es tan ignorante como ellos: ES LO QUE PASA CUANDO SE INVIERTE TANTO DINERO EN LA EDUCACIÓN CONCERTADA Y TAN POCO EN LA PÚBLICA: EL PAÍS SE VUELVE AMORAL. No se nos olvide que, desde una perspectiva ética, el patriotismo es amoral; al igual que el cordón sanitario solo se puede implantar en la “sanidad” pública. Cuando huele a cuesco y buscan al culpable es porque se ha ido uno. Cuando no lo buscan es porque se han ido todos. Pues en San Telmo huele ahora mismo que te cagas. En el resto de España también (y esta vez no ha sido Rufián).
JUAN CARLOS ARAGÓN